lunes, 21 de abril de 2014

OPINION

Es necesario derogar el convenio con Irán

Héctor Timerman firmó un convenio que humilla a Argentina y avergüenza a los judíosHéctor Timerman firmó un convenio que humilla a Argentina y avergüenza a los judíos
El 27 de enero del año pasado, en medio del mayor secreto, el cuestionado canciller Héctor Timermansorprendió a la enorme mayoría de los argentinos con la suscripción, en Adis Abeba, capital de Etiopía, de un "Memorando de entendimiento" con Irán, representado en esa oportunidad por su canciller, Ali Akbar Salehi, sobre la investigación del aberrante ataque terrorista perpetrado contra la sede de la AMIA en Buenos Aires, ocurrido veinte años atrás.
El lamentable contenido del referido documento generó, como no podía ser de otra manera, la inmediata e inequívoca repulsa de las principales entidades judías de nuestro país, así como un fuerte y generalizado rechazo en la opinión pública. Se trató de una reacción que no sorprendió demasiado, desde el momento en que el memorando viola abiertamente la Constitución Nacional, en su artículo 109, al interferir en una causa judicial que está en marcha y cercenar indebidamente la jurisdicción de los magistrados judiciales argentinos que tienen a su cargo la dilatada investigación acerca de la posible participación de altos funcionarios y jerarcas iraníes en el atentado, lo que tampoco debiera ser sorprendente, en tanto que Irán ha sido uno de los más grandes exportadores de terrorismo del mundo.
Por eso, los dirigentes de los partidos políticos de la oposición, acompañados por las autoridades de la AMIA y de la DAIA, solicitaron hace semanas formal y expresamente a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en una audiencia pública, la derogación del referido acuerdo con Irán. De esa manera, cabe destacar, respondieron al pedido de nuestra mandataria de opiniones acerca de la mejor forma de enfrentar una cuestión que, como es obvio, se ha vuelto particularmente incómoda para el Poder Ejecutivo de nuestro país, atento a que Irán no ha ratificado el documento que oportunamente suscribió. Las autoridades iraníes han demostrado no sólo falta de interés, sino también falta de consideración y hasta de respeto, puesto que el gobierno argentino, quizá consciente de la enorme equivocación cometida, forzó la ratificación legislativa del acuerdo en nuestro país a tambor batiente, lo que demostró su interés prioritario en la cuestión.
Cabe preguntarse entonces si es o no posible derogar el convenio en cuestión, atendiendo al pedido aludido. La respuesta jurídica es claramente afirmativa. Pero tan sólo mientras Irán no lo haya ratificado. Porque lo cierto es que el acuerdo en cuestión aún no ha entrado en vigor. Ésta es la interpretación ampliamente prevaleciente del artículo 18 del Tratado de Viena, sobre el derecho de los tratados. A esto cabe agregar que existe una práctica internacional que va en idéntico sentido, con experiencias concretas de Italia, Luxemburgo, Grecia y España, que así lo confirma. Práctica que incluye, asimismo, la conducta del propio secretario general de las Naciones Unidas en el desempeño de sus funciones como depositario de las ratificaciones de los instrumentos multilaterales.
Nuestro país no debe dejar pasar irresponsablemente más tiempo para corregir, de una buena vez, el que ha sido uno de los errores de política exterior más grandes de los numerosos cometidos en una gestión que, a lo largo de los últimos 11 años, ha sido una de las peores de nuestra historia diplomática.
La República debe ahora corregir lo que además ha derivado en una lamentable humillación, casi auto infligida. Tiene que dejar sin efecto una acción que, como se ha dicho, está teñida de ilegalidad frente al texto expreso de nuestra ley fundamental. Tampoco debe, menos aún, permitir por respeto a su pueblo y a sí mismo que el peligroso silencio que todavía mantiene frente a lo que está sucediendo se transforme en aquiescencia o consentimiento con un estado de cosas en el que Irán ha asumido una posición inaceptable, porque ello implicaría otra equivocación mayúscula. Todavía tiene, queda visto, la oportunidad de deshacer un acuerdo que nos avergüenza, y debería aprovecharla

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