viernes, 25 de octubre de 2013

Fluctuaciones en el mercado de bienes raíces Rabino Daniel Oppenheimer

Fluctuaciones en el mercado de bienes raíces Rabino Daniel Oppenheimer El verdadero cambio para el mejoramiento en las cualidades humanas requiere una profunda introspección y conlleva un largo y arduo trabajo interno para lograrse. Los “cambios” que responden a un mero disimulo cosmético, ponen en evidencia de inmediato la hipocresía… Avraham acababa de atravesar la más compleja de todas las pruebas morales a las que había sido sometido por D”s. En una situación que contradecía todo lo que había aprendido y enseñado en todos estos años, Avraham llevó a su querido hijo Itzjak para ofrendarlo sobre el Mizbeaj (altar). D”s jamás había requerido de Avraham llevar a cabo tal sacrificio humano (Akeidá), pero él así había entendido de las Palabras de D”s y con esta interpretación - al llevar a cabo esta renuncia absoluta - demostró su total devoción hacia D”s. Cuando Avraham retornó hacia Beer Sheva después de este, el más magno momento de su vida, se encontró con la triste noticia del deceso de su querida esposa Sará en Jevrón. ¿Por qué Avraham había ido a Beer Sheva - si su domicilio estaba en Jevrón? Muchos años antes, después de la separación de su sobrino Lot, Avraham se había establecido en Jevrón (Bereshit 13:18), donde vivió por muchos años. Más tarde, luego de la destrucción de Sdom y el mal nombre del que se hizo acreedor Lot, fue mudándose de un sitio a otro y, finalmente, pasó a vivir en Beer Sheva, en donde instaló un “Eshel” (lugar de hospedaje - Bereshit 21:33). Aun después de volver a Jevrón para morar nuevamente allí, mantuvo su Eshel en Beer Sheva, el cual visitaba de tanto en tanto. Allí se dirigió Avraham luego de la Akeidá, y se enteró del fallecimiento de Sará. ¿Por qué habían vuelto a residir en Jevrón? Avraham y Sará entendían el valor espiritual de estar enterrados junto a Adam y Javá, pero desconocían el sitio de su sepultura, hasta que providencialmente se les permitió distinguir el sitio. ¿Por qué el sitio de la tumba se llamaba “Majpelá”? Este nombre (derivado de “Kaful” - doble) responde a las características del interior de la cueva en la que había dos sectores - anterior y posterior, o superior e inferior. También revela el hecho que cuatro parejas eximias están enterradas allí (Eruvin 53.). Años más tarde, al iniciarse el servicio diario matutino en el Bet haMikdash, los Cohanim dirigían su mirada hacia el sur en donde se encuentra la ciudad de Jevrón (Mishná Iomá 3:1), para registrar si la luminosidad del día llegaba hasta el sitio en el que están enterrados los patriarcas y las matriarcas, quienes - incuestionablemente - son nuestro modelo de vida. A partir de esta práctica, R. Sh. R. Hirsch sz”l señala la importancia que poseen el elemento de “pareja” que sienta el fundamento de la familia, y la unión sólida (jibur) que articula a las generaciones sucesivas, como base del Servicio al Creador. De inmediato, Avraham se dirigió hacia allí para expresar su dolor por la pérdida irreparable y para llorarla. ¿Qué produjo la muerte de Sará? El Midrash narra que el ángel relató a Sará acerca de la Akeidá, y al escuchar esta reseña, Sará entregó su alma al Creador (en las palabras de los Sabios hay versiones diversas de quién y cómo advirtieron a Sará lo acontecido). El modo en el que dicho ángel vertió lo sucedido ocasionó el sobresalto en Sará: “casi no fue acabado” (en lugar de adelantar a Sará que Itzjak estaba bien, para luego referirle los detalles de lo sucedido). En primer lugar vemos de este episodio el cuidado que se debe tener al describir incluso eventos felices: un desliz de la lengua - aun si fuera bien intencionado - puede fácilmente arruinar un recado venturoso y tornarlo en un mensaje destructivo… (Rav Ierujam Levovitz sz”l). Hay quienes interpretan que la secuencia que produjo la muerte de Sará partió del modo en el que se narró el evento: Sará no pudo sobrellevar el pensamiento (errado que se presumía - a través de la descripción mal vertida) por la que se suponía que la Akeidá no se hubiese llevado a cabo por impedimento de su hijo Itzjak, que - supuestamente - no quisiera entregar su vida por el Todopoderoso… La relación establecida entre el acontecimiento de la Akedá y la muerte de Sará, se reafirma