jueves, 24 de octubre de 2013

Fiscal musulmán combate uniones forzadas y los crímenes de honor

Lucha contra las costumbres que atentan contra las mujeres Los enemigos de Nazir Afzal son de diversa índole. Algunos, como él, son musulmanes que nacieron en Gran Bretaña y no pueden entender cómo puede Afzal criticar los matrimonios forzados y los crímenes de honor, y darles "a los racistas otra vara con la que golpearnos". Otros son de la extrema derecha de Gran Bretaña y no pueden aceptar que un musulmán sea el principal fiscal de "su" reina y "su" país. Alguna vez le escribieron una carta al primer ministro, David Cameron, para exigirle que despidiera y deportara a Afzala, quien se ríe antes de responder: "Nací en Birmingham, Inglaterra, y no voy a regresar". Uno de los 13 fiscales principales de la Corona en Gran Bretaña, supervisa a más de 100.000 fiscales al año y dirige a 800 abogados y técnicos jurídicos en el noroeste de Inglaterra, la región más grande, después de Londres. El primer fiscal principal musulmán que se haya nombrado alguna vez, sigue siendo el abogado musulmán de más alta jerarquía en el país. Afzal, de 51 años ha procesado a criminales de cuello blanco y a "hooligans". Sin embargo, este hombre que habla rápido, tiene cabello canoso y parado, y un comportamiento ligeramente inquieto, es también el fiscal al que acudir por casos de violencia contra las mujeres en Gran Bretaña. Y, aunque la mayoría de sus casos involucran a infractores blancos -procesó a alguien que acosaba a la princesa Diana en 1996 y este año presentó ante la Justicia al exconductor de la BBC, Stuart Hall, por abuso sexual de menores- quizá su mayor marca haya sido su agresiva persecución de casos de crímenes contra las mujeres en las comunidades minoritarias. Antes de Afzal, eran pocos los que en la multicultural Gran Bretaña hablaban abiertamente de las 10.000 chicas, en su mayoría del sur de Asia y dos tercios de ellas musulmanas, a las que casan en contra de su voluntad cada año en el país, mucho menos de la docena, más o menos, a las que matan cada año en nombre del honor de la familia. Afzal ayudó a establecer una línea directa nacional para mujeres en riesgo de que las fuercen a casarse y trabaja con la Oficina Interna para criminalizar esa práctica. El año pasado, procesó exitosamente a ocho británicos de origen paquistaní y a un afgano por violar y traficar con chicas blancas en Rochdale, la que fuera una ciudad fabril cerca de Manchester, en el noroeste, en un caso destacado al que muchos surasiáticos etiquetaron como "llamada de alerta". Duro Afzal no mide las palabras para hablar de las "cientos de jóvenes británicas a las que quitan el clítoris en una mutilación de genitales cada año". Es tenaz en cuanto a que los derechos humanos siempre deben estar por encima de los derechos culturales. "Existen problemas en las comunidades minoritarias que no pueden ser tabú", expresó. "No se le debería permitir a ninguna comunidad refugiar a los hombres que cometen crímenes contra las mujeres". Por ser hombre, musulmán e hijo de inmigrantes de la conservadora zona tribal en el noroeste de Pakistán podría parecer que Afzal es un feminista insólito. Sin embargo, así es como se describe; y su género, dice, es, con mucho, su mayor ventaja. "Las mujeres han estado hablando de estos problemas desde hace mucho tiempo", señaló. "No soy la primera persona que emprende esta lucha en este país, sólo soy el primer hombre, y eso hace que sea muchísimo más fácil". "Yo provengo de estas comunidades. Comprendo su naturaleza patriarcal. Puedo desafiarlos", continuó. Quienes hacen campañas por los derechos de las mujeres han recibido bien a Afzal en su hermandad. Efua Dorkenoo, la directora de defensoría sobre la mutilación genital femenina en la organización Equality Now, dijo que los aliados varones son "críticos" para el éxito de las campañas por la igualdad de género, en especial cuando los abusos de los derechos están camuflados por términos culturales. "Cuando las mujeres hablamos, es frecuente que nos rechacen por habernos occidentalizado y ya no hablar en nombre de la comunidad". Fue en 2004 que Afzal, quien tiene una hija y tres hijos, tuvo su propio llamado de alerta cuando un grupo de mujeres llegaron a verlo. Una le contó de una chica que se prendió fuego hasta morir para evitar un matrimonio. Tenía 17 años, la misma edad que tiene su hija. Otra narró la historia de una mujer que había estado huyendo durante más de ocho años, tras haberse negado a casarse con un hombre al que no conocía. Sus visitas lo presionaron para que utilizara su cargo para sacar de las sombras a los crímenes de honor y los matrimonios forzados. "No sabía que eso estuviera pasando en este país", expresó. Sin embargo, las historias lo sacudieron y ese mismo año organizó una conferencia en Londres para averiguar más. Poco después, se sentó con la Policía para integrar una base de datos nacional sobre los crímenes de honor. Dos años después, procesó exitosamente al primo y el hermano de Samaira Nazir, una joven a la que asesinaron. Nazir quería casarse con alguien a quien su familia objetaba, un deseo por el que la apuñalaron 18 veces frente a dos sobrinas pequeñas a las que salpicaron de sangre. Se acusó al padre de arreglar el apuñalamiento, pero murió antes del juicio. Nacido como "niño moreno”, un año después de que sus padres llegaran de Peshawar en 1961, lleva las cicatrices de la desigualdad. Cuenta que lo intimidaban y golpeaban en la escuela, y que su padre, proveedor de cáterin del Ejército británico, simplemente le decía: "Acostúmbrate". Y lo hizo, por un tiempo.