miércoles, 29 de julio de 2015

Irán y la pena de muerte: los ayatolás matan más de lo que dicen

Por Pablo Molina 

horca

La República Islámica persa es uno de los regímenes que aplica la pena de muerte con más prodigalidad. Entre lo que puede llevar a una persona a la horca se cuentan el tráfico de drogas y las ofensas religiosas, según la interpretación que hagan los tribunales en cada momento, a través de unos procesos legales que distan mucho de garantizar el derecho a una adecuada defensa de los detenidos. A esta realidad se suma ahora la denuncia de Amnistía Internaciona (AI), según la cual el régimen de los ayatolás estaría falsificando las cifras de ejecuciones para ofrecer datos más bajos de lo que refleja la cruda realidad.
En el año 2014, las autoridades iraníes reconocieron oficialmente 289 ejecuciones (278 hombres y 11 mujeres). Sin embargo, los datos recogidos por AI muestran que hubo al menos 454 más, con lo que la cifra total sería de al menos 743. Según Amnistía, al menos 29 se llevaron a cabo en público mediante ahorcamiento.
El régimen de los ayatolás también perpetra ejecuciones en secreto. En estos casos, los familiares del reo no saben dónde se le ha dado muerte y no reciben sus restos para que puedan darles sepultura.
Amnistía Internacional incide en las escasas garantías de los procesos judiciales celebrados en la República Islámica. Según la conocida ONG, los detenidos no suelen tener acceso a un abogado durante la instrucción de su caso. Además, los tribunales no suelen admitir las denuncias de tortura, sino que, por el contrario, admiten como prueba determinadas confesiones obtenidas con procedimientos ilegales.
Las autoridades iraníes aseguran que el 80% de los condenados a muerte son convictos de tráfico de drogas (en Irán basta con estar en posesión de 30 gramos de morfina para acabar en el paredón). Sin embargo, entre los ejecutados no escasean los miembros de minorías étnicas y religiosas condenados por delitos tipificados como “enemistad hacia Dios” o “corrupción en la Tierra”.
Según AI y otras organizaciones humanitarias, en estos momentos en Irán hay varios miles de presos condenados a muerte a la espera de ser ejecutados.
Las cifras de ejecuciones y el proceso que conduce a ellas cuestionan la imagen de moderación que el régimen iraní pretende mostrar, especialmente tras la victoria en las últimas elecciones presidenciales de Hasán Ruhaní. La ocultación del número real de ejecutados sería una prueba añadida de que la única moderación de los ayatolás tiene que ver con la manera en la que destilan la información sobre lo que realmente ocurre en el país.

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