martes, 1 de septiembre de 2015

SABIAS QUE?

La actriz de origen israelí, que ha debutado en la dirección con un filme basado en una obra de Amos Oz, ha hecho unas polémicas declaraciones en Londres en las que lamenta «la importancia excesiva» del genocidio nazi en la educación

Hay personas que se salen del camino que parecía establecido para ellas. Después de triunfar a los 14 años con «El Profesional» y a los 16 como una joven y seductora Lolita en «Beautiful Girls», Natalie Portman comprendió que era demasiado joven para Hollywood. Miró a su alrededor, se fijó en los juguetes rotos y decidió alejarse por un tiempo de la interpretación para estudiar Psicología en Harvard, en 1999.
A sus 34 años, tiene claro el tipo de trabajos que quiere llevar a cabo. El último, protagonizar y dirigir por primera vez una película, «Una historia de amor y oscuridad», la adaptación cinematográfica de la novela homónima escrita por el periodista israelí Amos Oz. Una película rodada íntegramente en hebreo y que le ha traído no pocos quebraderos de cabeza. El último, por unas declaraciones hechas durante la promoción de la cinta en Londres.
Nacida en Jerusalén, Portman vivió solo tres años en su Israelnatal antes de emigrar junto a su familia a Estados Unidos, donde fue educada en diferentes escuelas judías. Y, según ha dicho en una entrevista para el diario británico «The Independent», en su educación hubo una «importancia excesiva» del Holocausto. «Mi experiencia durante la película me ha hecho cuestionarme el lugar prioritario que le damos a esta tragedia en la educación», aseguró la actriz, si bien destaca que «la muerte de 11 millones de personas tiene que ser recordada siempre desde el respeto».
La primera vez que la ganadora de un Oscar por «Cisne Negro» se replanteó este hecho fue en el año 2007, tras visitar un museo dedicado al Genocidio de Ruanda. «En 1994, cuando ocurrió esta barbaridad, yo estaba aún en clase. Solo nos hablaban del Holocausto, jamás nos mencionaron Ruanda», lamentó Portman. «Creo que el foco debería estar en entender que el odio existe en todas las épocas y contra todo tipo de personas, y deberíamos usar ese conocimiento para tener más empatía con otros que han sufrido».
Pero las críticas de la actriz no han quedado ahí. Aunque aclaró que «no quiero hacer falsas equivalencias», lamentó que los judíos «piensen de forma paranoica que somos las únicas víctimas», y que hay que evitar «el alarmismo y la paranoia de que va a suceder otro Holocausto».

Contra Netanyahu

Esta no es la primera vez que la intérprete se atreve a hablar de temas políticos y polémicos. Cuando Benjamin Netanyahu fue reelegido como primer ministro el pasado mes de mayo, Portman comentó que estaba «muy, muy disgustada». «Creo que sus comentarios racistas son horribles, estoy en contra de lo que representa», sentenció en una entrevista para «The Hollywood Reporter» con motivo de su participación en el Festival de Cannes.
Tampoco tuvo reparos en hablar del altercado protagonizado por John Galliano, ex diseñador de Dior (firma para la que Natalie es imagen) en un café de París, donde profirió insultos antisemitas en evidente estado de embriaguez. «No veo el problema en perdonar a alguien que está intentando cambiar. Los comentarios no estuvieron bien, no los olvido, pero todos hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos», le disculpó.
Una de las últimas controversias protagonizadas por la actriz tiene que ver, precisamente, con su última película. Según el diario israelí «Haaretz», Portman grabó una escena en un barrio ultra ortodoxo de Jerusalen, con el consentimiento del Ayuntamiento pero no de los vecinos, que llegaron a pintar en sus calles mensajes contra la actriz, a la que llamaban «invasora extranjera».
Curiosamente, y al contrario de lo que pudiera parecer, la actriz está orgullosa de sus raíces. No oculta de dónde procede, y su reciente mudanza a París parece haber aumentado su sentimiento de pertenencia. Durante su entrevista para «The Hollywood Reporter», Natalie Portman aseguró que le «pone nerviosa» ser judía en un país como Francia, donde el antisemitismo parece estar en alza. «Pero no me preocupa más que si hubiera sido un hombre negro en este mismo país. O un musulmán en cualquier otro lado», puntualizó.

Nueva vida de familia

Portman llegó a Francia de la mano de su marido, el bailarín y coreógrafo de la Ópera de París Benjamin Millepied, al que conoció durante el rodaje de «Cisne Negro». Junto a él tiene un hijo de tres años, Aleph. La familia está muy unida, y durante los seis meses de rodaje de «A Tale of Love and Darkness», se trasladaron todos juntos Jerusalen, donde se empezó a ver al bailarín interesarse cada vez más por el Judaísmo, hasta el punto de confirmar que se convertirá a la religión de su esposa.
Seguramente, Millepied es uno de los principales apoyos con los que cuenta la actriz, quien ya ha demostrado que no tiene miedo a hablar. Portman llegó a París dos meses después del ataque terrorista contra «Charlie Hebdo», en el que fallecieron once personas. Y cada vez que le preguntan por ello y por el peligro que puede entrañar vivir en la capital gala, ella siempre da la misma respuesta: «Mírame. Soy de Israel».

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