domingo, 2 de agosto de 2015

OPINION

“Habemus” acuerdo. El discutido acuerdo nuclear de Irán con otras seis potencias en el mundo incluye un desmantelamiento sostenido de instalaciones de enriquecimiento de plutonio, control de sitios y desarrollo de centrífugas que habían sido construidos en secreto, bajo tierra, durante años en Irán, de un reactor de agua pesada y reducción de stock de armas con uranio. Temas que sólo puede entender un especialista, como el ingeniero en física nuclear Darío Jinchuk. Un argentino que fue Jefe de Relaciones Internacionales en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en Buenos Aires hasta el 2007, luego trabajó hasta el 2014 en la OIEA, el organismo Internacional de Energía Atómica en Viena, y hoy es consultor internacional, independiente, en Austria. Jinchuk conoce como pocos el origen del plan nuclear argentino y su vínculo con Irán. Revela una noticia que pocos conocen: cómo siete científicos argentinos fueron despedidos de la CONEA cuando llegó el presidente peronista Héctor Cámpora al poder en Argentina e inmediatamente, contratados por Irán en 1973, para dar inicio a su primer plan nuclear durante el período de Sha de Persia. Fueron sus verdaderos mentores. También revela otra primicia: que la colaboración y negociaciones entre Argentina e Irán duraron hasta 1997, después de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA, cuando finalmente Argentina le pagó una fuerte y debatida indemnización a Teherán, porque Estados Unidos forzó a cancelar los contratos argentinos con los mullahs iraníes y su plan nuclear. El ingeniero nuclear argentino Jinchuk expresa sus dudas sobre un vínculo de Irán con los atentados de la embajada de Israel y en la AMIA porque “Irán estaba negociando “ en ese período “el pago de la indemnización con Argentina”. Esta es la conversación con él desde Viena.
¿El plan nuclear iraní estaba muy desarrollado? ¿Hasta dónde era una amenaza política, en una región volátil y sólo con Israel con armas nucleares?
Irán tiene un amplio programa nuclear, que comenzó en los años 60/70, en la época del Sha, y prosiguió después de la revolución iraní de 1979, hasta hoy. La gran duda siempre fue si este programa era para fines bélicos o para fines pacíficos. La línea que divide una aplicación bélica de una pacífica es muy sutil. Esa fue la discusión que, a partir del 2003 se generó y que llevó a que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el 2006 dictara su resolución 1737. Comenzó así una serie de sanciones a Irán, económicas y tecnológicas, que terminarían, aparentemente, con la firma el 14 de julio de este año, del acuerdo entre Irán y el grupo G-5, formado por las cinco naciones con armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Francia), más Alemania.
¿Dónde esta el programa nuclear hoy?
Está muy avanzado. Cuenta con investigación y desarrollo, con producción de uranio enriquecido, que es la materia prima que eventualmente pudiera servir para hacer una bomba atómica. Pero también el uranio enriquecido sirve para los combustibles nucleares, que alimentan los reactores. Entonces la duda está en si ese enriquecimiento de uranio va a ser sólo para los reactores que lo utilicen en forma pacífica, o para seguir enriqueciendo hasta un cierto punto para que sirva para una bomba.
¿Este acuerdo supone el desmantelamiento del plan nuclear o la transformación nuclear en un plan de uso pacífico?
Lo que se logró en realidad es un aplazamiento en los plazos, en la posibilidad de obtener la materia prima. Este acuerdo lo único que hace es diferir la posibilidad de obtener la materia prima. Pero ni cancela el conocimiento tecnológico que tienen los técnicos iraníes, que lo van a tener de por vida, ni destruye las centrifugadoras.
Durante muchos años la Argentina colaboró con Irán en su plan nuclear, desde la época del Sha. ¿Podría describirnos cuáles eran esos pasos, cómo evolucionó y por qué se interrumpió?
Podemos dividirlo en dos períodos. El primer período de colaboración argentino-iraní comienza a mediados de los 70. Coincide con la creación de la Agencia Atómica Iraní, que se crea en el año 73 y la participación de los siete científicos argentinos. El segundo período es el de los años 1985 al 1995 o1996, ya después de la revolución iraní del 1979. La segunda colaboración de la Argentina comienza en 1985 ya a las postrimerías de la guerra Irán-Irak. Fue cuando Irán, ya bajo el régimen de los ayatollahs, decide retomar el programa ambicioso iniciado por el Sha en los 70 Hacia el 85-86 hubo varias visitas oficiales de iraníes, del gobierno iraní a Argentina y de argentinos a Irán para explorar posibilidades de cooperación. Entre ellos se hablaba de un consorcio con Alemania y España para terminar la central de Bushehr, ya que los alemanes en 1979 se retiran de su construcción, la dejan abandonada. También se hablaba de tecnología de combustible, tecnología de agua pesada, de minería. En el 85-86, la AIEA le pide a Argentina que colabore con Irán para cambiar el núcleo de su reactor de investigación, porque hasta ese momento funcionaba con uranio al 90%. Estados Unidos, después del ayatollah, y los otros países, no le venden más a Irán ni a ningún país uranio al 90% porque puede servir para hacer la bomba. Entonces, lo que se hace es convertir este reactor para que funcione con uranio de menos enriquecimiento, y Argentina tiene la tecnología para hacer esa reconversión. En 1987 se firma un contrato, bajo el paraguas de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Argentina le provee a Irán las modificaciones del reactor necesarias para ese cambio de combustible. Le provee también los combustibles, algo así como 115 kilos de uranio al 20%, que sirve solamente para alimentar un reactor, no para hacer la bomba. Ese contrato se ejecuta. En paralelo de todas estas otras conversaciones, los iraníes también se muestran interesados en tecnología para producir combustible. Esto se plasma a fines del 88 con la firma de un contrato que incluía la transferencia de tecnología y la construcción de una planta de purificación de uranio, para producir combustible para reactores de investigación.
