miércoles, 12 de diciembre de 2012

compañia

**Compañía** Entró al cementerio, se paró al pie de la tumba, en sus manos llevaba un ramo de flores. En un susurro recitó los versos de Bécquer : * ! Qué solos y tristes se quedan los muertos ! * No lloró, sus ojos ya no tenían lágrimas, estaban secos como la tierra. Miró la tumba, como reconociendo el lugar, y la tierra que la rodeaba. Se inclinó, en un jarrón de hojalata, acomodó las flores. Se inclinó un poco más, sus brazos abrazaron la tumba recién tapada. Llevó un brazo a la cintura. Sacó el arma... El ruido espantó a pájaros y palomas. El se fundió en la tierra que ya amaba. Los pájaros y las palomas volvieron. También el silencio. ! Las flores no estaban ! Mario Beer-Sheva **Compañía** Entró al cementerio, se paró al pie de la tumba, en sus manos llevaba un ramo de flores. En un susurro recitó los versos de Bécquer : * ! Qué solos y tristes se quedan los muertos ! * No lloró, sus ojos ya no tenían lágrimas, estaban secos como la tierra. Miró la tumba, como reconociendo el lugar, y la tierra que la rodeaba. Se inclinó, en un jarrón de hojalata, acomodó las flores. Se inclinó un poco más, sus brazos abrazaron la tumba recién tapada. Llevó un brazo a la cintura. Sacó el arma... El ruido espantó a pájaros y palomas. El se fundió en la tierra que ya amaba. Los pájaros y las palomas volvieron. También el silencio. ! Las flores no estaban ! Mario Beer-Sheva