miércoles, 21 de agosto de 2013
Milim Cultural Nº 169Antiguos y nuevos caminos de la seda. Judíos en Asia
La existencia de los judíos de Asia es un tema que parece tener siempre un aura de leyenda, porque es muy poco lo que se sabe de ellos aunque hayan tenido allí una presencia de más de mil años. Es en realidad una página de historia poco conocida, que remite a épocas muy lejanas y de las que hoy solo quedan unos pocos restos.
Para tratar de conocer este antiguo mundo judío casi sepultado por el tiempo, se ha realizado en Milán, en el mes de junio, un convenio llamado “Antiguos y nuevos caminos de la seda. Judíos en Asia”. Organizado por la Academia Ambrosiana y la Asociación Italia-Israel. Cuenta con la colaboración de la Fundación Italia China, el Instituto Italo-Chino Vittorino Colombo y el patrocinio del Centro di Documentazione Ebraica Contemporánea. Intervienen además expertos en estos temas y lugares, que han recorrido las calles de los judíos en la India, China, Afganistán y Asia Central, en la época de las deportaciones stalinistas.
Judíos de la India
Gabriella Steindler Moscati se ha ocupado del tema de la India, analizando los tres grupos diferentes presentes en el país en la época anterior a la independencia. Los de Cochin vivían presentes en la península ya en el primer milenio, los de Benei Israel sobre la costa occidental y la de los Bagdadi eran residentes en la ciudad de Bombay y Calcuta. “Se trata de grupos muy diferentes entre sí, en sus usos y costumbres” – ha explicado la estudiosa-. En especial los Bagadadi son los más occidentalizados, mientras que los de Cochin, para mantener a salvo la fe judía, habían elaborado un sincretismo religioso para insertarse mejor en el contexto indio. Seguramente el comercio de las especies ha llevado a muchos mercaderes y viajeros a instalarse en la India entre los siglos XVII y XVIII. Con la constitución de la Compañía de las Indias Orientales, en 1750 se consolidaron las dos comunidades, de Cochin y Benè Israel”. La llegada de los Bagdadi en los diferentes períodos responde al clima de paz impuesto por Gran Bretaña (Pax Britannica). Los Bagdadíhuyeron a la India desde Persia y Siria debido a la persecución islámica y a su llegada comienzan a jugar un papel importante en la sociedad India. Construyeron sinagogas majestuosas a lo largo de las rutas de la Indias y en particular en Bombay y Calcuta, donde fue fundada oficialmente la comunidad judía.
También con toda probabilidad se extendieron también en Birmania y Shangai, donde todavía hoy existen las huellas de su pasado. Los Bagdadi se insertaron en la vasta red de la administración británica, tenían un alto nivel de vida en el estilo occidental y daban un enorme espacio también a las mujeres, muchas de las cuales eran abogadas y médicas. Estaban muy influidos por la cultura dominante anglosajona también en el contexto educacional, enviaban a sus hijos a colegios ingleses. Con el paso del tiempo llegaron a las grandes ciudades también los Ben Israel y los Cochin, aumentando así la población judía.
La situación cambió en el siglo XX con la cuestión de la independencia y la intensificación de la lucha con los musulmanes - durante los años cuarenta – que llevaron a la fundación de Pakistan. En estos años la comunidad comenzó a temer por su propia existencia: se daban cuenta de que sus intereses estaban protegidos por la potencia colonial británica. “Se puede observar la situación general leyendo el boletín de la Comunidad de Calcuta, Shemá Israel- continúa Steindler - en que aparecen muchas apelaciones espantadas. En particular en 1947 con la descomposición de la situación política en Bengala, hubo huelgas y atrocidades, la comunidad comenzaba a preguntarse si no era el momento de pedirle al gobierno británico el status de minoría, para poder tener una representación en la sede gubernativa, que pudiera proteger sus derechos”. Mientras tanto, llegaron a la India también los judíos que vivían en la zona que se convirtió en parte del recién formado Estado de Pakistán, abandonando el nuevo país musulmán. Una vez constituidos el Estado de Israel y la India, gracias al apoyo del nuevo Primer Ministro Nehrú, muchos judíos, buscando una nueva vida lograron llegar sanos y salvos a Israel.
Judíos en China
La situación de los judíos en China era muy diferente. “ Existían noticias sobre presencia judía en China desde el siglo VIII – ha explicado Monsignor Pierfrancesco Fumagalli, doctor y vice prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, director de los Estudios del Extremo Oriente de la Academia. Es sobre todo con el nacimiento del Islam que muchos judíos provenientes de Persia se establecieron en China, en especial en Kaifeng (región del Hennan) donde en 1163 fue construida la primera sinagoga: también por esto Kaifeng es considerada la Jerusalém de China. También hay informaciones sobre los judíos de China en el libro El Millón de Marco Polo que cuenta como en la corte del emperador había budistas, cristianos, musulmanes y judíos. “Esta convivencia se halla dentro de la concepción China sobre la religiones que son como los dedos de una mano, pueden existir, mientras obedezcan a la mano, es decir, las normas del imperio. Hoy lo mismo pasa con el régimen comunista: las religiones son toleradas mientras no vayan contra el partido.”
