domingo, 4 de noviembre de 2012
La campaña de Apartheid de Haartez contra Israel
por Yishai Goldflam
26 de Octubre de 2012
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En medio de sus dificultades financieras y la disminución del público lector israelí, el periódico Haarez ha elevado su activismo anti-Israel, tomando parte de una campaña para promover el bulo sobre el apartheid israelí. Primero fue Akiva Eldar, quien falsamente alegó que el gobierno israelí había reconocido que los judíos son una población minoritaria residiendo entre el río Jordán y el mar Mediterráneo; afirmación que se vio obligado a corregir. Luego fue Gideon Levy quien escribió un artículo que llevaba el siniestro titular:
“Encuesta: La mayoría de los judíos israelíes apoyan un régimen de apartheid en Israel”.
Las versiones en línea en inglés y hebreo fueron ligeramente cambiadas posteriormente. En la edición impresa en inglés el titular fue:
“Encuesta: la mayoría de los judíos israelíes abogan por la discriminación contra los árabes”
Esta crónica fue seguida, al día siguiente, con un artículo que trataba de consolidar como un hecho el supuesto apoyo judío a un régimen de apartheid, que titulaba:
“Diputados árabes: el apoyo de los judíos israelíes al apartheid no es una sorpresa”
El artículo de Levy afirmaba que, de acuerdo a una reciente encuesta, la mayoría de los israelíes no sólo apoyan el apartheid, sino que también tienen opiniones racistas respecto de los árabes israelíes y que creen que el apartheid ya existe hoy en día en Israel. De manera predecible, la crónica se extendió como un reguero de pólvora y fue citada en los mayores medios como The Guardian y The Independent, de Londres; el Globe y Mail de Toronto; Agence-France Presse, y una docena de otros sitios, blogs y foros [en España, por ejemplo, por La Vanguardia y ABC].
Activistas pro y anti-israelíes se han pasado los últimos dos días debatiendo sobre la fiabilidad de la encuesta, su redacción y significado, así como también sobre la exactitud del artículo de Gideon Levy que hizo pública la encuesta. Pero la mayoría de los involucrados en dicho debate no vieron la encuesta original porque no fue publicada en ningún lugar, ni siquiera en el artículo de Levy. Una notable excepción fue el análisis en profundidad de Avi Mayer, que se apoyaba en el sondeo original. CAMERA/Perspectiva obtuvo una copia de la encuesta original y la comparó con el artículo de Levy y el títular de Haaretz para ver si reflejaban correctamente la encuesta.
Como era de esperar, el artículo de Levy estaba lleno de omisiones y distorsiones. Aparentemente ignoró los datos que no le convenían y enfatizó aquellos que estaban en consonancia con su famosa concepción anti-israelí del mundo. Y a veces, cambió los resultados de la encuesta. El sensacional titular representa, como nada, la interpretación personal de Levy de la encuesta y no una información objetiva y factual.
También parece que la encuesta en sí tiene su propia cuota de problemas – incluyendo la falta de claridad y la naturaleza hipotética de las preguntas, la indefinición de términos que fueron utilizados, la limitación de opciones de respuesta, ninguna corrección de los factores que confundían, falta general de explicación sobre lo que se pretendía exactamente con las preguntas.
Aún incluso en el supuesto de que la encuesta fuese válida, y haya sido debidamente realizada, los resultados no sólo no justifican los titulares ampulosos de Haaretz, que parecen ser parte de una campaña para dañar y deslegitimizar al estado judío, sino que no justifican al propio artículo que selecciona lo más conveniente o que tergiversa los resultados para llegar a la conclusión predeterminada del titular.
Levy distorsiona
Entre las sorprendentes tergiversaciones de Levy, se encuentra la siguiente:
“Una amplia mayoría, 74%, está a favor de las rutas separadas para israelíes y palestinos en Cisjordania. Un cuarto – 24% - cree que los caminos separados representan ‘una buena situación' y un 50% cree que son ‘una situación necesaria'”.
