Por qué ‘islam moderado’ es un oxímoron
El islam moderado es solo una utopía.
En un momento en el que prolifera el terrorismo cometido en nombre del islam, se nos asegura continuamente, sobre todo por parte de las tres principales instituciones que desempeñan un papel dominante en la formación de la mentalidad occidental (es decir, los medios de comunicación, el mundo académico y el Gobierno), que la clase de islam que adoptan los radicales, los yihadistas, etc., no tiene nada que ver con el verdadero islam.
El verdadero islam, según nos dicen, está intrínsecamente desprovisto de cualquier cosa mala. A quienes hay que culpar es a los tarados que se apropian de él para sus propios fines.
Concretamente, se nos dice que existe un islam moderado y un islam extremista: el primero de ellos es bueno y verdadero, y es el que siguen la mayoría de los musulmanes; el segundo es un perverso sacrilegio practicado por una minoría manipuladora.
Pero ¿que significan, en definitiva, estos adjetivos duales, moderado y extremista, en el contexto del islam? ¿Son ambos alternativas iguales y viables en lo que respecta a cómo se entiende el islam? ¿Gozan ambas de legitimidad teológica? Esta última cuestión es particularmente importante, ya que el islam es, primordialmente, una forma de vida religiosa que se centra en las palabras de una deidad (Alá) y en las de su profeta (Mahoma), y se sabe que la importancia de ello no es percibida por las sociedades laicas.
Ambos términos, moderado y extremista, tienen que ver con el grado o, dicho de forma menos matemática, con el celo: con cuánto, o hasta qué punto, se practica o aplica algo. Como dice el diccionario Webster’s, moderado significa “que observa unos límites razonables” y extremista quiere decir “que llega a niveles elevados o exagerados”.
Por tanto, es una cuestión de hacer demasiado o demasiado poco.
El problema, sin embargo, es que el islam mayoritario presenta una forma de vida clarísima, basada en las enseñanzas del Corán y del Hadiz –el primero de ellos recoge lo que se supone que son las sagradas palabras de Alá; el segundo recoge el ejemplo (o suna, de ahí suníes) de su profeta, también conocido como “el hombre más perfecto” (al-insan al-kamil)–. De hecho, basándose en estas dos fuentes primarias, y según las enseñanzas normativas del islam, todo acto humano entra en una de estas cinco categorías: actos prohibidos, actos no recomendables, actos neutros, actos recomendables y actos obligatorios.
En este contexto, ¿cómo hace un creyente para moderar lo que la deidad y su portavoz han ordenado? Uno puede tratar de cumplir los mandamientos del islam o puede ignorarlos: algo más o algo menos no es islam, una palabra que significa sumisión (a las leyes, o sharia, de Alá).
La verdadera pregunta es, entonces, ¿qué es lo que ordenan Alá y su profeta a los musulmanes (“los que se someten”)? ¿Los radicales exageran sus órdenes? ¿O acaso los musulmanes moderados llegan simplemente a “unos límites razonables” –un eufemismo para no decir “negligencia”– cuando se trata de cumplir sus mandamientos?
En nuestra época, altamente secularizada, en la que se nos dice que las verdades religiosas son flexibles o simplemente inexistentes, y que cualquier interpretación o exégesis es válida, la decisiva cuestión de “qué ordena el islam” pierde toda su relevancia.
Por eso el Occidente moderno es incapaz de comprender el islam.
De hecho, recientemente, el líder de una mezquita keniata dijo que la matanza de Westgate, en la que unos pistoleros islamistas asesinaron a 67 personas, “estaba justificada”: “Por el Corán y por la religión islámica, Westgate estaba justificado al 100%”. Luego añadió: “El islam radical es una invención de la gente que no cree en el islam. No tenemos islam radical, no tenemos moderados, no tenemos extremistas. El islam es una religión que sigue el Corán y la Suna” [las cursivas son mías].
Nótese su idea de que “el islam radical es una invención de la gente que no cree en el islam”, una clara referencia al Occidente que acuñó el concepto islam radical. Irónicamente, el Occidente laico, que relega las verdades de fe al ámbito de la experiencia personal, se siente cualificado para decidir qué es radical en el islam y qué no lo es.
Tomemos un ejemplo. Alá ordena a los musulmanes:
Combatid a aquéllos de la gente del libro [judíos y cristianos] que no creen en Alá ni en el Último Día, ni prohíben lo que Alá y su Mensajero han prohibido, ni abrazan la religión de la verdad [es decir, el islam], hasta que paguen la yizia [tributo] con sumisión voluntaria y ellos mismos se sientan sometidos [Corán 9:29].
¿Cómo puede interpretarse que este versículo significa otra cosa aparte de lo que dice claramente? ¿Dónde está la ambigüedad, el espacio para la interpretación? Por supuesto, en el Corán hay otras enseñanzas y alusiones que, necesariamente, se prestan a las sutiles artes de la interpretación oijtihad. Pero los mandatos del Corán 9:29 son completamente claros, ¿verdad?