Todavía hoy existen algunas familias judías, a quienes un emperador Ming les había dado sobrenombres particulares: Ai, Shi (equivalente a la la palabra piedra en castellano), Gao, Jin (‘Oro’), Li, Zhang, y Zhao. También en Garbin,en la Manchuria septentrional, hay una comunidad judía que hacia el fin del siglo XIX y comienzos del XX se convirtió en el centro político, económico y cultural más grande e importante para la población judía de la región. Pero la falta de continuidad de las relaciones entre la comunidad judía de China y los judíos de las regiones occidentales han llevado lentamente a la declinación del judaísmo chino autóctono. En el siglo XX, con la llegada de la República Popular, las religiones tuvieron un trato muy limitado. Solo cinco fueron admitidas oficialmente, pero entre ellas no se hallaba el judaísmo. Durante la guerra, llegaron muchos extranjeros huidos de Europa: es ejemplar el caso de los 15.000 judios salvados en Shanghai, a quienes fue dedicado el Museo Judío de Shanghai. Pero allí también se encontraban muchos refugiados provenientes de la URSS. En esos años en que muchos inmigrantes, deseosos de reconstruir y recuperar los rituales judaicos en China, se animaron a llevar a esos lugares seguros muchos objetos de valor relacionados con la observancia.
“Hoy en día, más allá de que muchos extranjeros judíos viven en China por trabajo, no existe una comunidad judía ligada a aquellas que estuvieron desde el principio - comenta Mons. Fumagalli -. en la sociedad, hay mucho interés en el judaísmo, y no faltan las relaciones académicas entre Israel y la Universidad de China (las relaciones diplomáticas entre los dos países han comenzado en 1992). Sin embargo, hay más y más casos de jóvenes que buscando sus propios orígenes judíos deciden emigrar a Israel, a redescubrir sus raíces”
La ‘Geniza afgana’
Desde Afganistan han llegado noticias muy interesantes, se han encontrado, probablemente en una gruta del norte del país, cerca de 200 documentos pertenecientes a los siglos X y XI. Al parecer es una Genizá, un sitio donde los judíos guardan sus textos en desuso considerados sagrados, que dan muchas informaciones sobre la presencia judía en la época en la región del Khorasan.” Se trata de documentos de diverso carácter – ha explicado Ophir Jaim, que está estudiando el nuevo material para su doctorado en Jerusalém - : documentos legales, registros financieros, poesías, traducciones bíblicas y comentarios. Las lenguas utilizadas son muchas: hebreo, arameo, árabe, judeo-árabe, persa”.
Entre todo esto, se halla el Tratado de Avodà Zarà de la Mishnà. Algunos textos de Saadia Gaon (882-942), la traducción del Libro de Jeremías en antiguo judeo-persa y trabajos de literatura caraíta. Es interesante entonces notar como en algunos documentos se habla de un cierto Abu Nasser, que en realidad en otra carta es mencionado como Abu Yehudà. “Esto por lo tanto significa que los judíos en esa época usaban nombres diferentes con sus vecinos musulmanes- ha explicado Jaim -. Son documentos preciosos, que cuentan como era la vida judía en aquellos lugares. Y no excluyo que haya muchos otros en las cavernas desparramadas entre las montañas”.
Las deportaciones judías durante Stalin
En fin, el último testimonio directo ha sido aportado por Mons. Edoardo Canetta, que ha hablado de la historia de los judíos deportados en Asia Central (Kazakistan) por Stalin.
“Hasta la primera de las revoluciones bolcheviques vivían en la zona que luego quedó bajo la dominación soviética (excluidas las Repúblicas Bálticas) cerca de 5.500.000 de judíos – ha explicado – el 97% de los cuales hablaba principalmente el idish. Con la revolución muchos judíos adhirieron al partido de los mencheviques; en general sin embargo la aversión sobre el tema de las religiones se reflejó también sobre los judíos. Ya en 1918 la separación de la Iglesia del Estado y de la escuela lleva a la clausura de muchas escuelas judías, que tienen un rol importante en la conservación de la lengua y la cultura.
Stalin una vez que llegó al poder, elaboró una estrategia en que claramente trató de convertir al judaísmo en un grupo étnico integrado al sistema soviético, quitándole su carácter religioso. En el período de las grandes purgas que golpearon sobre todo a los intelectuales, fueron muchísimos los judíos – artistas poetas, escritores, literatos, músicos etc.. –que terminaron en los gulags.
Canetta descubrió que este destino no solo involucró a hombres y mujeres por igual, también les tocó a las esposas, a las mujeres de los considerados “enemigos del pueblo”. El encontró que el campo de trabajo de Alzhir, estaba destinado a las que simplemente eran cónyuges de los inculpados (incluida, por ejemplo, la esposa del disidente Nikholai Bujarin) allí el 17% de las prisioneras eran judías. Hoy el campo (acrónimo ruso Alzhir, es el campo de Akmola para las esposas de los traidores de la patria) alberga un museo donde Canetta ha podido examinar otros dos millones de cartas de las detenidas, descubriendo que los judíos tenían un gran nivel literario y que las mujeres tenían una gran cultura. Estudiando campos cercanos, el erudito también ha descubierto que a veces en otro campo de concentración cercano había autoridades religiosas de todas las denominaciones -ortodoxos, católicos, etc... – Pero no había rabinos. "Con pesar, sin embargo, me di cuenta que lo que encontré no le importa mucho a las comunidades judías locales – explicó – pero es tiempo de reapropiarse de su historia, ignorada hasta hoy."