**Historia y Sus Raíces**
La noche, aún no había terminado, yo listo, con la mochila
al hombro, esperando las primeras luces, para huir del pueblo, para huir de
ella. Y si era posible olvidar pueblo
y ella. Me puse en marcha, dirección sur, buscando alejarme
del daño que recibía.
Al rato, no más, la luna se fue con un *buen día* y el sol
ocupó su lugar, con *así será*.
Con las primeras luces apuré mi marcha y con algunos
trancos, el pueblo quedó atrás y
el perfume de ella fue historia, para mi alma herida.
¿ Como la quise ? ¡ Le rogué, le suplique !
Todo fue en vano; ella no quería dejar su pueblo, donde
había nacido, enterrado a sus
abuelos, a sus padres, donde vivían sus amigos, compañeros
de colegio, de aventuras,
nada de eso quiso dejar.
Me juró que me quería, pero estaba enamorada de sus raíces,
tradiciones y costumbres
y prefería perderme antes de perder su historia…
El viejo, de barba larga y blanca, con su carro, con muchos
años y su caballo, flaco y manso, se detuvo a mi lado y ofreció llevarme. No
pasó mucho tiempo que le conté mi
historia y esto fue lo que me contestó:
“Hijo: el amor es muy bonito, puede morir o nacer, puede
cambiar o durar una vida, puede ser correspondido o rechazado, puede ser dulce
o tener gusto a hiel, puede que la
suerte te acompañe o te abandone en medio de la vida. La
historia, en cambio, es la partitura del músico, la continuidad de una vida que
heredaste, la herencia que dejarás.
¡ Tu amada no está equivocada ! La costumbre de algunas tribus, de casarse
entre ellos,
era seguir la historia, de generación en generación…”
¡ Detenga el carro, abuelo,
debo bajar ¡ Y mirando hacia el norte me puse a correr. ¡ Hijo:
olvidas tu mochila !
¡ No la necesito, abuelo, mi
historia está en el pueblo, que recién, abandoné !
Mario Beer-Sheva
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