Es hora de cambiar las reglas del juego
En los últimos años miles de jóvenes de países occidentales se han unido al Ejército Jihad del Estado Islámico, y no hay final en el horizonte; para luchar contra el terrorismo islamista, el mundo libre debe llevar a cabo una nueva evaluación.
Terrorismo en Túnez. Más del 99% de las víctimas del terrorismo en el mundo en los últimos años han sido musulmanes (Foto: EPA)
por: Ben-Dror Yemini
El terrorismo es algo global. No tiene nada que ver con el conflicto árabe-israelí en general, o con el conflicto israelí-palestino en particular. Demasiados en el mundo – las brigadas “fuerzas de progreso”, que tienen mucho poder en los medios de comunicación a nivel mundial y en el mundo académico occidental – siguen siendo poco claros. Pero el viernes pasado, la jihad global envió tres aclaraciones adicionales – en Francia, en Túnez y en Kuwait.
¿Por qué? Esta pregunta se plantea repetidamente. ¿Qué diablos es lo que quieren? A algunos les gustaría pensar que es culpa de occidente. Es el colonialismo, es la opresión, es la explotación, es la humillación, es la discriminación. Pero hay algo defectuoso en esta excusa: Hay millones de personas pobres y explotadas en el mundo, y no vuelan por los aires a nadie y no se suicidan. Sólo los islamistas lo hacen.
No son los musulmanes. Son los islamistas. La excusa de la humillación y la angustia se está convirtiendo en particularmente insensata, porque ese terrorismo está dirigido principalmente contra musulmanes. El terrorismo provoca mucho más titulares cuando se lleva a cabo en occidente, pero es sólo una pequeña parte, una partícula, de las actividades terroristas de la jihad global.
Más del 99% de las víctimas del terrorismo en el mundo, en los últimos años, han sido musulmanes. No sabemos acerca de la mayoría de ellos, porque no interesan a nadie. Indudablemente no son los representantes del colonialismo. Por lo general, ni siquiera tenemos idea de por qué están siendo masacrados.
Las masacres no sólo son llevadas a cabo por sunitas contra chiítas. Y no eso sea alguna justificación para ello. La mayoría de los actos terroristas en el mundo son llevados a cabo por sunitas contra sunitas. La retórica es anti-occidental, anti-estadounidense y anti-israelí, pero la actividad real es anti-musulmana. Así que el intento de proporcionar “justificaciones” para el terrorismo, de acuerdo con la escuela post-colonial, es ridículo. Es una tontería.
Pero el terrorismo se está acercando a occidente. Es amenazante. Miles de jóvenes de países occidentales se han unido al Ejército Jihad del Estado Islámico en los últimos años. Según datos recopilados por el Centro Nacional de Contraterrorismo (NCTC), estamos hablando de alrededor de 1.200 reclutas de Francia, 600 de Gran Bretaña, 600 de Alemania, 1.500 de Rusia, 120 de Estados Unidos, etc. Las cifras siguen aumentando. Más de 100 musulmanes, incluso, han abandonado la lejana Australia para asesinar a otros musulmanes. Y no hay final en el horizonte.
A medida que se incrementan los informes del horror, crece la motivación para unirse. El registro en realidad pertenece a uno de los países más moderados en el mundo árabe – 3.000 reclutas de Túnez. Arabia Saudita está en segundo lugar con 2.500, seguida por Jordania y Marruecos con 1.500 voluntarios cada uno.
La búsqueda de la lógica está condenada al fracaso. No hay denominador común entre los reclutas. Algunos son personas temerarias, desempleadas, en busca de deportes de riesgo, mientras que otros son graduados de universidades prestigiosas, ingenieros y médicos. A veces estamos hablando de auto-radicalización a través de Internet. A veces es Qatar, que ha sustituido a Arabia Saudita y financia a una parte considerable de los predicadores de la corriente wahabí que están activos en Occidente.
Con el fin de luchar contra el terrorismo, el mundo libre debe llevar a cabo una nueva evaluación. Si la cantidad de reclutas está aumentando, si las amenazas están creciendo, si hay más radicalización – tanto más las reglas del juego deben cambiarse.
Por ejemplo, ¿Deben permanecer activos los sitios web de incitación y reclutamiento bajo la protección de la libertad de expresión? ¿Debería detenerse, mediante legislación, la enorme financiación que llega de Qatar? ¿Deberían ser expulsados los activistas afiliados a la jihad o los imames que nutren la radicalización?
El mundo libre sabe que las respuestas a estas preguntas están en el umbral de su puerta. Está teniendo dificultades para lidiar con ellas.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Fuente: Por Israe
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