martes, 1 de octubre de 2013
¿Un nuevo Nobel se está gestando? Destacado
Vladimir Putin y su nuevo protegido Silvio Berlusconi
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de Norte América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fueron aliados. Unidas a Gran Bretaña y Francia, lucharon contra el movimiento nazista generado en Alemania y lograron vencer al tremendo imperio. Inmediatamente después de finalizado el conflicto bélico, la URSS y los EE.UU se convirtieron en acérrimos enemigos y ante cualquier circunstancia, cada una de las potencias tomaba posición de apoyo por el bando contrario al que elegía su ex aliado.
Se generó la llamada Guerra Fría y en diversas circunstancias parecía que una nueva guerra podría comenzar. En Israel tenemos pruebas evidentes de lo mencionado. Bastó que USA apoyara al Estado emergente, para que los comunistas se inclinaran por las potencias árabes. Fueron en apoyo de Egipto y Siria en reiteradas oportunidades y los armamentos y el adiestramiento de esos ejércitos fueron provistos por las fuerzas del Este.
Luego el Imperio de la URSS se vino abajo como un castillo de naipes y el mismo se fraccionó en una infinidad de nuevos países. Rusia es el más importante de ellos y ha tomado la bandera para enfrentar permanentemente al país del nuevo continente.
Las relaciones de los actuales mandatarios no eran ni buenas ni fluidas. Barak Obama y Vladimir Putin han tenido constantes enfrentamientos verbales y su antagonismo es a toda vista, reconocido por todos.
Al estallar la crisis en Siria, como no podía ser de otra manera, el líder norteamericano toma partido por los rebeldes y Rusia apoya al sanguinario dictador. Todas las iniciativas de intervención armada o de represalias contra Bashar Al Assad son vetadas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por Rusia, y de esta forma continua la guerra civil, que ya lleva más de dos años.
Barak Obama, al mejor estilo Netanyahu trazó "líneas rojas" y estableció que éstas no podían ser violadas, Una de ellas era el uso de armas químicas. Como ya vimos en Siria ya han sido masacrados más de 110.000 seres humanos. Eso no le importaba el presidente estadounidense. Pero las 1.400 víctimas del 21 de agosto fue la gota que colmó el vaso. Decidió hacer un ataque a las tropas presidenciales. Primero con todo brío, pero al ver que no contaba con muchos adherentes, se fue convirtiendo en un "escarmiento light". Poco ataque, sólo por aire, no para desestabilizar sino para que lo tomen en cuenta, etc. A medida que perdía aliados, bajaba sus pretensiones. Por último y para contar con algo de fuerza, decidió consultar con su Congreso. Antes de la votación las encuestas eran francamente desfavorables y la verdad es que se encontraba en una posición muy comprometida. Pero todo llega. Su peor enemigo le arrojó un salvavidas, y el espigado y ágil presidente americano no lo desperdició. Putin propuso que Al Assad renuncie a las armas químicas y que éstas fueran entregadas a una comisión internacional para su destrucción.
La solución no era la mejor, pero permite al presidente salir elegantemente de una situación bastante comprometida. Se firma un pacto en Ginebra donde las dos grandes potencias trazan un plan de acción y por el momento el problema parece zanjado. El remedio no es más que político, ya que la fabricación de armas químicas no requiere una gran especialización y los sirios podrán tener en breve plazo, seguramente antes que se destruyan las anteriores, nuevas y más sofisticadas armas. También nos enteramos que Al Assad manifiesta que destruir sus armas químicas requiere más de un año y un costo de mil millones de dólares y suponemos que dicho importe lo debe asumir la comunidad internacional. Y lo dijo sin ponerse colorado.
Vladimir Putin es un estadista nacido y educado dentro del régimen de la K.G.B., el trágico servicio de contraespionaje soviético. Dirige su país con férrea mano y es duro para reprimir la oposición. El régimen es democrático pero con las limitaciones propias de un gobierno tiránico. La oposición no puede manifestarse libremente y los disidentes son perseguidos y carecen de los medios para ejercer una crítica masiva a las actitudes del gobierno. Luego de agotar su período presidencial, y por no poder ser re electo en períodos consecutivos por prohibición constitucional, postula a su Primer Ministro e intercambian roles. Al finalizar éste su período, vuelven a hacer el enroque de cargos al mejore estilo de los grandes ajedrecistas soviéticos.
A pesar de esto, Don Vladimir ha evitado una guerra en lo inmediato. Tomando en cuenta con la ligereza que se designan algunos premios Nobel de la Paz, es probable que también él sea postulado para el mismo. Si lo recibió Arafat, ¿Por qué no él?
Pero Putin no se queda con sólo esto. Este último fin de semana, en las sesiones del club internacional de debate "Vadái" dijo muy seriamente opinando contra la justicia italiana "A Berlusconi le juzgan porque vive con mujeres. Si fuera homosexual, nadie le pondría ni un dedo encima".
Para terminar podemos repetir el editorial del prestigioso diario El Litoral que opina "Por último, las justas movilizaciones contra la guerra en Siria no pueden hacer perder de vista que la guerra ya está declarada como lo demuestran los cien mil muertos, los dos millones de refugiados y las ciudades transformadas en territorios de combate o en tierra de nadie. Desde esa perspectiva, la responsabilidad de Assad es insoslayable, pero el gambito de Putin lo coloca en el lugar de un estadista sabio, prudente y accesible a los reclamos humanistas del orden internacional.
De todos modos, este capítulo de la crisis en Siria no se ha cerrado. La guerra continúa y aún se desconoce hasta dónde Assad accederá a no hacer uso de las armas químicas y a despojarse de ellas. Por lo pronto, Obama no ha renunciado a la posibilidad de intervenir en los términos planteados en su momento, es decir una intervención que excluye la presencia de tropas y aviones en el territorio sirio, pero habilita el bombardeo selectivo a algunos blancos estratégicos del régimen sirio".
Cont. Víctor Vaisman