Levy omite convenientemente la pregunta original y las respuestas de la encuesta. Estas fueron:
17. En los territorios hay algunas rutas donde sólo se permite circular a los israelíes, y otras donde se permite únicamente a los palestinos. ¿Cuál de las siguientes opiniones se acerca más a la suya?: A. Es una buena situación. B. No es una buena situación, ¿pero qué se puede hacer? C. No es una buena situación y necesita terminarse [con la misma]
24% - es una buena situación.
50% - no es una buena situación, pero no hay nada que pueda hacerse.
17% - no es una buena situación, y hay que terminar con ella.
Si las preguntas se dividen de acuerdo a aquellos que ven esta situación como “buena” y aquellos que la ven como “no buena”, entonces el 67% la ve como una mala situación. Pero Levy no se molesta en informar al lector que el 50% de los que ven las rutas separadas como algo “necesario” lo ven como una situación indeseable.
Cuando una “minoría” se convierte en “mayoría”
Levy dedicó gran parte de su ardiente ira al presunto racismo de los judíos israelíes dirigido hacia los árabes israelíes; pero aquí también distorsionó los resultados con el fin de presentar su caso. Ya en la tercer oración de su artículo escribió:
“Una mayoría de judíos israelíes favorece explícitamente la discriminación contra los ciudadanos de los estados árabes...”.
Levy engañó a sus lectores. Hay cinco preguntas en la encuesta en relación con la discriminación contra los árabes. A continuación, las preguntas y las respuestas:
4. En su opinión, ¿es deseable o indeseable que los judíos tengan prioridad sobre los árabes para la contratación por parte del gobierno?
59% deseable; 34% no deseable
5. en su opinión, ¿es conveniente promulgar una ley que impida a los árabes israelíes de votar en el Knesset [Parlamento israelí]?
33% deseable; 59% no deseable
7. ¿Está de acuerdo o en desacuerdo con el argumento de que el estado necesita ocuparse más de los ciudadanos judíos que de los árabes?
49% de acuerdo; 49% en desacuerdo
8. ¿Le molestaría si en su lugar de residencia, por ejemplo, en su edificio, viviese una familia árabe?
42% me molestaría; 53% no me molestaría
9. ¿Le molestaría si en la clase de su hijo en el colegio hubiera también niños árabes?
42% me molestaría; 49% no me molestaría
El panorama que se obtiene a partir de estos resultados, ¿apoya la caracterización de Levy de que la mayoría de los judíos israelíes favorecen la discriminación contra los árabes israelíes? Al contrario, la mayor parte de la gente que lee estos resultados percibe justamente lo opuesto, que una mayoría de israelíes no apoya la discriminación contra los árabes.
Por otra parte, existen factores de confusión que sesgan los números, convirtiendo a la mayoría en un grupo más pequeño del esperado. Por ejemplo, los porcentajes más elevados de respuestas negativas a las preguntas sobre los niños compartiendo la clase con sus hijos y la de las familias árabes viviendo en el mismo edificio, provinieron de un grupo auto-identificado como de judíos ultra-Ortodoxos. Esta comunidad tiende a aislar sus familias del mundo exterior y se esperaría fácilmente que contestaran que no les gustaría que sus hijos compartieran clase con judíos seculares, o que querrían que todos sus vecinos compartan sus mismos valores y rigidez. Esto confunde los datos. La sociedad israelí ciertamente no es perfecta, pero está muy lejos de la tergiversación de Levy de que la mayoría de los judíos israelíes están abierta y explícitamente a favor de la discriminación de los árabes.
La tergiversación de Levy fue aún peor en el comentario que acompañaba al artículo principal, donde escribió:
“La mayoría de los israelíes no quieren votantes árabes para la Knesset, ni vecinos árabes en casa, ni estudiantes árabes cerca de las estanterías de los textos judíos en las escuelas judías que enseñan la herencia judía. Y nuestro campo será puro, tan puro de árabes como sea posible y quizás incluso más”.
Lo increíble de este párrafo es que Levy escoge precisamente los tres ejemplos que demuestran el escenario opuesto al que describe. Desafortunadamente, los lectores horrorizados con los “descubrimientos” descritos por Levy, no poseen las herramientas para percatarse de que el periodista los está engañando, porque los resultados de la encuesta no fueron incluidos.
La cuestión de la presentación selectiva de Levy es evidente a lo largo del artículo, en el que introduce la información “negativa” sin mencionar los datos “positivos”.
