miércoles, 1 de abril de 2015

Tiempo de Nisán, Por el Rabino Mordejai Maarabi Pesaj. De ambos lados de la libertad.
El tiempo, decíamos, es el comienzo de la vida misma. Y junto a {el, habremos de construir el espacio singular donde confluirán las personas y sus ideales, transcurriendo ese tiempo.
Adam, la dimensión humana, nace libre y vive para la libertad. El Creador ha depositado en la ardua tarea de recorrer el mundo creado, dominarlo inteligentemente y usufructuar uno a uno, los infinitos beneficios materiales que hay en {el, para edificar a lo largo de sus días "el ser interior", es decir, su conformación espiritual, única, excluyente en el mundo del Bereshit que le pertenece y debe hacer suya….
Nuestra historia como pueblo, nace como producto moral de esa libertad.
Abraham nuestro padre es el prototipo del Adam concebido por D's en la Creación. Porque Abraham elige –en libertad- el transitar por una vida donde los valores posean su valor y donde el hombre pueda someterse – voluntariamente- a sus propias elecciones, destruyendo uno a uno los aspectos que lo limitan y enfrentando en cada instancia y circunstancia, con sus propias palabras y sus propios hechos….
Y todo porque, nos preguntamos? Por cuanto Abraham, en soledad logra penetrar lo recóndito. Por cuanto Abraham -nuestro padre- logra superar las limitaciones de un mundo sujeto a voluntades humanas (y tiranas), para aferrarse a otra voluntad: la de su Creador, y para expresar por medio de ella, el vasto y ancho horizonte del libre albedrío, hijo dilecto del ejercicio del hombre libre, moralmente libre en una sociedad atada y maniatada.
Abraham Abinu no es ejemplar. Es un ejemplo. Y sera prudente, así como sabio, establecer las diferencias si pretendemos comprender su obra. Pues Abraham nos muestra como alcanzar la plenitud del ser de Adam –el primer ser llamado a vivir en el mundo del Génesis- caminando los estrechos senderos y los mas extensos caminos de un mundo el cual habría de ser trabajado, elaborado, pensado desde el lugar del hombre, y acercarlo a su meta definitiva, o sea, al encuentro con El Creador, Y la " convivencia" entre ambos, si se nos permite esta expresión inadecuada. Porque el Todopoderoso y su Sagrado Nombre, nos habla de Eternidad; y porque el hombre, creado "a Su imagen y semejanza" deberá instalar dicha Eternidad en el mundo, más allá de sus propios tiempos físicos y espirituales.
Abraham Abinu logra plasmar en su tiempo tal realidad. Y la planta, pacientemente, en sus hijos, quienes recorrerán los días venideros, sabedores de una misión, de un deber y de un dia, aunque el camino, ofrece paisajes mas o menos bellos, y días plenos de luces y de soles, y por cierto, largas y profundas noches oscuras, de destierros y desvelos……


Extracto de su Libro E' elé be Tamar.

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