martes, 22 de octubre de 2013
Por Rabino Alfredo S. Winter* gentileza para el CCIU Terezin: imágenes y reflexiones
Una mañana de otoño...grisácea...No podía, no debía ser de otro modo. Estábamos "visitando" Terezin, el infame campo de concentración en las afueras de Praga, que los depravados nazis quisieron presentar al mundo como "modelo" de residencia plácida y rutinaria de los judíos allí enviados.
Recorremos las calles con viviendas que "albergaron" a los miles de esperanzados e ilusos de nuestros hermanos y hermanas, y que ahora ocupan ciudadanos comunes que no debieran de ignorar las voces y gemidos que emanan de sus paredes envejecidas y agobiadas de toda la miseria humana que "presenciaron" en los años aciagos de la Shoá.
Ya descendidos del vehículo en el que viajamos, cada metro de terreno que caminamos en dirección al nefasto crematorio parece clamar desde lo más profundo de sus entrañas "admat kodesh hi," "la tierra que tu estas pisando es sagrada", cual eco de las palabras de D-os a Moisés cuando se le dirige frente a la zarza ardiente.
Sí, estábamos caminando mi esposa Enia y yo, sumidos en nuestros pensamientos y abrumados en perplejidad ante el respetuoso silencio de los arboles a la vera del sendero, sabedores del doloroso testimonio que, de poder hablar, brindarían sobre los inocentes y desafortunados condenados al más feroz de los cadalsos en su inexorable marcha al infierno.
Nos detenemos en el cementerio de aquellos "afortunados" cuyas cenizas pudieron ser enterradas -¿estarán las de mi bisabuela Hulda Winter Z"L entre ellas? nos preguntamos-antes que los nazis, Imaj Shemam, sea la sola pronunciación de su nombre maldito, resolvieran deshacerse de las mismas apresurada y colectivamente, no sea que ellos y su maquiavélica empresa fueran sorprendidos por el inminente arribo de las fuerzas del mundo libre cuando la guerra se acercaba a su fin.
El Kadish y el "Male Rajamim," las plegarias recitadas en ocasiones luctuosas y que, en virtud de mi profesión, normal y tristemente suelen fluir de mis labios, súbitamente parecen no poder proceder de manera hilvanada, como si la mente se rebelase a aceptar lo surreal del momento y la por siempre incomprensible razón para recitarlas.
Así llegamos al propio infierno...los hornos, las mesas para realizar autopsias, no, más bien, para cometer el postrer ultraje a la dignidad de todo ser humano: extraer todo aquello que pudiera ser "comercializado" y brindar un último beneficio a los sádicos torturadores de quienes cometieron el "crimen" de nacer judíos. Enia enciende una vela que se agrega a muchas otras al pie de un horno en quieta plegaria por el descanso de las almas de nuestros hermanos y hermanas que murieron "Al Kidush Hashem," "en santificación del Sagrado Nombre".
Comenzamos a desandar el trecho hasta el vehículo que nos llevara al Museo de Terezin, absortos en más pensamientos que ahogan la irreprensible angustia de ver ahora niños persiguiendo una pelota de futbol o camiones entregando mercancías a almacenes etc. En donde todo había sido, durante la noche negra de la Shoá y pese al intento nazi de demostrar lo contrario, desolación, miseria y degradación humana indescriptibles.
Llegamos al museo y tan solo es ver la expresión "artística" de los niños, ya sea, añorando un pasado libre, reflejando un presente trágico e incomprensible, imaginando su vida una vez terminado ese calvario o creando sus propias ventanas para tratar de percibir un mundo exterior y una naturaleza de los cuales habían sido impunemente arrancados, para que la inescapable e incontestable pregunta, ¿POR QUÉ O D-OS? aflore a nuestros labios...
Y después, así quisiéramos expresarlo, no podemos ni osamos siquiera hacerlo: ¿cómo poder estar agotados de ese "peregrinaje" a una muestra de la atroz capacidad humana de hacer el mal, cuando el aire que podemos respirar ni bien emprendemos el regreso a la ciudad no nos es negado y abriga promesas de otras experiencias en nuestra excursión por la histórica Praga? Por cierto, no hubo tal opción para Seis Millones de nuestros Kedoshim...
Mientras tanto las palabras de D-os a Caín resuenan en nuestros oídos: "Kol d'mei ajija tzoakim Elai min ha-adama," "La sangre de tu hermano-NUESTROS HERMANOS- clama a Mi desde lo más profundo de la tierra..."
¡YEHI ZIJRAM BARUJ LEOLAM!
¡SEA SU MEMORIA BENDITA PARA SIEMPRE!
* El Rabino Winter y su esposa, Enia, acaban de regresar de una breve visita a Praga, en la República Checa, lo que motiva la presente nota.
El Rabino Alfredo Winter nació en Bolivia y creció en Montevideo, Uruguay ciudad en la que su padre el Gran Rabino Dr.Fritz Winter (Z¨¨) dirigió los oficios la Nueva Congregación Israelita por más de treinta años. El Rabino Alfredo Winter egresó en 1968 del Seminario Rabínico de América Latina con sede en Buenos Aires y se graduó también en la Universidad de Buenos Aires de la licenciatura de Filosofía. Actualmente reside en USA y se desempeña como Rabino en el Templo Beth Israel de Vineland.