*Nacer con
un grito, morir con una sonrisa*
La lluvia, indiferente, caía sobre la ciudad, los peatones,
apurados, buscaban un resguardo, del temporal.
Charcos en calles y veredas, dificultaba el andar, Del
café, que entré a guarecerme, tenía un panorama del centro
de la ciudad.
Me gusta el café tibio, nunca caliente y eso me daba la
oportunidad, de mirar a la
gente, corriendo y esquivando autos, para evitar la humedad
y los autos, apurados,
esquivando gente para evitar un accidente, en una noche
difícil de manejar.
Llamé al mozo, pagué el café, me ajusté el abrigo y salí del
local. La lluvia mojó
mis anteojos, quitándome parte de mi visual. Me apoyé en el
bastón y el dolor de
mi reuma y yo enfilamos hasta el primer semáforo peatonal.
La luz, de repente, cambió
y el colectivo en un costado me golpeó, oí el ruido de mi
esqueleto, protestando de dolor. La gente se agolpaba, con distintos consejos y
como en la distancia escuché una
voz, del pasado resurgir: *lo conozco, fuimos novios, quiero
que su cuerpo descanse en mis brazos, quiero acompañarlo, hasta el final: ¡
Señor permite que mi voz, la escuche este hombre, que tanto amé, deja que se
sienta acompañado, en tal difícil situación ¡ *
¡ Miren, miren, se lo ve sonreír ¡
El accidente provocó una muerte y con la muerte llegó el
pasado y el pasado le trajo
un recuerdo feliz.
¡ Una manera de morir ¡
Mario Beer-Sheva
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