domingo, 2 de agosto de 2015

La agónica situación de los cristianos de Oriente Medio



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Los principales medios de comunicación se vienen haciendo eco de la dramática situación de las comunidades cristianas en Oriente Medio. La irrupción del Estado Islámico ha puesto de relieve con especial crudeza la persecución a la que son sometidas las minorías étnicas y religiosas en el mundo islámico, pero las razones para el desplome del número de cristianos en la región son más profundas.
El The New York Times ha publicado un amplio reportaje que pone de manifiesto la crítica situación de los cristianos mesorientales, especialmente en Siria e Irak.
En el transcurso de un siglo (de 1910 a 2010), el número de cristianos en Oriente Medio, en países como Egipto, Israel, Palestina y Jordania, ha seguido disminuyendo: si al principio del siglo XX los cristianos representaban el 14% de la población, ahora son solamente el 4%. También en el Líbano, el único país de la región en el que los cristianos tienen una presencia significativa, su número se ha ido reduciendo a lo largo del último siglo, del 78 al 34%. Las razones de este ocaso tienen que ver con el bajo índice de natalidad, con el clima políticamente hostil y con las crisis económicas, pero también el miedo es un factor de peso: el avance contemporáneo de grupos extremistas o la percepción de que sus comunidades se están extinguiendo inducen a las personas a abandonar sus tierras.
El caso de Irak resulta especialmente significativo, habida cuenta de que fue uno de los territorios en los que primero se asentó el cristianismo.
Desde hace más de una década los extremistas han tomado como blanco a los cristianos y a otras minorías, que son consideradas normalmente como emblema del mundo occidental: en Irak, la invasión estadounidense provocó que huyeran miles de personas: “Desde 2003 hemos perdido sacerdotes, obispos, y más de 60 Iglesias fueron bombardeadas en Irak”, declaró Bashar Warda, arzobispo católico de Erbil (capital del Kurdistán iraquí, y actualmente el principal refugio de la minoría cristiana). Con la caída de Sadam Husein, los cristianos se redujeron a menos de medio millón, mientras en 2003 eran más de un millón y medio.
El británico The Guardian abunda en el hecho de que, en Irak, la persecución de los cristianos no comenzó con el Estado Islámico, sino una década antes, tras la invasión de Irak, liderada por EEUU y el Reino Unido, para desalojar del poder al sanguinario Sadam Husein.
Bajo la férula de Sadam Husein, los cristianos disfrutaban de facto de una situación que ahora recuerdan como la edad dorada. Había libertad de culto y desempeñaban amplios papeles en la sociedad. Sin embargo, el derrocamiento del dictador dio lugar al resurgimiento de la batalla de suníes y chiíes por el poder.
El exilio forzoso a otras regiones no es la solución, sino “una sentencia de muerte para estas comunidades según los activistas”, asegura el diario neoyorquino.
Aunque el Estado Islámico fuera derrotado, el destino de las minorías religiosas en Siria e Irak sería desolador (…). “Vivimos aquí como grupo étnico desde hace 6000 años y, como cristianos, desde hace 1.799 –dice Srud Maqdasy, miembro del Parlamento kurdo–. Tenemos nuestra cultura, nuestra lengua y nuestra tradición. Si viviéramos dentro de otras comunidades, todo esto desaparecería en dos generaciones”.
La solución práctica, según muchos cristianos asirios, es el establecimiento de un refugio en la planicie de Nínive.
“Si Occidente puede hacerse cargo de tantos exiliados y la agencia de refugiados de la ONU dirige una operación así, no pediríamos una solución permanente, dice Nuri Kino, de Una Petición de Actuación. “Pero la solución más realista es volver a casa”.
La realidad es que Irak es un Estado fallido en el que la convivencia de las minorías religiosas y étnicas ha saltado por los aires. “Irak es un matrimonio forzado entre suníes, chiíes, kurdos y cristianos, y ha fracasado”, dice Emanuel Yuyana (director del Programa de Ayuda Cristiana del norte de Irak). “Incluso yo, como sacerdote, prefiero el divorcio”.

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