viernes, 31 de julio de 2015

Un día vergonzoso para Israel

Por David Horovitz
Ali Dawabsha
Un pariente sostiene la foto del bebé Alí Dawabsha, en la casa familiar quemada e un ataque sospechoso de haber sido perpetrado por terroristas judíos en Duma, en la ciudad de Nablus el 31 de julio de 2015. (Foto de AP /Majdi Mohammed)
Si, como parece muy probable, fueron terroristas judíos los que deliberadamente quemaron la casa de Dawabsha en Duma durante la noche, matando a Ali, de 18 meses, y dejando al resto de su familia a las puertas de la muerte, entonces el ataque deja a Israel en un momento decisivo.
Hay muy poco, en esta región ensangrentada, que tenga mayor poder de impacto. No cuando vastas multitudes en Irán exigen Muerte a Israel y Muerte a Estados Unidos, y el Estado Islámico decapita a sus oponentes. No cuando Israel ha luchado durante décadas una guerra convencional, combatido ataques terroristas y descargas indiscriminadas de miles de cohetes. Y no cuando hemos conocido terribles actos de terrorismo judío, incluida la masacre de Baruj Goldstein de los palestinos en la oración en la Cueva de los Patriarcas de Hebrón en 1994, y la quema de Muhammed Abu Khdeir de 16 años de edad, del este de Jerusalén el verano pasado.
Pero si fueron terroristas judíos los que atacaron durante la noche – y rociaron de graffiti en hebreo la horrible escena del crimen parecería dejar poco espacio para la duda – entonces los judíos israelíes sin duda tenemos que estar en shock. Impresionados por nuestra relativa indiferencia a la acumulación de crímenes de odio cometidos por la venganza de terroristas autoproclamados pro-colonos que evidentemente no se detienen ante nada y no respetan las leyes.
“Hemos sido negligentes en la lucha contra el terrorismo judío”, reconoció el viernes el presidente, Reuven Rivlin, y estaba en lo cierto. Los ataques de “etiqueta de precio”, los crímenes de odio, los actos de terrorismo judío – no importa cómo los llamemos, las autoridades israelíes no han logrado evitarlos, y fallaron abrumadoramente en detener a los responsables de los mismos.
Condenar todo el espectro no es suficiente. Israel tiene que actuar – atrapar a los asesinos que atacaron a la familia Dawabsha y las pandillas que han realizado docenas de otros ataques, y trabajar mucho más para impedir futuros crímenes semejantes.
La inteligencia y la seguridad de Israel no son perfectas. Sólo presenciar el fiasco total de Yishai Schlisser, que atacó a los participantes en el desfile del orgullo de Jerusalén en 2005, fue liberado hace tres semanas, declarando abiertamente en las entrevistas que estaba decidido a repetir su crimen, y más aun, fue capaz de hacerlo, a efecto devastador, el jueves por la tarde. Pero la acumulación de crímenes de odio no resueltos en las semanas, meses y años antes del ataque de Dawabsha sugiere fuertemente que el terrorismo judío no ha sido una prioridad para establecer la seguridad de Israel. Tiene que serlo. (Canal 2 de Israel informó la noche del viernes que se han producido 15 incendios de casas palestinas en Cisjordania desde 2008 por terroristas judíos sospechosos. Ninguno de los agresores ha sido capturado).
Siendo aún más críticos, sin embargo, el terrorismo judío tiene que ser abordado a nivel de base. Es demasiado evidente que las mentes están siendo envenenadas, cargadas de arrogancia celosa, convencidos de que conocen la voluntad de Dios, preparados para asesinar. Eso requiere una respuesta más allá de la aplicación de ley – una respuesta de la dirección espiritual y el liderazgo educativo, en el mundo del que están surgiendo estos extremistas. Los extremistas que pervierten el judaísmo, que hacen prevalecer la tierra sobre la vida, abrazan el racismo y el odio y la violencia, deben ser abordados práctica e ideológicamente.
Una vez más, la condena, aunque sincera, simplemente no es suficiente. La condena no va a impedir el próximo ataque. La condena no va a detener la propagación de una manera cruel, e insostenible de pensar y actuar.
Debería ser innecesario decir que el despreciable crimen cometido durante la noche, si de verdad fue cometido por judíos, nos mancha a todos. Es un abuso de nuestra fe. También refuerza a nuestros enemigos. Consterna, avergüenza y en última instancia aliena a nuestros amigos. Daña nuestros propios vínculos con esta histórica patria judía, porque nuestro derecho a prosperar como Estado judío se entrelaza con un judaísmo que es humano y merecedor de respeto y apoyo. No debería ser necesario decir todo eso, pero es demasiado obvio, hoy – cuando Ali Dawabsha está enterrado, y los médicos de Israel tratan de salvar al resto de su familia – que hay que decirlo.
Deberíamos estar consternados hoy por esta última, repugnante evidencia embrutecedora que acarrea. Pero a medida que reverbera el choque, es mejor asegurarse de que actuamos para prevenir más de lo mismo y peor.
A su favor, el hombre encargado de la responsabilidad de la seguridad interna de Israel, Gilad Erdan, podría decirse que lo expresó mejor el viernes. “Tenemos un montón de lecciones que aprender como sociedad, como resultado de los incidentes de anoche”, dijo el ministro del Likud Erdan el viernes por la mañana, ya que la mayoría de nuestra nación se sumió en las náuseas y la desesperación cuando se despertó con la noticia. “Las señales apuntan a que este ataque fue llevado a cabo por judíos. Una nación cuyos hijos fueron quemados en el Holocausto tiene que hacer mucha introspección si crió gente capaz de quemar a otros seres humanos”.
Sin embargo, no sólo lecciones y examen de conciencia. Acción.
Fuente: The Times of Israel
Traducción: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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