miércoles, 21 de agosto de 2013
Nuevas amenazas al Tratado de paz entre Israel - Egipto
Por Cnel. (Ret.) Dr. Jacques Neriah
Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén
19 de agosto, 2013
Las relaciones, entre Estados Unidos y Egipto, se complicaron desde que el ejército egipcio destituyera al Presidente Mohamed Morsi, el 3 de julio pasado. Las facciones anti-Morsi en Egipto condenaron a Estados Unidos por expresar su apoyo a la Hermandad Musulmana como los representantes electos democráticamente de Egipto.
A lo largo del verano, Estados Unidos intentó hallar un punto medio entre el ejército y la Hermandad Musulmana que permitiría que Morsi regresara a la presidencia. Sin embargo, ni la Hermandad Musulmana ni el ejército estaba dispuesto a compartir el poder. Cuando quedó claro que el ejército estaba a punto de tomar duras medidas contra las protestas de la Hermandad Musulmana en Cairo y otras ciudades, los enviados de Estados Unidos (Senadores John McCain y Lindsey Graham) advirtieron al jefe del ejército, General Sisi, que refrenara sus fuerzas. Además, funcionarios de la Administración Obama realizaron llamadas telefónicas a sus contrapartes en Egipto, pero fueron vanas.
El Gobierno de Estados Unidos estaba dispuesto a abstenerse de llamar a la destitución de Morsi, por parte del ejército egipcio, un “golpe” que, según la ley norteamericana, forzaría a la cancelación de la ayuda militar anual norteamericana hacia Egipto. Luego que comenzaran las violentas medidas del ejército egipcio sobre la Hermandad Musulmana, el Presidente Obama respondió con la cancelación de un ejercicio militar conjunto, programado entre Estados Unidos y Egipto, pero estuvo a punto de anunciar un alto en la ayuda militar norteamericana hacia Egipto.
Desde la destitución del Presidente Mubarak (2011) hubo debates acerca que, la ayuda de los Estados Unidos a Egipto, podría detenerse. Legisladores y medios norteamericanos señalaban, con frecuencia, que la ayuda de los Estados Unidos era un medio para presionar a Egipto para que respete su tratado de paz con Israel. Mientras Morsi fue presidente, este hecho le fue enfatizado en reiteradas ocasiones por los norteamericanos y, tal vez, alentó a la Hermandad Musulmana a bajar el tono en su retórica sobre congelar o revocar el tratado de paz.
En las últimas semanas, el ejército egipcio se frustró ya que percibe que los Estados Unidos no comprenden el peligro que representa la Hermandad Musulmana. Cuando la Administración Obama detuvo el envío de cuatro F-16 y canceló el ejercicio militar conjunto, el ejército egipcio sintió que sus frustraciones se confirmaban.
Muchos, en Egipto, estaban molestos porque no sintieron que los Estados Unidos condenaran con firmeza a la Hermandad Musulmana por quemar decenas de iglesias Coptas, incendiaran estaciones de policía, y asesinaran a más de 50 miembros de las fuerzas de seguridad egipcias. Y, por encima de todo, si algunos líderes norteamericanos dieran a entender que, la ayuda de Estados Unidos a Egipto, se encontraba en riesgo, los funcionarios egipcios se sentirían cómodos en sugerir que el tratado de paz Israel – Egipto no es sacrosanto.
Existen otros factores que amenazan al tratado de paz. Desde la destitución de Mubarak, la Península del Sinaí se convirtió en un refugio para los jihadistas que están amenazando a Israel, así como también al régimen egipcio. Muchos egipcios aseguran que, el tratado de paz Israel – Egipto, limita la soberanía de Egipto hasta el punto que el ejército es incapaz de contraatacar a los jihadistas en el Sinaí. Con eso en mente, Israel permitió un incremento de la presencia militar de Egipto en Sinaí, considerando que es mejor acceder a los cambios en el lugar que renegociar el tratado en su totalidad. Durante los últimos dos años, mientras el ejército egipcio perdía cada vez más su control del Sinaí, Israel permitió introducir diez nuevos batallones, unidades blindadas, y helicópteros de combate en el Sinaí.
Un reciente evento controversial, cuando un grupo de jihadistas fue atacado dentro de territorio egipcio por un helicóptero de ataque israelí o egipcio, resultó una pieza fundamental para desarrollar una nueva retórica.
No mejoró la situación cuando The New York Times reportó, el pasado 17 de agosto, que “los israelíes, cuyo ejército mantenía estrechos lazos con el General Sisi desde su anterior puesto como jefe de Inteligencia militar, estaban respaldando la toma del poder…Diplomáticos occidentales dicen que el General Sisi y su círculo parecían mantener una intensa comunicación con colegas israelíes, y los diplomáticos consideraron que los israelíes también estaban socavando el mensaje de Occidente al asegurar a los egipcios que no se preocupen de las amenazas norteamericanas de cortar la ayuda. Funcionarios israelíes niegan haber asegurado a Egipto respecto a la ayuda, pero reconocen haber presionado a Washington para protegerlo”.
Debido a los crecientes ataques de los jihadistas contra el ejército egipcio en el Sinaí, algunos egipcios comenzaron a movilizarse e instaron al gobierno a cancelar el tratado de paz. El Movimiento Tamarod (en árabe “rebelión”), que logró movilizar a millones de egipcios en las calles y respaldó el derrocamiento militar de Morsi, dirige una campaña de reclamo pidiendo que el tratado de paz sea renegociado. Tal movimiento, dicen, permitiría a Egipto ejercer su plena soberanía en Sinaí e incrementar el tamaño de sus fuerzas, sin necesitar del permiso de Israel. Tamarod y sus partidarios justificaron su postura diciendo que la renegociación del tratado eliminaría la amenaza del chantaje por parte de los Estados Unidos respecto a la ayuda militar anual. Tamarod señala que, una ayuda financiera considerable, podría recibirse de otras fuentes árabes (Arabia Saudita, Bahrein), sin ningún compromiso ni condiciones.
La iniciativa de Tamarod tiene impulso. Dada la tensa relación entre Estados Unidos y el Gobierno interino en Egipto, Tamarod podría ejercer una significativa presión sobre el gobierno para exigir algunos tipos de cambios en el tratado, afirmando que es tiempo de actualizar el documento, de 34 años de antigüedad, para reflejar las realidades cambiantes. Al menguar la influencia de los Estados Unidos en Egipto, el reclamo de Tamarod, en caso que sea exitoso, debilitaría a los Estados Unidos y la disuasión israelí hacia Egipto.
Por último, el asunto dependerá de la postura del ejército egipcio y cómo los generales comprendan qué significaría una derogación del tratado de paz para las relaciones Egipto-Israel, y los intereses estratégicos de Egipto durante un período de alta inestabilidad política interna.