Por ejemplo, cuando escribe que “un tercio de los que respondieron apoyan una ley que impediría a los árabes israelíes votar para la Knesset”, no se molesta en mencionar que un 59% se opone a dicha ley.
De la misma manera, cuando Levy escribió que “un 36% apoyan la transferencia de algunas ciudades árabes de Israel a la Autoridad Palestina a cambio de retener algunos asentamientos en Cisjordania”, no se molestó en hacer notar que aún más – un 48% - se oponen. Y cuando escribió que “42% no quiere vivir en el mismo edificio con árabes y que 42% no quieren que sus hijos estén en una misma aula con los niños árabes”, no se molestó en informar que aún a más – 53% y 49% - no le importa compartir el aula.
El titular de la edición impresa de Haaretz pregonaba que “La mayoría de los judíos israelíes promueven la discriminación contra los árabes” – una conclusión claramente no confirmada por los resultados de la encuesta. Pero esto, evidentemente, no supuso ninguna preocupación para los editores, que optaron por un titular sensacionalista que presentaba a Israel de la peor manera posible, sin importar lo falso que era.
¿Apoyo al Apartheid?
El tema del apartheid – el foco del titular de Haaretz y sobre el cual Levy hace su principal énfasis; así como también la acusación que fue diseminada por todo el mundo – ocupa sólo 3 de las 17 preguntas de la encuesta y se divide en dos acusaciones por parte de Levy:
a) la mayoría de los israelíes apoyan un régimen de apartheid; y
b) la mayoría de los israelíes creen que Israel ya es un estado apartheid
Levy comparte un punto reconocido honestamente por los encuestadores que proporciona una clave para comprender el carácter problemático de las alegaciones anteriores:
“Los conductores de la encuesta dicen que tal vez el término ‘apartheid' no era lo suficientemente claro para algunos encuestados”.
De hecho, en las tres preguntas relacionadas con el concepto de apartheid, no hay ninguna definición o explicación de lo que se entiende por el término “apartheid”. Esto plantea la cuestión de cómo los encuestadores concluyeron, por un lado, que los encuestados “apoyan el apartheid” incluso admitiendo que el término tal vez no estaba claro para ellos. Este error lógico habría hecho sonar las alarmas de periodistas responsables. Que no haya supuesto un motivo para que Levy realizarara una pausa, es testimonio de su falta de ética periodística.
Levy comenzó el artículo sosteniendo que:
“La mayoría de la población judía en Israel apoya el establecimiento de un régimen de apartheid en Israel si formalmente se anexa Cisjordania”.
Sin duda una conclusión tajante, pero no era lo que se preguntaba en la encuesta. La única pregunta que aborda la anexión de los territorios es la pregunta 16:
16. Si Israel anexiona los territorios de Judea y Samaria, en su opinión, ¿es necesario darle a los 2.5 millones de palestinos el derecho a votar en la Knesset?
Mientras que el 69% de los encuestados respondió que no, la pregunta de la encuesta aborda un escenario hipotético que no guarda relación con la situación actual. Más aún, hubo más encuestados que respondieron que se oponen a la anexión que los que la apoyan (48% se oponen, 38% la apoyan). En otras palabras, casi la mitad de los encuestados fueron forzados a escoger una respuesta sobre un escenario hipotético al que explícitamente se oponían. Y aún así, la edición en línea de Haaretz convirtió este hallazgo en un titular sin aclarar que sólo describía un escenario hipotético que ya había sido rechazado ampliamente por los encuestados. El titular de la edición en línea fue cambiado posteriormente para incluir el sufijo “-ría”, presumiblemente para representar mejor la naturaleza hipotética del resultado:
“Encuesta: la mayoría de los israelíes apoyaría un régimen de apartheid en Israel”
Pero el daño causado por el titular original ya estaba hecho, demostrando el éxito de la aparente campaña de Haaretz para retratar a los judíos israelíes como racistas que apoyan el apartheid.
¿Y qué sucede con la afirmación de que la mayoría de los israelíes creen que ya existe un régimen de apartheid en el país? Levy escribió:
“Aunque los territorios no han sido anexados, la mayoría de la población (58%) que Israel ya practica el apartheid contra los árabes”.
