viernes, 23 de noviembre de 2012

PARASHA SEMANAL

Parasha Vaietze BS"D GRACIAS A RAJEL QUE UNA VEZ GUARDÓ SILENCIO, AHORA HASHEM ESCUCHA SUS RUEGOS El Midrash Ejá nos relata en detalle lo que sucedía en las alturas, en el momento en que el Bet Hamikdash era presa de las llamas. Todas las almas de los patriarcas se dirigieron a HaShem con el fin de apelar a Su Misericordia, para que algún día reconstruya Su Santuario. A cada uno de los grandes personajes de nuestra historia los desoyó. HaShem rechazaba, por alguno u otro motivo, sus respectivos méritos personales, y no los consideraba suficientemente sólidos como para que en el futuro redima al Am Israel gracias a ellos. Se acerca entonces Rajel y expone el siguiente alegato: “!Ribono Shel Olam¡ Tu sabes que Iaacob me amaba profundamente. Trabajó durante siete años para casarse conmigo. Iaacob me entregó unas señales para que no me cambien por otra, pero cuando llegó el día de la boda, mi padre me reemplazó por mi hermana Lea. ¿Qué hice? le entregue las señales a mi hermana para que Iaacob la crea Rajel, y que ella no se avergüence. No sólo no tuve celos de mi hermana, sino que me preocupé para que no sufriera ningún desprecio. “Y esto lo hice yo, un ser de carne y hueso, ¿Cómo es posible que tú el Rey del Reino del reyes; Eterno y Piadoso, pueda tener celos de los ídolos inertes que el Am Israel adoró, y como castigo pasaste a millones de ellos por la espada, enviándolos a tan humillante exilio, permitiendo que sus enemigos hagan con ellos lo que quisieron?” Después de estas palabras, HaShem se conmovió y declaró: “Por ti, Rajel, he de hacer retornar al Pueblo de Israel a su tierra.” Y eso es lo que está escrito en el libro del profeta Irmiá “Una voz, en lo alto, se escucha. Es un llanto amargo. Es Rajel que llora por sus hijos. Se niega a consolarse, porque no están”. Esto es lo que dice HaShem a Rajel: Que cese tu voz de llorar, y tus ojos que sequen sus lágrimas. Porque ya hay un pago por tu labor, lo afirma HaShem. Y regresarán los hijos (de Israel), de la tierra del enemigo. ¡Hay esperanza de que todo termine bien, lo afirma HaShem! ¡Y retornaran los hijos a sus propios límites!” Podremos apreciar de aquí el gran valor de mantenerse en silencio, para no avergonzar al prójimo. Por el mérito de esta cualidad, logró lo que no pudo lograr ni Abraham ni Moshé. Los argumentos de estos no fueron aceptados por el Eterno, y si fue aceptado el de Rajel, hasta el punto de que HaShem exculpará a los Hijos de Israel gracias a ella. Y si nos detenemos en el análisis de la vida misma de Rajel, descubriremos un detalle que nos llevar al asombro: El Pasuk dice que “recordó HaShem a Rajel y abrió su matriz” (para que pueda tener hijos) (Bereshit 30:22). Rash”í, citando al Midrash, asegura que este favor divino lo obtuvo Rajel gracias a que entregó las señales a su hermana, como fue relatado anteriormente. Reflexionemos: Cuando Rajel contribuyó a que Lea ocupe su lugar, se expuso a perder privilegio de casarse con Iaacob y, por consiguiente, a integrar la lista de las Matriarcas de Nuestro Pueblo, para lo cual había hecho sobrados méritos (Hay que tener en cuenta que ella ni se imaginaba que la vida, después daría un vuelco total y se casaría también con Iaacob). No obstante ello, apeló a su inmensa fortaleza espiritual que anidaba en su interior, y prefirió resignar a su futuro, con tal de preservar el honor de su hermana. Cuando la Torá puntualiza que “HaShem recordó a Rajel”, nos quiere enseñar que el Todopoderoso jamás le priva de su pago a quien se lo merece. Y todo aquel que se conduce de manera íntegra y correcta, nunca se verá perjudicado. Es más: De lo anterior se desprende