viernes, 24 de abril de 2015

De familia haredi a combatiente

Hodaya Levi, de familia ultraortodoxa, recibe la Medalla de Excelencia en el Día de la Independencia de manos del presidente Reuven Rivlin.

Por Yoav Zitun
rsz_medalla_excelencia1Al crecer, Hodaya Levi nunca pensó que a los 20 años serviría como soldado de las FDI, y definitivamente no como mujer combatiente de infantería. Crecer en una familia haredí (ultraortodoxa), la que hoy es cabo nunca pensó que entraría en el ejército.
El jueves, Día de la Independencia de Israel, Levi fue una de varios soldados en recibir una “Medalla de Excelencia” del presidente Reuven Rivlin.
A los 16 años, Levi comenzó a cuestionar su fe después de haber pasado la mayor parte de su vida estudiando en instituciones ultraortodoxas. El alejamiento de la fe llevó a Levi a perder contacto con su familia.
“He vivido con una amiga o con mi novio desde entonces y me he mudado a varios apartamentos”, dice ella.
A los 18 años, fue eximida de completar su servicio militar debido a su fondo ultra-ortodoxo.
“A los 20 años decidí cancelar la renuncia porque había salido al mundo y entendí que se trataba de mi país y que tenía que ser reclutada y dar mi parte – y, si lo hacía, debía ir al fondo”, dice.
Le tomó tiempo a Levi ser aceptada en una unidad de combate femenina y durante un período de ocho meses canceló su cita para dos funciones generales en el ejército israelí.
Levi sabía que quería ser voluntaria como combatiente.
“Tal vez pensado que no estaba en condiciones de ser combatiente, pero la tercera vez me dieron una carta notificándome que estaba ubicada en el Batallón Caracal (una unidad de combate).”
rsz_de_uniformeLevi se unió a la unidad de combate voluntaria hace un año y completará un servicio largo de tres años.
El comandante de la unidad designó a Levi como su enlace y durante la formación básica y la formación avanzada Levi no se desanimó por nada de lo que le tocó – ni siquiera cuando tuvo que cargar con una máquina de comunicaciones vieja y pesada.
Después de unirse a una unidad estacionada en la frontera con Egipto, Levi participó en las operaciones llevadas a cabo para detener el contrabando de los intentos de infiltrados, contrabandistas y terroristas.
“El servicio es muy difícil y me ha metido en situaciones en las que nunca imaginé que estaría – física y emocionalmente”, dice ella. “No me arrepiento ni por un segundo, porque a pesar de los momentos difíciles descubrí cosas sobre mí misma que nunca pensé que sería capaz de hacer.”
Hoy en día, Levi se considera a sí misma como alguien que mantiene las tradiciones y según dice sus “medias blancas ya no me harán más religiosa.”
“Definitivamente, se puede ser mujer combatiente religiosa. No es fácil, o simplemente, porque uno está en un entorno con personas que no mantienen (la tradición), pero es posible.
“Es más difícil sostener un estilo de vida religiosa en el ejército que ser soldado de combate y el que piensa que puede y quiere también debe hacerlo”.
Hoy Levi espera comenzar el curso de comandante y espera renovar los lazos con sus padres, con los que no ha estado en contacto hace algunos años.
“Espero que con el tiempo, la relación con mis padres se renueve y que se sientan orgullosos de mí.”
Fuente: Enlace Judío México

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