en las palabras de los Sabio (Midrash Rabá, Bereshit 58:5) donde se señala por un lado que Avraham “vino” (Bereshit 23:2) de la Akedá para llorar a Sará, y - por otro - que “vino” del funeral de su padre Teraj. ¿Cuál es la relación - el contraste - entre ambos? Indudablemente, si viniendo de un hogar idólatra como el de Teraj, Avraham pudo educar a un hijo como Itzjak, dispuesto a ofrendar su vida confiando en la palabra profética de su padre (Emunat Jajamim), entonces esto se debía a la educación que Sará había brindado al joven desde pequeño… (Rav Isajar Frand shlit”a) Volviendo a Avraham: la Torá no relata en detalle qué es lo que Avraham dijo. Seguramente lo sabría únicamente él. Avraham, como nadie más, supo lo que significó para Sará la mudanza desde el terruño hacia Cna’an, los años de esterilidad, la soledad de ser los únicos que públicamente alimentaban su creencia en un D”s Único, la burla manifiesta que eso acarreó por mucho tiempo, las múltiples situaciones en las que Avraham había corrido riesgo de vida, las veces que fue raptada, la guerra, la mala conducta de Hagar e Ismael y, en particular, el desafío de recibir huéspedes desconocidos diariamente en su hogar - y en forma sostenida. ¿Cuál sería la homilía indicada? Solamente la que describe la propia Torá: “cien años - y veinte años - y siete años” (cada sección de la cifra está separado del resto: ¿Por qué?) En cada período de su vida, Sará hizo precisamente lo que debía hacer en esa etapa. No necesitó nada “especial” para ser recordada. “Los justos no necesitan monolitos ni pirámides, pues sus acciones son el medio por el cual son recordados”. El lugar de fallecimiento de Sará, se llama Jevrón. El verbo “le’jaber”, en hebreo, expresa “unir”, refiriéndose en este caso a que Sará (y los demás patriarcas) supieron unir este mundo con el Venidero mediante sus acciones terrenales, que por ser las correctas, hicieron del traspaso de uno al otro, una transición natural de algo que corresponde y no de algo difícil y contradictorio. Los últimos pasajes de Mishlei (Proverbios - que nosotros solemos cantar los viernes a la noche), también están dedicados a Sará. Rav Jaim Shmuelevitz sz”l mencionaba que las palabras de Rash”í, son las que encapsulan la síntesis de la vida de Sará: “kulam shavim le’tová” (todos fueron años parejos para bien). A pesar de los numerosísimos altibajos y traspiés, Sará mantuvo su aplomo y ecuanimidad. “Avraham, pues, ‘se levantó’ de su duelo” (que aún no había comenzado), para tratar el tema de la adquisición de una parcela de tierra a los hombres de Jet. ¿A qué se refiere el gesto de “levantarse” del duelo? Aun en los momentos del peor dolor - dada su preocupación por el sentimiento ajeno - Avraham no quería transmitir su malestar a las personas con quienes debería tratar el tema de la sepultura de Sará (Rav Ierujam Levovitz sz”l). Ahora debía enfrentarse a la negociación por la compra de un terreno. Efectivamente: D”s le había prometido toda la tierra de Israel - para sus descendientes. Pero, la realidad de aquel momento era que ni siquiera unos pocos metros le pertenecían, y debía esperar que los Jititas estuvieran de acuerdo en vendérsela… Y así sucedió de inmediato: Avraham explicó a los habitantes locales, quienes cortésmente habían interrumpido sus labores para acompañar a Avraham en su dolor, la necesidad de adquirir el lote. Los Jititas respondieron que siendo Avraham “un príncipe de D”s” que habitaba entre ellos, cualquier lote estaría a su disposición: nadie le negaría un terreno a Avraham. Al escuchar esto, Avraham se agachó haciendo una reverencia a los hombres de Jet. “Si es así” - solicitó - “pues contáctenme con Efrón para que me venda la cueva de Majpelá que está situada al borde de su campo (su venta no dividirá su patrimonio en dos partes restándole valor). “Estoy dispuesto a pagar el precio total del costo del terreno para que se convierta en una herencia para sepulcros”. De pronto, Efrón se había jerarquizado y convertido en un dignatario del pueblo - gracias a su trato y su nueva relación con Avraham. “Puede considerar el campo como suyo, y la cueva de Majpelá también. Abiertamente se la transfiero” - respondió Efrón. ¡Qué palabras tan generosas…! Inmediatamente Avraham se volvió a arrodillar frente a los presentes (Bereshit 