martes, 6 de marzo de 2012

Y “El Viejo” se equivocó


Corría el año 1948. El primer año del nuevo Estado. Las guerras se sucedían en todas las fronteras. Se defend Save ía con lo que se podía. Todo era escaso. Sin armas, sin aviación, sin combustible, sin alimentos. Todo flaqueaba. Sólo sobraba el valor, las ansias de libertad. El fuego sagrado de más de dos siglos de diáspora estaba presente en cada instante. La sombra del Holocausto y sus seis millones de víctimas. Las persecuciones e injusticias de judíos en países árabes. Era la oportunidad. Tal vez, la última. El gobierno provisorio hacía lo imposible por mantenerse. David Ben Gurión, el de las interminables luchas, el incansable gladiador de cientos de batallas, tiene que capitular ante las presiones de los religiosos ultra ortodoxos y firma una ley que excluye a los alumnos de las Yeshivot (escuelas de altos estudios judíos) de cumplir con la ley que establece el servicio militar obligatorio.

Como consecuencia de esa ley, 400 alumnos son liberados en ese año de enrolarse en el ejército de Defensa de Israel. Las causas y los motivos de la firma de esa ley son fácilmente entendibles y muy lejos estaba "El Viejo" de entender que con la misma, se iniciaba una injusticia, que iba a separar para siempre a la población de Israel.

Esos 400 "privilegiados" se fueron ampliando en forma geométrica. Desde 1948, la población de Israel creció un 1.200 por ciento, pero los religiosos que no prestan servicio al ejército, se ha incrementado en un 15.000 por ciento.

En 2005 los exceptuados fueron 55.000, en 2009, 57.800 en el 2010 ascendieron a 62.500 y este último ejercicio alcanzaron a 71.000.

Si, 71.000 ciudadanos del país se han exceptuado de hacer el servicio militar y no prestar ningún servicio a la comunidad, solamente porque tenían que rezar y continuar con sus altos estudios.

71.000 ciudadanos que son distintos a nuestros hijos y nuestros nietos. Que abandonan el calor de sus hogares y el cariño y comida de sus madres, para ir a defender las fronteras, la seguridad interna y sin duda la libertad de culto.

71.000 ciudadanos que no sólo no se sacrifican por su pueblo, sino que viven del erario público, de sus impuestos, de mis impuestos.

Se estima que hoy día, el 13 por ciento de los jóvenes de 18 a 21 años pertenecen ese grupo privilegiado.

Como puede verse a simple vista, el sistema genera una injusticia que ha provocado un serio resentimiento que se incrementa con el transcurso del tiempo.

Bajo el período que Ehud Barak fue Primer Ministro, este creyó encontrar la solución al tema. Siguiendo las sugerencias de una comisión que se creó para tratar el tema y que estaba bajo la presidencia del ex juez, Tzvi Tal, estableció un método, para que estos alumnos de colegios de altos estudios religiosos, pudieran hacer un servicio militar reducido y especial. ( ver editorial del 1 de febrero, La ley Tal, otra vez en la palestra ). Esto significó un tremendo fracaso y sólo unos mil alumnos anuales utilizan esa prerrogativa. La ley se sancionó en 2002 con validez por cinco años y, pese a su poco éxito, fue renovada a su vencimiento, por otros cinco períodos. La ley termina su vigencia en agosto del corriente año.

En un fallo ejemplar, que llena de orgullo a los amantes de la igualdad ante la ley, el Tribunal Supremo de Justicia, el pasado 21 de febrero ha emitido una resolución que establece que la ley está en contra de las Leyes Fundamentales que rigen en el país ( anticonstitucional, para un país que hubiese tenido constitución). Establece en sus fundamentos, que la misma no es igual para todos los ciudadanos y vulnera el principio de equidad entre los habitantes del país.

Todos conocemos perfectamente lo que esto significa. A la muerte de la Ley Tal, le sucederá una crisis de gobierno provocada por los partidos religiosos, que son necesarios para formar la coalición gobernante.

Inmediatamente el Primer Ministro, en una reunión con periodistas, informó que ya ha encomendado a especialistas el estudio del problema y que a corto plazo propondrá una ley acorde a las necesidades y que satisfaga a todas las exigencias. No vamos a preguntarnos ahora porque se esperó a que la ley Tal sea derogada para comenzar a estudiar una ley justa. Ya es conocida la situación de Netanyahu que reacciona solamente cuando la exposición mediática es muy fuerte. Caso contrario, es mejor tirar para adelante y ver que ocurre.

Pero abramos un voto de confianza. Esperemos que se tenga en poco tiempo una ley, justa y ecuánime. Que en forma consensuada pueda satisfacer a todos los sectores. Y todos significa que todos los ciudadanos de Israel deben ser iguales ante la ley. Los judíos ortodoxos, los judíos religiosos moderados y laicos y los ciudadanos árabes. Todos deben cumplir con su obligación militar donde pueden ser útiles. Algunos irán al frente, otros en puestos de retaguardia, administrativos y de menor riesgo físico, según sus condiciones. Pero todos. También los que profesan distintas religiones deben tener la oportunidad de integrarse con los mismos derechos y obligaciones que los otros ciudadanos. Tareas de servicios públicos son indispensables. Todos serán bien recibidos.

Todos los ciudadanos de Israel deben tener las mismas obligaciones y los mismos derechos. Así como todos tienen el derecho a elegir y ser elegidos en las elecciones municipales y nacionales, todos deben cumplir la ley y esta tratar a todos por igual.

N.del R. perdón por el uso reiterativo del vocablo todos, pero es así

Cont. Víctor Vaisman-NOTI OLEI

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