jueves, 10 de abril de 2014

¿Por qué miente Kerry y culpa a Israel?


Fuente: Commentary- Traducido por El Med.io
Por Jonathan S. Tobin
9/4/14

Ayer, en su comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado, el secretario de Estado John Kerry realizó una autopsia del reciente fracaso en las conversaciones de paz en Oriente Medio. Según Kerry, lanegativa de los palestinos a seguir negociando después de abril y su decisión de no acatar los compromisos a los que los obligan los tratados al volver a intentar lograr que su inexistente Estado sea reconocido por Naciones Unidas es culpa exclusivamente de una decisión adoptada por Israel. Como informa el New York Times:
El secretario de Estado, John Kerry, afirmó el martes que el anuncio israelí de 700 nuevas viviendas en Jerusalén Oriental para colonos israelíes precipitó el amargo punto muerto en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos al que se llegó la semana pasada.
Si bien Kerry dijo que ambas partes eran culpables de actos “poco cooperativos”, señaló que la publicación de la licitación de las viviendas se produjo cuatro días después de que expirara un plazo en el que Israel debía liberar a presos palestinos y complicó las propias deliberaciones israelíes respecto a si debían prorrogarse las conversaciones.
‘¡Puf!, ése fue el momento’, dijo Kerry en su comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
¿Puf? Decir que esta evaluación de la situación es hipócrita sería el eufemismo del siglo. Kerry sabe muy bien que las negociaciones estaban condenadas en cuanto los palestinos se negaron a firmar el acuerdo marco para futuras conversaciones que él había sugerido, aunque éste se centrara en las líneas de 1967 que ellos exigen como base para trazar las fronteras. ¿Por qué? Porque el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, no iba a decir las dos palabritas (Estado judío) que dejarían claro que pretendía acabar con el conflicto. Desde que se iniciaron las conversaciones el año pasado, después de que Abás insistiera en que se liberara a asesinos terroristas como condición para volver a la mesa de negociaciones, los palestinos no han cedido ni un milímetro en ninguna cuestión.
Por tanto, culpar del fracaso a la decisión de construir pisos en Gilo (un barrio judío de Jerusalén de 40 años de antigüedad, que no cambiaría de manos aun en el caso de que alguna vez se llegara a firmar un tratado de paz, y en el que Israel nunca ha prometido que iba a dejar de construir) es, por decirlo suavemente, un falaz intento de eximir de culpa a la parte que aprovechó la primera excusa para huir de las conversaciones y verterla sobre quien ha hecho concesiones para lograr que los palestinos se sentaran a la mesa. Pero, ¿por qué iba Kerry a lanzar tan flagrante falsedad respecto al proceso auspiciado por él?
La respuesta es sencilla. Kerry no quiere culpar a los palestinos por retirarse, porque hacerlo sería admitir tácitamente que sus críticos tenían razón cuando el año pasado sugirieron que se embarcaba en una tarea insensata. La división entre la Margen Occidental gobernada por Fatah y la Gaza controlada por Hamás ha dado lugar a una dinámica que hace casi imposible que Abás negocie -ni aun en el caso de que quisiera hacerlo- un acuerdo por el que se reconozca la legitimidad de un Estado judío, independientemente de sus fronteras.
Como Kerry espera persuadir en algún momento a los palestinos para que regresen a las conversaciones, culpar a Israel también le sitúa en una posición de fuerza para poder exigir más concesiones del Estado judío con las que sobornar a Abás para que negocie. Ser sincero respecto a la postura palestina no sólo socavaría las bases de las conversaciones, sino que haría más difícil justificar la continua insistencia de la Administración en presionar a los israelíes en vez de tratar de obligar a Abás a que modifique sus intransigentes posturas.
Bajo este punto de vista, Kerry probablemente cree que no pasará nada por culpar a los israelíes, que siempre han sido los convenientes chivos expiatorios del proceso de paz, fueran cuales fueran las circunstancias. Pero también se equivoca en eso. Al igual que la Administración Clinton minó incalculablemente la credibilidad del proceso de paz y sentó las bases para una nueva racha de violencia al encubrir apoyo de Yaser Arafat al terrorismo y su incitación al odio en la década de los 90, los intentos de Kerry por presentar a Abás como la víctima, en vez de como el culpable del fracaso, perjudican sus iniciativas de paz.
Mientras los palestinos sigan sin pagar precio alguno por su negativa a abandonar sus exigencias nada realistas de una retirada judía de Jerusalén y del derecho de retorno para los refugiados de 1948 y sus descendientes, así como su negativa a reconocer a Israel como Estado judío y a acabar con el conflicto, la paz será imposible, independientemente de lo que haga el Gobierno de Netanyahu. Apaciguarlos con mentiras sobre Israel sólo servirá -lo mismo que los intentos por parte de algunos de absolver a Arafat y a Abás por decir “no” a la paz en 2000, 2001 y 2008- para hacerle más fácil a la Autoridad Palestina poder seguir diciendo que no. Sea porque con ello espera obtener más concesiones de Israel o, como es más probable, porque no tiene intención de firmar la paz bajo ningún término, el resultado es el mismo.
Decir la verdad respecto a los palestinos haría que Kerry pareciera idiota por dedicar tanto tiempo y esfuerzo a un proceso que nunca tuvo una oportunidad. Pero podría sentar las bases para un éxito futuro en el caso de que se produjera un cambio radical en la opinión palestina que pudiera hacer posible la paz. Culpar falsamente a Israel no hará que ese momento quede más cerca.

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