miércoles, 1 de abril de 2015

             **Maldigo Tu Nombre**


Maldigo tu nombre, de aquí a la eternidad, por no poder pronunciarlo, salvo en susurro o en soledad. Tu nombre, que me persigue en sueños y crea en mi la
duda, que si soñando, en mi, seguro estará.
Tu nombre que he venerado, que te he adorado, como una joya de inmenso valor,
que has vivido de mis promesas, todas cumplidas y de mis amores, que fueron
juramentos, que viste realizados en la vida que te ofrecí.
Tu nombre, me sabe a tiempos felices, alegres, contentos; veíamos pasar los días,
mientras nosotros, enamorados, dábamos gracias a la vida, que nos regaló tanto
vigor y pasión.
¡ Y hoy ! Amada; no puedo pronunciar tu nombre y lo maldigo, con toda mi voz.
Cierro mi boca, a mi garganta le pido perdón, pero tu nombre no puede salir de
ella, salvo en susurro o en soledad. Nadie debe saberlo, nadie debe sospecharlo,
ni siquiera como un murmullo, a confirmar; es un secreto muy bien guardado,
sólo nombrarte puede ser fatal.
Tu estás casada y yo te miro, al verte pasar, quisiera dar vuelta la cara, cerrar los
ojos y no verte más. Pero tu nombre, que estoy pronto a gritar, me atrae como un
imán y se abre las puertas de mis recuerdos y tu nombre, a mis labios, vuelve a asomar.
Mi corazón te pide perdón, tu serás siempre, la diosa dorada, que me dio tanto amor.
¡ Maldigo tu nombre, porque sigues viviendo, en mi mundo de susurro y soledad !

Mario Beer-Sheva 

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