Esto es lo que dice la encuesta:
11. ¿Cuál de las siguientes opiniones es más cercana a la suya? A. No hay apartheid en absoluto en Israel. B. Hay apartheid en algunas áreas. C. Hay apartheid en muchas áreas.
31% - No hay apartheid en absoluto en Israel.
39%- Hay apartheid en algunas áreas.
19%- Hay apartheid en muchas áreas.
Más allá de que Levy hiciera caso omiso al matiz de la encuesta, con su aseveración general de que Israel “practica el apartheid contra los árabes”, existen problemas inherentes en la propia pregunta de la encuesta – que Levy igualmente ignora. ¿Qué es “apartheid en algunas áreas” o “en muchas áreas”? El término “apartheid”, contrariamente a su utilización superficial en la encuesta, y contrariamente al concepto de “discriminación” tiene un significa muy claro y preciso; de acuerdo al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (2002), se refiere a:
“... un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen”
(Para más información véase Semana del Apartheid Israelí)
No existe tal cosa como “un poco” de apartheid. O existe apartheid o no existe. El apartheid no es simplemente discriminación – del tipo que existe en cada país alrededor del mundo, incluyendo a Israel -, razón por la que el término fue específicamente creado para describir el régimen en Sudáfrica.
[Sino, sería dable decir que en Italia, por poner sólo un ejemplo, hay un régimen de apartheid debido a la discriminación hacia los gitanos. Lo que hacen estas encuestas, artículos como el de Haaretz y muchas ONG, activistas y funcionarios de organismos internacionales al utilizar el término “apartheid” de forma tal banal y errada, es restarle importancia a lo que sucedió en Sudáfrica.]
Cualquiera que comprenda el significado de la palabra “apartheid” no puede contestar de manera segura una pregunta tan ilógica como esa, que procura revelar si Israel practica el apartheid “en algunas áreas” o en “muchas áreas”. Sin embargo, lo que más preocupa es el impacto de la aseveración de Levy de que “el 58% de los ciudadanos israelíes apoyan el apartheid” en los lectores en Londres, Nueva York o Berlín [o Madrid], quienes realmente saben lo que es el verdadero apartheid.
A pesar del hecho de que, según cualquier parámetro, no hay conexión alguna entre ninguna política israelí y el régimen apartheid de Sudáfrica, activistas internacionales actualmente están intentando estigmatizar a Israel con esta calumnia, con el fin de convencer a las buenas personas de que Israel es un segundo Sudáfrica y, por lo tanto, debe ser tratado como tal – con boicot, desinversión y sanciones. Los artículos de Haartez de los últimos días indican que el diario israelí, también, busca demonizar a Israel como un estado apartheid.
El hecho de que la pregunta de la encuesta no defina el término “apartheid” o que no expliquen a los encuestados la diferencia entre “apartheid” y “discriminación”, sumado al hecho de que los encargados de la encuesta admitieron que el término no estaba claro para todos los encuestados, sugiere que los encuestados tomaron el término “apartheid” simplemente como un sinónimo de “discriminación”. Además, las absurdas opciones de respuesta (apartheid en “algunas” áreas o en “muchas”) también sugerirían que los autores de la encuesta, intencionadamente o no, condujeron engañosamente a que los encuestados pensaran que “apartheid” es un término intercambiable con “discriminación”. Esta es una interpretación plausible de la información que Levy eligió ignorar.
Es difícil sobreestimar el daño que el titular y la crónica sensacionalistas de Haaretz le hicieron a Israel. En lugar de tomar parte de la crítica social seria y equilibrada basada en los hallazgos de la encuesta, Haaretz eligió exportar la histeria y la obsesión de Gideon Levy en la forma de titulares distorsionados y de una crónica inexacta.
La campaña de Haaretz es transparente. La semana pasada el diario falsamente informó que el gobierno israelí admitía el apartheid. Periodistas extranjeros, embajadores, diplomáticos y autoridades de todo el mundo deberían tomar nota. Haaretz, que puede haber sido percibido como una fuente de noticias sobre Israel seria, cada vez es más claro que no es otra cosa que una herramienta para los activistas anti-Israel.