Rajel era estéril por naturaleza, y si no hubiese permitido que Lea se case con Iaacob y sólo ella hubiese sido su esposa, no hubiera gozado del privilegio de engendrar hijos, ni mucho menos ser la madre de alguno de los Shebatim. Recién después del acto de arrojo que realizó, del cielo le recompensaron con ser madre, y matriarca del Am Israel. (Yalkut Lékaj Tob - Vaietzé) EL GRAN EJEMPLO DE UN GIGANTE Hace 90 años, falleció Rabi Jiskiahu Medini Ztz”l, una de las más grandes autoridades rabínicas de los últimos tiempos. Legó al mundo la monumental obra “Sedé Jemed”, considerada como una de las más completas enciclopedias de la Torá y la Halajá. Rabi Jiskiahu Medini según su propia confesión, no fue desde el principio un alumno especialmente aventajado. Recién después de un suceso, que le aconteció cuando ya había sobrepasado su edad madura, HaShem le abrió su mente y se desarrolló de la manera que le conocemos. El siguiente es el referido suceso, relatado por su protagonista. Cuando aún era un joven estudiante del Kolel, no me contaba yo entre los más destacados. Pero a mi ignorancia y falta de capacidad, le oponía una férrea voluntad para estudiar y una reconocida responsabilidad y constancia. Jamás llegué a saber cuál fue la razón, pero uno de los habitúes del Kolel hizo correr un falso rumor acerca de mi persona. Sobornó a una sirvienta árabe que venía en las mañanas a hacer trabajos de limpieza, para que le diga a todo el mundo que yo le había hecho proposiciones indecorosas. Un día la mujer llegó a gritar, con toda la intención que la escuchen, acusándome de haberme querido propasar con ella. En ese instante se acercaron todos los Jajamim y me avergonzaron públicamente, suscitándose un grave Jilul HaShem (Profanación del nombre sagrado). No pude aguantar semejante desprecio, por lo que me dispuse a huir del Kolel cuanto antes. El Rosh Kolel (Director del instituto), sin embargo, creyó en mi palabra, y no sólo me mantuvo como estudiante, sino que despidió a la sirvienta. Pasaron los años y se presenta frente a mí… la sirvienta. Me confesó toda la verdad y me pidió que la perdone. Luego me dijo que su situación económica era muy difícil, y necesitaba imperiosamente trabajar. Se ofreció a revelar a las autoridades del Kolel y a toda la gente, que todo lo que me habían hecho fue producto de una elaborada calumnia, y que estaba dispuesta a probarlo, haciendo público el nombre del culpable con todos los detalles del caso. Yo me encontraba frente a un dilema: Por un lado sentía una profunda satisfacción porque ya se iba a saber la verdad, y estaba a punto de limpiar mi reputación, tan injustamente mancillada. A partir de ahí sin duda iba a adquirir renombre y respeto, y era mi oportunidad para reivindicarme. Pero por otro lado, me estremecí pensando en que ya se produjo un Jilul HaShem, y después que se sepa cómo pasó todo, el Jilul HaShem será aún mayor. La duda me atormentaba y no sabía qué hacer. Hasta que al final tomé la decisión de abogar que contraten a la sirvienta, pero no sin antes prohibirle que revele a alguien detalle alguno de lo acontecido. A partir del momento en que puse en peligro todo mi futuro en el ámbito del estudio de la Torá, comencé a notar cómo se abrían frente a mí las puertas del entendimiento y la sabiduría. En lugar del perjuicio que por lógica debía haber recibido, sentí patentemente que del Cielo me ayudaron de una manera sobrenatural, a superarme, hasta que llegué a la situación actual. No tengo dudas que toda esta obra literaria que alcancé a escribir, fue a merced de haber guardado silencio oportunamente… (Idem Anterior) (“HAMAOR”; Tomo 2; Kolel MAOR ABRAHAM-KÉTER TORÁ; Ediciones HAMAOR-MÉXICO;