¿Cuándo finalizan esas relaciones?
El contrato del reactor con Irán termina hacia 1993, cuando se entregan los últimos combustibles. Los contratos para la planta de combustibles se interrumpen en 1991, antes de hacer el primer embarque. Eso fue en el gobierno de Menem, durante las famosas “relaciones carnales” con Estados Unidos. Por una fuerte presión de Estados Unidos, se cancelan unilateralmente los contratos. Tan es así que Irán le exigió después una indemnización fuerte a Argentina, por la rescisión unilateral de esos contratos. Esa negociación de la rescisión llegó hasta 1997. En principio, los iraníes pedían una abultadísima suma de dinero. Luego, se llegó a un acuerdo. Se les pagó la indemnización y el tema se dio por terminado en el 97. Ahí terminaron prácticamente las relaciones nucleares con Irán.
¿Esta suspensión a Irán se produjo entre los atentados de la embajada de Israel y de la Amia en la Argentina y las sospechas de la participación irani en los atentados?
Esa es una teoría de la Unidad Especial de Investigaciones del Caso Amia. Yo no lo creo posible. Si bien las fechas más o menos podrían coincidir, porque pensemos que el atentado a la Embajada fue en 1992, el de la Amia fue en 1994, la rescisión de estos contratos de combustible fue en 1991. Uno podría decir que una cosa lleva a la otra. Que fue por venganza. Pero ellos seguían negociando. Por un lado, la negociación, la entrega de los combustibles para reactores bajo el paraguas de la OIEA, siguió hasta 1993. Ya había pasado el atentado a la Embajada de Israel. Por otra parte, la negociación para tener una indemnización económica por los contratos de las plantas de combustibles duró hasta 1997. Ya había pasado el atentado de la AMIA. No parece tener mucho sentido que ellos siguieran negociando y, simultáneamente, hagan un atentado. Los tiempos están muy justos. El embarque de los suministros para la planta de fabricación de combustible se frenó en diciembre de 1991 y hasta fines de febrero de 1992 se discutía con los iraníes sobre el embarque. El primer atentado contra la embajada de Israel se produce en el 92. Es decir, pasó muy poco tiempo entre la suspensión del embarque y el atentado. Un acto terrorista como fue el de la Embajada no se prepara tan rápido.
¿Ninguno de los dos atentados?
Yo lo dudo. Pero no tengo certeza ni elementos para dar una opinión fundamentada, ni por sí ni por no. Lo dudo, pero no pongo las manos en el fuego por ninguno de los dos.
¿Usted cree que el presidente iraní Ahmadinejad y el entonces presidente venezolano Hugo Chávez pidieron a los Kirchner reanudar la transferencia de tecnología nuclear a Irán? ¿Qué clase de tecnología pueden haber dado?
Ahí ya toco más de oído. Porque yo me fui de la Comisión de Energía Atómica en el 2007. Estas conversaciones son del 2008, 2009, 2011. Había -y hay- una buena colaboración entre Argentina y Venezuela. Hubo acuerdos firmados en los que Argentina suministraba tecnología y Venezuela pagaba con petróleo. Que yo sepa, este intercambio no incluía el tema nuclear. Por otra parte, se dijo que Argentina podría estar proveyendo uranio enriquecido. Eso no tiene sentido ya que Irán tiene un programa de uranio enriquecido muchísimo más avanzado que el argentino. Nosotros podemos aprender de ellos en ese tema. También es real la buena relación entre Venezuela e Irán. Lo que Irán podría haber necesitado de Argentina en los años 2009-2010, más que uranio enriquecido, eran suministros o tecnología para terminar el reactor de Arak, que funciona con agua pesada y uranio natural. En eso sí tenemos una tecnología más desarrollada que Irán. El reactor de Arak es importante para los iraníes porque les abre la puerta a la otra materia prima necesaria para hacer una bomba atómica: el plutonio. Este se obtiene luego de procesar, en instalaciones especiales, el combustible gastado que se extrae de un reactor como el de Arak. Ese que podría producir el plutonio necesario para, luego de purificado, hacer la bomba. Ahí Argentina tiene una tecnología muy desarrollada, tanto en el tema del reactor de investigación como en el del agua pesada. Tenemos una planta de agua pesada en Arroyito, que es un ejemplo en el mundo. Hay muy pocas en el mundo que tengan la capacidad de la argentina. O sea que por ese lado podría haber algún tipo de colaboración. No digo ni que la haya habido ni sé si realmente hubo un pedido. Pero si hubo algo, para mí tiene que haber sido más por ese lado que por el lado del uranio enriquecido.
¿Usted cree que todavía hay científicos argentinos trabajando en las plantas nucleares iraníes, autorizados por el gobierno actual, o trabajando independientemente como antes?
Que yo sepa, no.
Señas particulares
Darío Jinchuk
Argentino
Físico nuclear
Fue jefe del Departamento de Relaciones Internacionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Luego estuvo hasta el 2014 en la OIEA, el organismo Internacional de Energía Atómica en Viena, y hoy es consultor internacional, independiente en Austria.
Por María Laura Avignolo, Corresponsal de Clarín en París y Londres
Fuente: Copyright Clarín, 2015.

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