El plan fue propuesto inmediatamente después de que Ban Ki Moon instara a un alto el fuego inmediato en el Yemen; un primer paso para poner en práctica la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU. Dicha resolución se basa en las propuestas de los países árabes y goza de un amplio apoyo.
Los diplomáticos árabes y occidentales no han acogido bien la propuesta iraní, pues consideran que Irán está en el centro mismo del problema yemení, y, por tanto, no puede actuar como mediador neutral para lograr la paz en el conflicto.
Irán ha sido acusado por las autoridades saudíes de suministrar armas a los huzis (incluidas armas ligeras y de calibre medio, cohetes e incluso misiles portátiles tierra-aire) desde mucho antes de que se iniciara el actual conflicto. Adel al Jubeir, embajador saudí en Estados Unidos, realizó estas acusaciones en una conferencia de prensa celebrada el 3 de abril:
Hubo un cargamento de armas iraníes destinadas a los huzis que fue interceptado. Les están ayudando a construir ciertas instalaciones, y [lo confirman] las pruebas de las que disponemos; y les están brindando apoyo económico, así que para nosotros las pruebas están muy claras y no tenemos dudas al respecto.
Además, Al Jubeir acusó a los huzis de liberar a miembros de la Guardia Revolucionaria iraní y de Hezbolá de las prisiones de los servicios de inteligencia en Sana en cuanto tomaron la capital yemení.
La campaña aérea yemení, encabezada por los saudíes, cumple su cuarta semana, y ya se han realizado más de 2.500 salidas. Las operaciones han tenido como objetivo bases aéreas, silos de misiles balísticos, arsenales de munición y de armamento pesado y restos de unidades rebeldes de Saleh y fuerzas huzis en todo el país. Las últimas noticias, detalladas por el general de brigada Ahmad al Asiri, portavoz de la coalición, son que se ha neutralizado o destruido más del 80% de la capacidad militar conjunta de dichas fuerzas.
Según la información proporcionada por Al Asiri, la campaña aérea ha logrado sus objetivos iniciales y comenzará una segunda fase, centrada en destruir sobre el terreno las milicias huzis y las unidades rebeldes de Saleh intensificando los ataques aéreos de apoyo. Esas misiones proporcionarán a las fuerzas leales al presidente Mansur Hadi el apoyo necesario para resistir a los huzis y que empiecen a cambiar las tornas en la contienda, empezando por Adén y el Sur, y siguiendo por otras ciudades y distritos. El general Asiri también dejó claro que la coalición ha decidido prorrogar la campaña aérea varias semanas: citó la campaña de liberación de Kuwait en 1990, que duró más de seis semanas.
Hasta ahora, la negativa de los huzis a negociar un acuerdo político en Riad o Doha ha obstaculizado cualquier iniciativa o propuesta política de alto el fuego por parte del secretario general de naciones Unidas.
En realidad, la operación Tormenta Decisiva, pese a haber sido presentada como defensa de la legitimidad del proceso político yemení, revela la creciente voluntad de las seis monarquías árabes del Golfo de hacer frente a la expansión de la influencia iraní en el Yemen y en toda la región. El príncipe Saud al Faisal reiteró esa preocupación durante una reunión con el secretario de Estado estadounidense John Kerry.
Arabia Saudí y sus socios árabes saben que limitar la capacidad de Irán para influir en la situación militar del Yemen supone negarle en la práctica cualquier posibilidad de formar parte del proceso político para poner fin a la crisis yemení. El plan iraní de cuatro puntos es un intento de salvar a sus peones en el país árabe y de asegurarse un puesto en una futura mesa de negociaciones. Pero Irán no tiene la suerte de cara, ni en el campo de batalla ni en la escena diplomática, y su plan no tendrá impacto alguno en el proceso político que decida el futuro del Yemen.
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