miércoles, 2 de abril de 2014

De conversaciones de paz y liberaciones de presos


Fuente: Commentary- Traducido por El Med.io
Por Tom Wilson
1/4/14


Hemos recorrido un largo camino desde los días en los que el primer ministro Netanyahu exigíanegociaciones sin condiciones previas. Ahora simplemente se asume que Israel debe demostrar buena voluntad comprando la presencia de los palestinos en la mesa de negociaciones con una ronda tras otra de dolorosas concesiones. Y debe de haber pocas cosas más dolorosas para los israelíes que tener que ver cómo quienes asesinaron a sus seres queridos quedan libres. Se da de bruces con las nociones más básicas de justicia y, por supuesto, es una táctica suicida: individuos especialistas en terrorismo quedan en libertad para reanudar sus actividades; aquéllos que sopesan seguir la vía del terrorismo saben que, en caso de ser capturados, probablemente serán liberados en un intercambio de prisioneros. Aún así, el Gobierno israelí ha sentado un peligroso precedente y ahora dejar de seguir esa vía puede ser algo más fácil de decir que de hacer.
Los palestinos han presentado recientemente una nueva exigencia. O Israel libera a 1.000 presos palestinos o sus negociadores abandonarán la actual ronda de conversaciones de paz. Los nueve meses previos de infructuosas negociaciones fueron pagados por los israelíes con la liberación de 104 presos de seguridad palestinos. Éstos debían ser liberados en diversas tandas para asegurarse de que los palestinos no iban a limitarse a coger a los presos y salir corriendo. En cada fase los palestinos se verían obligados a proseguir con las negociaciones antes de que la siguiente tanda de presos fuera liberada. Pero la fecha tope para la última liberación de criminales convictos fue el pasado fin de semana. Como el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, se negó a proseguir con las conversaciones, Israel anunció que esa última liberación no se llevaría a cabo.
No fue en absoluto una decisión injusta. Los palestinos insistían en que las conversaciones se habían acabado y que iban a volver a Naciones Unidas para seguir intentando obtenerreconocimiento como Estado allí y, por tanto, los israelíes no tenían nada que ganar si dejaban libres a más terroristas. Pero no liberar a los presos sólo iba a instar a más condenas, pese al hecho de que amenazar con no hacerlo es, posiblemente, la forma que tiene Israel de tratar de mantener abiertas las negociaciones.
De hecho, se ha comentado que el Departamento de Estado no estaba en absoluto satisfecho con la idea de que Israel se echara atrás en la liberación de presos. Según todas las informaciones disponibles, los representantes estadounidenses han advertido a Israel que si los palestinos abandonan las conversaciones, Norteamérica no podrá impedir que éstos acudan a la ONU. En realidad, hay muchas cosas que Estados Unidos podría hacer, si quisiera, para queAbás no abandonara las conversaciones, para empezar. La Autoridad Palestina atraviesa graves apuros económicos; la amenaza de retener las grandes sumas de fondos estadounidenses con las que la AP cuenta para su funcionamiento serían una forma de atar a los palestinos a la mesa de negociaciones.
Pero, sorprendentemente, parece que el Gobierno israelí ha ofrecido aún más concesiones por su parte. En esta ocasión, los israelíes ofrecen 400 terroristas palestinos a cambio de nueve meses de negociaciones. Eso supone un gran aumento respecto a los 104 terroristas acordados a cambio de los nueve meses anteriores. Abás, que, sin duda cree que está saliéndose con la suya en todo esto, ha hecho ahora lo que siempre hacen los tiranos cuando notan que están siendo apaciguados: ha exigido más. Esta vez, dice el presidente de la AP, Israel tendrá que liberar a 1.000 presos para renovar la participación palestina en las conversaciones de paz.
Esta última exigencia debería suponer una señal para Estados Unidos y para todo el mundo de que los palestinos no son serios en absoluto respecto al proceso de negociación. Y no es que, a estas alturas, haga falta señal alguna. Puede que la comunidad internacional se viera obligada a ser consciente de ésta si los israelíes no estuvieran lanzando su propia señal, una que sólo sirve para reducir su capacidad de resistir ante lo irrazonable de la actitud de los palestinos. Al subir la oferta a 400, Israel está indicando que es perfectamente razonable que un gran número de asesinos sea liberado a cambio de una desganada participación palestina en las negociaciones; ahora sólo hay regatear cuántos.
Pero éste en un mensaje desastroso que enviar al mundo. Da la impresión de que una paz negociada no va en interés de los palestinos; que éstos estarían mejor si adoptaran medidas de forma unilateral, y que todas estas conversaciones benefician, principalmente, a Israel. Esto último es en lo que también insiste Obama.
Ah, pero hay otra cosilla que está pidiendo Abás, aparte de esa cuestión menor de que 1.000 terroristas queden libres. El presidente palestino dice ahora que Israel debe acceder a transferir parte del Área C de la Margen Occidental, que controla, a  manos palestinas. Pero esta exigencia podría dar una pista de las debilidades de Abás y de lo que más teme de Israel. Ha estado amenazando con que los palestinos regresarían a la ONU a seguir presionando para lograr allí un reconocimiento unilateral. El ministro de Economía israelí, Naftalí Bennett, ha sugerido que Israel, simplemente,  debería dejar que Abás lo hiciera. Pero Bennett y su partido, junto a buena parte del Likud, también han estado instando a la anexión del Área C por parte de Israel. Es posible que Abás esté exigiendo una reducción en el tamaño de esa zona precisamente porque teme una anexión israelí. Esto debería decirle a Israel algo respecto a en qué tiene algo de ventaja.

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