23:12)… ¿A qué se debía esta nueva muestra de cortesía? Esta vez, Avraham no se agachó por gentileza a la gente, sino por agradecimiento a D”s: finalmente había logrado su objetivo de poder dar sepultura a Sará en una parcela propia en la Tierra de Israel (Midrash Rabá Bereshit 58): “De aquí aprendemos que se debe mostrar gratitud por las buenas nuevas”. Aun en situaciones de amargura, se puede y debe sentir reconocimiento por los aspectos positivos de la vida. Sin embargo, Avraham insistió que no llevaría la cueva de Majpelá sin abonar por ella su costo real: agradecía la magnanimidad de Efrón, pero no quería obsequios. Aceptar el lugar de sepultura en forma gratuita, sería un desprecio al fallecido - como si no valiera el esfuerzo de abonar por un lugar de descanso para él. En aquel momento sucedió un repentino “cambio” en la postura tan extremadamente generosa de Efrón: “Entre personas amigas como nosotros: ¡qué son cuatrocientos Shekel!, e inhuma ya a tu difunto”. Avraham, pues, satisfizo el pedido de Efrón - pagando con creces el abultado y exagerado precio exigido por Efrón - quien insistió en que el pago se realice con monedas especiales que tendrían aceptación en cualquier mercado…”. En primer lugar, Efrón se convirtió así en el prototipo del que “promete mucho - y ni siquiera cumple con una pequeña parte de lo ofrecido…” (Bavá Metziá 87.) - contrario al actuar de Avraham (de quien sabemos su conducta de colmar sus palabras austeras con mucho más de lo esperado, en su trato con los visitantes extraños que recibió…). El precio que según la Torá terminó pagando a Efrón fue astronómico (1.000.000 de shekel comunes bíblicos). ¿Por qué aceptó pagar tanto? Obviamente, Avraham tenía conocimiento cabal respecto a la trascendencia espiritual del sitio - un valor que no sería cuantificable en oro o plata. Avraham sabía con quien negociaba. Entendió que cuanto más larga la negociación, tanto más codicioso se tornaría Efrón. Por lo tanto, quiso cerrar la operación lo más pronto posible. Sin embargo - ¡¿Por qué el repentino cambio de actitud de Efrón - de Mr. Generoso a Mr. Mezquino?! En todo momento, Efrón intentó fingir una cara noble y digna - hasta que vio el dinero. En aquel instante surgió su auténtico temperamento y no pudo aparentar más. El verdadero cambio para el mejoramiento en las cualidades humanas requiere una profunda introspección y conlleva un largo y arduo trabajo interno para lograrse.Los “cambios” que responden a un mero disimulo cosmético, ponen en evidencia de inmediato la hipocresía… Los Sabios se refieren a Efrón en términos muy duros, pues mientras Avraham pesaba las monedas, Efrón fue sustrayendo algunas… Esta actitud engañosa de Efrón jugaría luego en su contra (D”s ya había asegurado a Avraham que “detestaría a quienes lo calumnien” (Bereshit 12:3), y también se describe en Mishlei (28:22): “precipitado para ganar fortunas, es una persona de mal ojo, y no se percata que finalmente le llegará la privación”. En el momento de negociar, Efrón podía creer que estaba lucrando, pero la Torá lo castigó quitándole una letra del nombre (se escribe Efrón sin la letra “Vav”) a partir del momento del pago. Quizás, en aquel momento de miopía, Efrón no apreciaría la falta de una letra de la Torá, pero en el Mundo de la Verdad, ese detalle se estima en un valor de millones. Y, obviamente, de saber Efrón el tenor espiritual de lo que estaba vendiendo - jamás hubiese hecho la transacción. Pero, quien contempla exageradamente el dinero, por supuesto pierde contacto con la espiritualidad. La Torá vuelve a mencionar la adquisición de la parcela de Avraham para sepultar a Sará en varios lugares (Bereshit 23:17, 25:10, 49:30, 50:12). Efectivamente, fue nuestro primer espacio propio en Israel (aun cuando hoy lamentablemente sea disputado…). No solamente el momento crítico en que sucedió este episodio, sino el hecho de convertirse en el comienzo del asentamiento del pueblo de Israel en la más sagrada de las tierras, elevó el momento para darle connotación eterna. La vida terrenal de Sará había terminado, pero su formidable y milenaria obra recién comenzaba: Itzjak pronto contraería matrimonio y el pueblo de Israel se establecería con la familia de Ia’acov, su nieto, quien completaría el sostén de la incipiente nación. Fuente: Ajdut Informa Nº 614