De hecho, los seguidores de Mahoma en el siglo VII siguieron literalmente éste y otros versículos similares (como el 9:5), iniciando las primeras conquistas musulmanas que subyugaron a millones de cristianos y judíos, entre otros, y crearon el mundo islámico. Tal expansión yihadista prosiguió hasta que el islam fue vencido en el campo de batalla por un renacido Occidente, hace unos dos o tres siglos.
Las obras académicas occidentales, antes de que se estableciera la era del relativismo y de lacorrección política, no confundían el significado de yihad. Así, en la Enciclopedia del Islam, una obra de autoridad, la entrada yihad afirma que
la difusión del islam mediante las armas es un deber religioso para los musulmanes en general (…) La yihad debe seguir librándose hasta que el mundo entero esté bajo el dominio del islam (…) El islam debe de ser completamente reformado antes de que la doctrina de la yihad [guerra para difundir el islam] pueda ser eliminada. El profesor Mayid Jaduri (1909-2007), experto estadounidense en ley islámica, tras definir la yihad como guerra, escribió que “la yihad (…) es considerada por todos los juristas, casi sin excepción, como una obligación colectiva de toda la comunidad musulmana”.
(Por lo que respecta al argumento de que la Biblia contiene versículos similares relativos a la guerra pero los judíos y los cristianos no están dispuestos a conquistar el mundo, así que ¿por qué decir que los musulmanes lo están?, véase el artículo “¿Son el judaísmo y el cristianismo tan violentos como el islam?”, para un detallado análisis de las semejanzas y las diferencias. Véase también “La yihad islámica y la doctrina de la derogación” para entender cómo los versículos más tolerantes del Corán han sido derogados por los más radicales, como el 9:29).
En resumen, ¿cómo puede moderar un musulmán sincero (por definición, uno que se ha sometido a las enseñanzas de Alá) versículos como el 9:29? ¿Cómo puede “observar unos límites razonables” en lo que respecta a estos claros mandamientos de combatir y subyugar a los no musulmanes?
¿La mayoría de los musulmanes no admite, como mínimo, que estas enseñanzas son ciertas y deben ser seguidas, aunque no se involucren personalmente en la yihad, al menos, no directamente (pero se les anima a que la apoyen indirectamente, por ejemplo económicamente o mediante la propaganda)?
Recientemente surgieron informaciones de que grupos islámicos de Siria estaban siguiendo al dedillo el versículo 9:29 del Corán: obligaban a minorías cristianas a pagar la yizia, es decir, dinero obtenido mediante extorsión, a cambio de sus vidas. De hecho, en todo el mundo islámico los cristianos y otras minorías son saqueados habitualmente por los musulmanes, que justifican sus acciones haciendo referencia al versículo antes citado.
Esos musulmanes, ¿están siendo extremistas si tomamos en consideración el mandato del versículo 9:29, que insta específicamente a tomar el dinero de cristianos y judíos, o simplemente están cumpliendo las inequívocas enseñanzas del islam?
Podría argumentarse que si los musulmanes deben interpretar literalmente el versículo 9:29 del Corán, ¿por qué las naciones musulmanas de todo el mundo no declaran una yihad abierta contra todas las naciones no musulmanas, incluido EEUU? La razón última, naturalmente, es que no pueden, simplemente; no tienen capacidad para cumplir ese versículo (y la doctrina islámica permite a los musulmanes que pospongan sus obligaciones hasta que las circunstancias sean más oportunas).
Indudablemente, sería una tontería o un suicidio que, por ejemplo, Arabia Saudí, cuna del islam, lanzara una proclama contra Occidente diciendo que o acepta el islam o paga la yizia o muere por la espada. Pero por que las naciones musulmanas no tengan actualmente la capacidad para hacer realidad el versículo 9:29 no significa que no reconozcan su veracidad, o que no traten de cumplirlo en otros lugares cuando pueden.
Un rápido repaso de la historia antes de que el meteórico ascenso del poder militar occidentalpermitiera poner en jaque al islam lo deja especialmente claro.
Conclusión: si el islam enseña X y un musulmán lo cumple, ¿de qué forma está siendo extremista? Parece más lógico decir que es el propio islam el que está siendo extremista. De manera análoga, si alguien que se dice musulmán no cumple los preceptos del islam –incluidos la oración, el ayuno, el pago del zakat, etc.–, ¿cómo está siendo un moderado? Parece más lógico decir que no es en absoluto musulmán; es decir, que no se está sometiendo a Alá, lo que es la misma definición demusulmán.
Es hora de reconocer que dicotomías como moderado y extremista son nociones inducidas culturalmente, estándares del Occidente moderno y laico, difícilmente aplicables a la doctrina del islam, y no absolutos universales reconocidos por toda la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.