martes, 24 de junio de 2014

Ser hija de la Resistencia


Leer para creerLeer para creer
 La gente de la Resistencia, la más honrada [achraf el nas], o la shia de Alí, como a Sayed Hasán Nasrala le gusta llamarla, disparó salvas victoriosas el miércoles por la noche tras el anuncio de la nada sorprendente victoria de Bashar al Asad en las elecciones presidenciales sirias. Sus partidarios en la Bekaa y en Yabal Mohsén, el barrio tripolitano de población alauita, así como en los alrededores del sur de Beirut, celebraron la victoria de Asad como si fuera propia. Se creería que el imán Mahdihabía aparecido al fin, o que Israel había sido borrado del mapa.
Fue un significativo espectáculo de poder, dominio y autoridad, como queriendo decir: “Henos aquí, estamos en todas partes, tenemos armas y las emplearemos siempre que queramos. Vosotros, los demás, insignificantes, no podéis hacer nada”. Fue un símbolo del poder que ha obligado a muchos sirios a votar por un presidente que ocupa actualmente el cargo y que ha sembrado el caos en su nación. Y eso es lo único que importa. La victoria es algo relativo a la capacidad de seguir en el poder, independientemente de las consecuencias.
Ebrios de poder y de triunfo, Hezbolá y sus partidarios mirarán ahora con todavía más desprecio a cualquiera que se muestre en desacuerdo con ellos, y más aún si eres chií. Seas quien seas, serás un traidor, un símbolo de traición a la Resistencia y a todo lo sagrado que ésta entraña. Pero si eres chií, tu traición es aún más grave, simplemente porque esta lucha es por tu identidad y por el sentimiento de poder y rectitud de la comunidad. La Resistencia no tolera que se la resista, especialmente por parte de los chiíes. La Resistencia trata del dominio.
¿Qué supone ser chií hoy en día?
En el mejor de los casos, eres chií en primer lugar, y luego libanesa. Eres hija -o hijo- de la Resistencia, no un ciudadano libanés. Tu tierra, tu familia, tu hogar y tu vida no son tuyos; pertenecen a la Resistencia. Todo lo que eres y tienes es un precio a pagar en el altar de la Resistencia, porque la liberación (una llamada, supuestamente), resultó ser una tarea muy costosa, por la que debes pagarlo todo y dejar de vivir.
Si no estás de acuerdo con la política iraní en la región, significa que has traicionado a todo Ahl el Beit, desde el imán Huseín a Sayeda Zeinab, y que has tratado de destruir la historia colectiva deKarbala. Si no te gusta lo que Hezbolá está haciendo en Siria, mejor quédate callada, o finge estar feliz y celebra la victoria de Asad, como hacen muchos otros.
No tienes nada que decir respecto a nada. Tus ideas y tu modo de vida no te pertenecen para que puedas conformarlos o decidir respecto a ellos. Has sido ocupada, conquistada y marcada. No tienes más remedio que aceptar tu destino y los presagios de dominación y poder de aquéllos que controlan tu vida.
La Resistencia es un modo de vida.
Es un compromiso y una identidad. Has sido educada para creer que, sin la Resistencia, habrías sido derrotada, y que lo seguirías siendo. La Resistencia es tu familia. No eres una persona; eres una  pequeña parte de una imagen mayor, y no se supone que tengas que entender todos los detalles. Déjale eso a los líderes. Todo lo que tienes que hacer es creer; no eres nada si no crees. La Resistencia te define y te hace ser quien eres. Y cuidará de ti: te proporcionará todo lo que necesites. Todo lo que debes hacer es rendirte y ceder.
Cede al Wilayat al Faqih. Cede al tornado mortal en el Líbano, en Siria y en Irak. Alégrate ante los símbolos de dominio. Alégrate con las victorias en Qusayr, en Yabrud y en Homas. Alégrate con la muerte y la sangre, y saldrás victorioso.
¿No anhelas la gloria de la que has oído hablar en cada asura desde que naciste? Se te dará esa gloria, pero exige sometimiento. Deja de hacer preguntas. Olvida esas sangrientas imágenes de inocentes niños sirios muertos. ¿Por qué no dejas de ver la televisión y de leer periódicos? Mira Al Manar TV y tendrás la verdad, la verdad que necesitas saber, y así podrás relajarte.
Olvida las pequeñas definiciones de resistencia. Piensa en la imagen global: el dominio chií. ¿No es una causa gloriosa? La Resistencia no se refiere ya al Ejército de Hezbolá en lucha contra la ocupación israelí. Olvídate de fronteras y de Estados; son detalles. El Líbano no es tu patria definitiva. Tu comunidad y tu familia son mucho mayores. Piensa en la Resistencia como en una lucha más amplia y prolongada contra todo aquél que quiera derrotarte como chií. Entonces comprenderás que es una lucha por ti, por tu familia y por tu comunidad.
La Resistencia se refiere a la victoria definitiva. Tienes que aceptar los sacrificios, la muerte de amigos y parientes. ¿Qué es una muerte individual comparada con la gloria de la comunidad? Si mueres por la causa suprema serás un héroe, un mártir, un campeón. Sí, se olvidarán de ti al cabo de pocos días y tu familia sufrirá indefinidamente, pero está bien, porque tú no eres nada; eres un sacrificio menor, pero necesario, y deberías alegrarte.
En nombre de la Resistencia, debes alegrarte. Guárdate para ti tus miedos y dolores. Ignora los sentimientos pasajeros de compasión por los niños muertos de Siria. En nombre de la Resistencia, debes dejar de sentir. Piensa en ti como en una víctima: una víctima de una gran teoría de la conspiración que pretende matar a todos los chiíes del mundo. Cree en la Resistencia como en tu identidad y forma de vida. Cree en todo lo que te diga. Olvida que eres un ser humano que piensa y siente; es más fácil así.
Como chií, debes creer que formas parte del pueblo elegido. Cree, o serás un traidor. No es una elección, no eres libre; somete tu libertad. Somete tu vida, y alégrate.
        


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