martes, 27 de noviembre de 2012

El Observador, Lincoln Maiztegui CasasUna postura sostenida en el racismo

El Observador, Lincoln Maiztegui CasasUna postura sostenida en el racismoEscuchar este texto OPINIÓN LINCOLN R. MAIZTEGUI CASAS La declaración del MPP sobre el actual recrudecimiento del conflicto de Medio Oriente constituye, a mi juicio, uno de los hechos más graves acaecidos en el país en las últimas décadas. Vamos por partes: en primer lugar, el Movimiento de Participación Popular es el sector mayoritario de la coalición que actualmente ostenta la mayoría del gobierno nacional; a este pertenece, además, el presidente de la República, José Mujica. Por consiguiente, los juicios vertidos por ese conglomerado político tienen una importancia extraordinaria; se supone que expresan la opinión de la minoría mayor del espectro político del país. En segundo lugar, y precisamente por las razones arriba expuestas, ese documento circula en niveles internacionales, y para una gran parte de la opinión pública mundial, significa el parecer del gobierno del Uruguay. En tercer lugar, nada menos que el responsable de las relaciones internacionales de la República, el ministro correspondiente, afirma que no fue consultado para la tarea de redactarlo; lo que, dado que don Luis Almagro pertenece al grupo de que se trata, la omisión resulta, para decirlo suavemente, insólita. Y por último, por el contenido, que alguien ha calificado de repugnante; calificativo que me apresuro a suscribir. Afirmar, como lo hace el texto que aquí se comenta, que el Estado de Israel está cometiendo un "genocidio" porque adopta medidas de defensa contra la lluvia de misiles que le llegan desde un país vecino es, ante todo, una solemne mentira; y esto no es opinable. Se miente cuando se afirma algo que, comprobablemente, no es verdad, y esto es precisamente lo que se hace en este caso. "Genocidio", en grado de tentativa, fue lo que hizo con los armenios el gobierno turco a principios del siglo pasado, o lo que hicieron los nazis con los judíos durante la segunda guerra mundial; implica la intención de exterminar una determinada comunidad humana; no creo que ni los miembros de Hamas se atrevan a sostener semejante dislate en este caso. ¿Todo se reduce entonces a un término excesivo, o mal empleado? De ninguna manera; lo que no puede ni entenderse ni aceptarse calladamente es que en un conflicto que enfrenta a la única democracia digna de ese nombre que hay en Medio Oriente, con un integrismo de cuño religioso que se ubica en las antípodas de la racionalidad, el sector político que encabeza las preferencias del gobierno de nuestro país se pronuncie, pese a su sedicente izquierdismo -aunque parezca inconcebible- a favor de los segundos y contra los primeros. Dado que, en buena lógica, la racionalidad debe situarse mucho más cerca de Israel -por miles de razones que no alcanzarían 20 columnas como esta para explicitar- que de los fanáticos de Hamas, la posición sostenida por el MPP solo puede obedecer a un hecho: racismo. Y hay que tener el coraje de decirlo y de subrayarlo, porque no van a faltar quienes se indignen, intenten acallar argumentos con insultos, y nieguen estar movidos por tan miserable prejuicio. Bien; desde estas páginas, desde estas mismas líneas, lanzó a el o los autores del engendro que nos ocupa un desafío; que, si la tienen, den públicamente una justificación alternativa a la que aquí se incluye. Una razón capaz de explicar, al menos, la preferencia por el integrismo religioso frente a la democracia liberal. No es posible, salvo desde la irrealidad más flagrante, desconocer que en esta ocasión particular, tal vez más que en ninguna otra, Israel es la parte agredida. ¿O acaso el propio líder de Hamas, Sudan Jaled Meshal, no ha declarado, hace pocas horas, que su permanente aspiración reside en terminar con el Estado judío, que según él tiene las "horas contadas"? Para eterna vergüenza de todos los nacidos en esta nación que tanto ha combatido por los derechos del individuo, el principal sostén político del actual gobierno se ha puesto del lado de los victimarios y no de las víctimas, del fanatismo y no de la razón, del totalitarismo y no de la libertad. Algún día, alguien con más poder e influencia que el autor de estas líneas, se lo demandará. De eso no tengo la menor duda.