viernes, 25 de abril de 2014

Los Judíos son del Sinaí, no de Marte ni de Venus


Isroel Susskind (*)

Los Judíos son del Sinaí, no de Marte ni de Venus


Isroel Susskind (*)

Generalmente, los hombres judíos son considerados más amables y espirituales que el promedio de la población masculina. La amabilidad y espiritualidad siempre son vistas como una característica más femenina. Del mismo modo, las mujeres judías son descritas como más firmes e intelectuales que el promedio de la población femenina. La firmeza y la intelectualidad son consideradas características masculinas.
Históricamente, los judíos fueron burlados y ridiculizados por estas cualidades andrógenas. Por ejemplo, ¿cuál es la gracia de casi todos los chistes de Princesas Americanas Judías ("JAP", en inglés)? Un chiste "JAP" es un ataque antisemita a los valores judíos esenciales, no importa si el mismo es contado por un judío o por un gentil, por un hombre o una mujer. Ese tipo de chistes ridiculizan a los hombres judíos por su amabilidad; también ridiculizan a las mujeres judías, a quienes se las caracteriza como demasiado demandantes y poco serviles.
La integración de las cualidades masculinas y femeninas siempre fueron el orgullo del Pueblo Judío, y están siendo distorsionadas hacia caricaturas desagradables.
Este tipo de chistes pueden tener consecuencias incidentes en el comportamiento y autoconcepción de los jóvenes judíos.
Seguramente alguno de estos jóvenes son menos cuidados y amables de lo que fueron sus padres, ya que muchos asimilaron los valores impuestos por la cultura mayoritaria.
Tienen más disposición, y es lo más probable, que dejen de lado su gentileza, para transformarse en físicamente rudos, y asumir un carácter de demanda y explotación sexual. Como consecuencia de esto, muchas mujeres judías confían menos en los hombres, y no tienen tantos deseos ni disposición para entregarse a la familia, porque ya no creen que serán amadas y respetadas por esto. Incluso pueden llegar a atrasar o evadir el matrimonio. Contrariamente, pueden decidir que, para lograr atraer a un hombre, lo que tienen que hacer es sojuzgar sus poderes intelectuales y espirituales, para poder transformarse en un objeto de deseo.
La estereotipación negativa de los géneros judíos contribuyó al hecho de que la gente le eche la culpa de sus problemas maritales al hecho de que su ex cónyuge fuera judío. Por esto mismo, es que un gran porcentaje de los matrimonios mixtos se dan porque judíos que se divorciaron de un cónyuge también judío, buscan específicamente a una persona gentil para su segundo matrimonio.
¿Qué dice la Torá, que guió y determinó la vida judía por treinta y tres siglos, de las diferencias entre hombres y mujeres?
Por un lado la Torá explica que existen claras diferencias inherentes a las fuerzas masculinas y femeninas del Universo. Por ejemplo, las fuerzas femeninas tienen más conexión con D-os mediante una profunda fe que va más allá de la racionalidad, que es transracional. En cambio, las fuerzas masculinas obtienen su conexión con D-os por medio de la racionalidad y de destellos de profundo entendimiento; la experiencia de entendimiento extasiado en el estudio de la Torá lleva eventualmente a los hombres a tener fe en lo místico. La entereza y la apertura son características de las fuerzas femeninas, mientras que la intensidad y la concentración son masculinas. El trascendental número Pi es femenino, mientras que los logaritmos son masculinos. Lo análogo es femenino, mientras que lo digital es masculino. Mi metáfora femenina para esta diferencia, es que la gravedad es una fuerza femenina, mientras que el rayo es una fuerza masculina.
Noten que en el párrafo anterior me referí a las "fuerzas masculinas y femeninas", en lugar de hablar de "hombres y mujeres". Si bien es cierto que la mayoría de las mujeres (pero no todas) tienden a tener más fuerzas femeninas, y la mayoría de los hombres las respectivas masculinas, todas estas son características que pueden tener tanto los hombres como las mujeres.
De acuerdo con la Kabalá, si alguna de estas cualidades existe de forma extremista, y no cambia ni se mitiga por una cualidad diferente u opuesta, es porque pertenece "al mundo del caos". Por analogía, cuando el sodio y el cloro se encuentran en su estado más puro, son inestables y altamente tóxicos.
Sin embargo, cuando se los combina como cloruro de sodio -sal de mesa- se transforman en un ingrediente estable e indispensable para la supervivencia humana. Lo mismo sucede en el reino de la personalidad. Que una persona sea siempre amable puede ser dañino; a veces el amor requiere que confrontemos, con honestidad, a la persona que amamos. Del mismo modo, si una persona siempre es crítica, aunque sea de un modo constructivo, esto también puede resultar dañino.
Así mismo, nuestra tarea es no acrecentar las diferencias de género, para no convertirnos, física y espiritualmente, en los muñecos Ken o Barbie. Es por esto, que la Torá nos fomenta a que juntemos e integremos dentro nuestro las fuerzas universales masculinas y femeninas, y que lo hagamos también a un nivel comunitario y cosmológico.
En el nivel más elemental, esto se logra por medio de las Mitzvot (mandamientos Divinos) de casarnos y engendrar hijos. ¡De hecho, esos dos mandamientos son de los primeros que aparecen en la Torá! [(Ver Génesis, 1:28 and 2:24)]
Al mismo tiempo la Ley de la Torá insiste en que, junto con esto, tengamos en cuenta las diferencias sistemáticas que hay entre el hombre y la mujer, para poder aceptar que la contribución especial de las mujeres al mundo tiende a basarse más en las fuerzas femeninas, tales como el simbolismo y la fe prolongada, mientras que el aporte de los hombres se basa más en las fuerzas masculinas, como la racionalidad y la intensidad.
Insiste también en que debemos aceptar que en ciertas áreas los géneros tienen roles iguales en cuanto a su importancia, pero diferentes en cuanto a su sustancia.
A pesar de esta igualdad de asociación entre lo masculino y lo femenino, hay un área en la cual un género es superior al otro. Sobre esto, el Rebe de Lubavitch comentó que, a la larga, la fuerza femenina de la fe transracional, es la que debe guiar la cualidad masculina de la racionalidad. Cita una descripción de Jeremías de la era Mesiánica (31:21), en la cual dice que "las fuerzas femeninas dominarán las masculinas" ("unekeiva tesovev gaver").
Ojala logremos fusionar las fuerzas de la perdurable y extensa fe femenina, con la energía de los destellos intensos de perspicacia masculina, de tal modo que podamos experimentar una fuerte, intima y emotiva conexión con D-os, que incite el deseo de D-os de provocar la Redención, y la llegada del Mesías rápidamente en nuestros tiempos.

(*)El doctor Isroel Susskind es psicólogo clínico, trabaja en su ciudad en Monsey, New York e internacionalmente en forma telefónica.

Fuente: Chabad.org

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Los Judíos son del Sinaí, no de Marte ni de Venus Fecha: 23/04/2014
Isroel Susskind (*)

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