lunes, 26 de agosto de 2013
Por Ana JerozolimskiIsrael y la amenaza química Siria
Al multiplicarse las señales de que Estados Unidos podría lanzar próximamente un ataque militar contra blancos claves en Siria, en una primera intervención en la guerra civil-debido a la reciente matanza de civiles con armas químicas por parte del régimen de Assad-, Israel observa el desarrollo de la crisis con sentimientos encontrados.
Por un lado, tanto el Primer Ministro Benjamin Netanyahu como el Presidente del Estado Shimon Peres, dan a entender que es hora de tomar acción en Siria para poner fin a la amenaza química en manos del Presidente Bashar el-Assad. Por otro, tal cual dio a entender el vice Primer Ministro Silvan Shalom, Israel no empuja a nadie a un operativo militar ni tiene nada que ver en ello.
“No puede permitirse que la situación en Siria continúe”, declaró Netanyahu al comienzo de la sesión semanal del gabinete. “Las armas más peligrosas del mundo, no pueden estar en manos de los regímenes más peligrosos del mundo”.
Una expresión similar fue usada por su Ministro de Defensa Moshe Yaalon, quien dijo que “no puede haber armas no convencionales en manos de regímenes no convencionales”.
Y el Presidente Peres, por su parte, en evidente referencia implícita a las dudas de Estados Unidos y Europa respecto a si intervenir o no en Siria, comentó que el precio de permitir que Damasco mantenga su arsenal químico ha demostrado ser más alto que el de un operativo necesario para quitárselo. “El llamado moral es superior a cualquier tipo de consideración estratégica”, declaró Peres, exhortando a “un esfuerzo mancomunado para retirar todas las armas químicas de Siria, que no pueden quedar allí ni en manos de Assad ni de otros”.
La problemática de Israel al respecto es cómo maniobrar entre su convicción de que Siria es un peligro y el riesgo inmediato que el propio Israel podría correr en caso de un ataque norteamericano a Siria. El Ministro de Información de Siria Omran Zoabi dijo días atrás que un operativo militar contra su país “no será un picnic” y advirtió que una intervención norteamericana “creará una bola de fuego que incendiará a Oriente Medio”.
Y con estas palabras, en Israel inevitablemente se recordó lo vivido cuando la primera guerra en el Golfo Pérsico. Estados Unidos atacó a Irak gobernado entonces por Saddam Hussein, a raíz de su invasión a Kuwait, y la inmediata respuesta irakí fue el lanzamiento de 39 misiles Scud hacia territorio israelí, aunque Israel no había movido un dedo siquiera en el operativo y no participaba en el mismo.
Probablemente haya sido pensando en eso, entre otras cosas, que tras condenar lo sucedido días atrás cerca de Damasco como “tragedia terrible y crimen horroroso”, Netanyahu aclaró: “Sabremos cómo proteger a nuestros ciudadanos”. “Nuestros dedos toman siempre el pulso de los acontecimientos”, señaló. “Son dedos responsables y si es necesario, están también sobre el gatillo porque siempre sabremos proteger a nuestra gente y nuestro país de quienes vienen a dañarnos o tratar de atacarnos”.
Y la ciudadanía misma, atenta siempre en Israel a las noticias y los acontecimientos que le rodean, dio clara prueba de su alerta al respecto al presentarse en números muchos mayores de lo rutinario a recoger del Comando de Defensa Civil sus máscaras anti-gas. Este domingo, entre las 7 de la mañana y las 13.000, se habían reportado cuatro veces más ciudadanos que en un día común.
La distribución de las máscaras protectoras se hace desde hace años a toda la ciudadanía como medida preventiva ante la eventualidad de un ataque a Israel con misiles de cabezales no convencionales, habiendo comenzado el esfuerzo en este sentido en la ya mencionada guerra del Golfo en la que se temía que Saddam Hussein lanzara misiles con cabezales químicos contra Israel.
La amenaza irakí de aquel entonces parece hoy lejana, pero la proveniente de Siria siempre fue parte clara del cuadro alrededor de Israel. Hace ya años que hay plena conciencia en Israel sobre el hecho que Siria tiene en su poder misiles capaces de alcanzar cualquier punto en el territorio nacional.
Un arsenal peligroso
La seria problemática no pasa sólo por la cantidad de misiles, sino por la naturaleza de los regímenes que los poseen en la región. Tal cual Israel advierte respecto al peligro de un Irán fundamentalista con poderío nuclear, señala que el arsenal químico sirio en manos del régimen de Damasco, sus aliados o inclusive de algunos grupos de los rebeldes que se le oponen pero que lejos están de ser demócratas y liberales, es un peligro.
Según se estima en base a información de servicios de Inteligencia e investigadores del tema, el ejército de Siria tiene aproximadamente mil toneladas de sustancias químicas letales de distintos tipos. Otro elemento clave al respecto es que también tiene cerca de 100.000 misiles y cohetes de diferentes alcances, cuyos cabezales pueden ser convertidos en no convencionales, al ser cargados con armas químicas, tal cual se hizo al parecer días atrás en Damasco en un ataque de artillería hacia los suburbios al este de la capital.
Las dos sustancias químicas principales son sarín y VX, pertenecientes al grupo de complejos orgánicos que incluyen fósforo. El nombre popular es gas nervioso. Su mecanismo de acción ataca el vínculo entre el músculo y el nervio, no permite que el pulso pase y como resultado hay síntomas de daño en el sistema nervioso.
La diferencia entre ambos es que el sarín es una sustancia líquida evaporable y el VX se parece más a una especie de aceite industrial, no se evapora en el aire sino que se usa para infectar y contaminar territorios. Cuando una persona camina en la zona afectada, pisa y levanta los restos y estos le entran al cuerpo. El VX es mucho más venenoso que el sarín o sea que se necesita una cantidad menor para provocar el envenenamiento.
En cuestión de minutos, la persona afectada muere.
El gas mostaza es de otro grupo, el de sustancias de armas químicas mediante la quemadura. Ataca especialmente la piel y provoca quemaduras muy serias por las que se corre riesgo de morir.
En Oriente Medio el más común es sarín y VX.
No menos importante que las armas químicas mismas, es la capacidad de lanzarlas.
En Israel se sabe desde hace años que parte de los misiles que tiene Siria-como el Scud D- son capaces de cubrir todo el territorio del país y de llevar cabezales químicos. Los SS-21, de alcance mediano, pueden llevar hasta 120 kilos de explosivos. Tiene también los misiles tierra-tierra Fateh 110 cuyos cabezales pueden cargar hasta 500 kilos y el muy sofisticado misil tierra-mar Yahunt.
La matanza de más de mil civiles cerca de Damasco hace pocos días impactó por su envergadura a la opinión pública mundial, pero en realidad no podía tomar a nadie por sorpresa. Al menos, no a nadie que haya hecho en los últimos años un seguimiento del arsenal químico que obra desde hace mucho en manos del Presidente Bashar el-Assad, uno de los más peligrosos y grandes arsenales no convencionales del mundo.