martes, 22 de octubre de 2013

La RepúblicaErich Priebke: Bariloche mantiene silencio cómplice como paraíso de criminales nazis

Bariloche, una bella estación turística argentina en la Cordillera de los Andes, donde el criminal de guerra Erich Priebke encontró refugio tras la Segunda Guerra Mundial, sigue manteniendo un silencio absoluto sobre su vínculo con los nazis. Erich Priebke, presidente de la Asociación Germano-Argentina de Bariloche. Por unos 40 años, Priebke pudo vivir en esa localidad rodeada de lagos, montañas y bosques, apaciblemente y sin ser denunciado. El exoficial nazi murió el viernes 11 de octubre en Roma, a los 100 años de edad. Fue siguiendo la pista del pintor Toon Maes, colaborador belga, que un nativo de Bariloche, Esteban Buch, reveló el retiro de Priebke en la Patagonia argentina, en su obra ‘El pintor de la Suiza Argentina’ (ediciones Sudamericana, 1991), dedicado a los nazis en exilio en Bariloche, ubicada en una región comparada a menudo con Suiza. Él pudo conectar los cabos sueltos entre Erich Priebke, presidente de la Asociación Germano-Argentina de Bariloche, y el oficial de la gestapo responsable de la masacre de las Fosas Ardeatinas, cerca de Roma, donde 335 civiles fueron fusilados en 1944. “Él me habló espontáneamente del episodio de las Fosas Ardeatinas, explicando que no fue más que un simple ejecutor de las órdenes de Adolf Hitler”, recuerda Esteban Buch en una conversación con la AFP. “Hasta ese momento, existía el rumor de que él era uno de los nazis famosos instalados en Bariloche. Yo tuve la confirmación recientemente que mi libro estuvo en el origen del arresto” de este exoficial nazi, extraditado a en 1995 a Italia, donde tres años más tarde fue condenado a cadena perpetua. El exagente de inteligencia nazi Reinhard Kops murió a los 86 años en Bariloche, bajo el seudónimo de Juan Maler, pese a ser buscado por organizaciones judías que pedían su detención por crímenes contra la humanidad. El médico Josef Mengele, el “Angel de la Muerte” que utilizó a los prisioneros de Auschwitz como conejillos de indias, vivió en Buenos Aires y probablemente en Bariloche. Nazis, fascistas, ustachis Miles de nazis, ustachis croatas y fascistas italianos desembarcaron en Argentina con la bendición del entonces presidente, el general Juan Perón (1946-52, 1952-55), según el centro Simon Wiesenthal. Ante Pavelic, el fundador del movimiento ustachi croata pronazi; Dinko Sakic, excomandante del campo de concentración de Jasenovac (Croacia); Josef Schwammberger, quien dirigió los campos de trabajo forzado cerca de Cracovia (Polonia); y Adolf Eichmann, fueron acogidos en Argentina. Este último, responsable de logística de la “solución final”, fue capturado por el Mossad y juzgado en Israel. El tabú de la presencia nazi sigue siendo total entre los alemanes del barrio de Belgrano en Bariloche. En la Asociación Germano-Argentina nadie quiere hablar. Lo mismo ocurre en la escuela alemana Primo Carpraro. El único que se pronunció antes de volver a guardar silencio, fue Jorge Priebke, de 68 años, uno de los dos hijos del criminal nazi. Indignado ante la polémica en torno al lugar donde podría ser enterrado su padre, Jorge Priebke declaró: “Que entierren a mi padre en Israel”. Erich Priebke quería ser enterrado en el cementerio de Bariloche, al lado de su esposa, pero Argentina se opone rotundamente. Para muchos habitantes del mayor centro turístico argentino de invierno, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto judío son eventos históricos muy lejanos como para interesarse por la suerte del cadáver de Erich Priebke. “Bariloche fue un paraíso para los nazis, por eso su presencia es tabú. Hoy, los alemanes se han tapiado bajo un pacto de silencio. Nadie va a contar la historia de sus padres o abuelos. Nadie quiere tener un nazi en la familia, aunque esté muerto”, explica Abel Basti, autor de varias obras controvertidas sobre los alemanes de Bariloche. Los nazis gozaban de tal impunidad en esta localidad a 1.600 km al suroeste de Buenos Aires que Erich Priebke vivió con su verdadera identidad, aunque llegó a Argentina en 1946 bajo el nombre de Otto Pappe. Priebke fue sucesivamente directivo de un hotel, propietario de una chacinería y luego de un centro privado de consultas; era respetado y querido en la comunidad alemana de Bariloche, de la que era uno de sus líderes. Tenía la costumbre de celebrar con sus compatriotas de Bariloche cada 20 de abril el nacimiento de Adolf Hitler. Para Carlos Echeverría, realizador del documental sobre Priebke “Pacto de silencio” (2006), las cancillerías europeas fueron complacientes. “La democracia cristiana europea dejó a los fugitivos en paz, Priebke no se ocultó. En los años 1950, el gobierno alemán reincorporó a miembros de las SS y de la Gestapo. Priebke estaba tranquilo: sus amigos estaban en el aparato del Estado en Alemania”. Sergio Wieder, responsable en América Latina del centro Simon Wiesenthal, dice que actualmente no hay evidencia de presencia de criminales nazis en Argentina o en la región, aunque, advierte, “no se puede descartar nada”.