domingo, 10 de marzo de 2013

A la sombra de Irán, esperan a Obama

La convención del lobby pro-israelí de AIPAC, que tuvo lugar durante la semana, se mantuvo bajo la señal de la amenaza nuclear iraní y la promoción del proceso político. Entre los simpáticos discursos de Joe Biden y John Kerry, todos hablaron sobre un solo tema: la próxima visita de Obama a Israel. Muchos eventos fueron organizados para los 13 mil representantes y visitantes que llegaron de todo Estados Unidos y jefes de organismos judíos que arribaron desde Europa, durante los tres días del encuentro de la Organización Norteamericana pro-israelí, AIPAC. El titular principal, sin lugar a dudas, fue el discurso de Joe Biden, vice Presidente de Estados Unidos. En Washington, comprendieron las dos partes, tanto los republicanos como los demócratas, que para avanzar se debe alinear la dirección. Incluso los muchos judíos republicanos que llegaron al encuentro, fueron a escuchar a Biden. Además, el gobierno decidió abrazar, con calidez, a Israel en las palabras (el discurso más ardoroso fue el del vicepresidente) y en los hechos (la prevista visita de Obama). Si hace un año, las elecciones en Estados Unidos ocupaban el centro del encuentro de AIPAC, en ésta oportunidad, la visita de Obama (y no la designación de Chuck Hagel como Ministro de Defensa) fue el tema más caliente, la verdadera llama, sobre la que todos hablaron. “The Herald Tribune” informó que, el presidente Obama, se propone durante su visita a Israel (20 de marzo), exhibir ante el Primer Ministro Netanyahu una demanda de agenda de tiempos precisa para la retirada israelí de los territorios de Judea y Samaria, a fin de promover su visión para la creación del Estado palestino, durante su segunda y última gestión. Pero, en la práctica, pareciera que el Presidente Obama tiene otros proyectos. “Esa visita está destinada a conquistar la confianza del público israelí”, contó una fuente en Washington. El gobierno entiende que, el mapa político en Israel, cambió tras las elecciones y que para ejercer presión hacia el proceso político se debe, ante todo, ganarse la confianza del público israelí. Por ello, Obama intentará copiar a su antecesor en el cargo, Bill Clinton. Según la misma fuente, Obama arribará a Israel “incluso sin que se termine la conformación del gobierno”, dado que “su platea destinataria es el público israelí y no el gobierno”. Los organizadores no saben dónde tendrá lugar el encuentro entre Obama y los representantes del público israelí, pero se sabe que Obama visitará Yad Vashem, dejará una ofrenda floral en el Monte Herzl, llegará a la residencia Presidencial y se reunirá con el Primer Ministro: “En total, se le programan dos días en Israel, en los cuales, cinco horas transcurrirán en Ramallah y, por supuesto, sus horas de sueño”. Eso no deja demasiado tiempo a sorpresas ni improvisaciones. Si Obama pretende promover el proceso político, sabe que el camino a la solución pasa también por Jerusalem. Una fuente en Washington explicó que, los norteamericanos, comprendieron que el abrazo norteamericano a Israel dará valor a la parte palestina para retornar a la mesa de negociación, mientras la rigidez en el tono solo alejará a Abu Mazen, que se verá a sí mismo más exigido. Asimismo, Obama sabe bien que no solo el tema israelí-palestino golpeó cerca del corazón del nuevo Secretario de Estado, John Kerry, importante y encendido en el Medio Oriente, sino y en especial, la cuestión siria e iraní. En el presente, la situación en el Medio Oriente exhibe ante el gobierno norteamericano un nivel muy superior. Obama puede sorprenderse de los desafíos que le esperan si observa el informe del último viaje del Secretario de Estado que retornó, esta semana, de su visita a Arabia Saudita. En la visita fue posible darse cuenta de las expectativas palestinas desde la dirección de Abu Mazen pero, en especial, de la expectativa de los países del Golfo (no solo Israel), que exigen a Washington solucionar la cuestión nuclear iraní. El presidente de AIPAC, Michael Kassen advirtió, al principio de la semana, durante la convención del lobby pro.-israelí, por la tendencia creciente de separatismo de la política norteamericana, capaz de convertirse en un “grave peligro” para la seguridad de Israel e, incluso, para el futuro de las relaciones con Israel. En Arabia Saudita temen por ello y no desean el aislacionismo norteamericano, pero, a diferencia de Kassen, no lo reconocerán, en especial, debido a la opinión pública den la calle árabe. El separatismo norteamericano que va creciendo en la era de Obama no concuerda con las expectativas de sus amigos en el Medio Oriente. Esos le piden ser árbitro, juez y también el bombero –algo no sencillo para un gobierno que pretende ocuparse más de los acuciantes temas internos y de las dolorosas reducciones que obligan al ciudadano norteamericano a ajustar su cinturón. Israel goza en Estados Unidos de altos índices de apoyo (de los más elevados que haya conocido, parecidos a los que tuvo durante el período en el que Israel fuera atacado por Irak, en 1991), pero el orden de prioridades de Washington en el presente, no comienza por Medio Oriente. El nuevo Secretario de Estado explicó en la semana en Washington, que los amigos árabes de América en Medio Oriente esperan ante todo, que apague el incendio sirio y luego, que fuerce una especie de solución o, por lo menos, una obra de negociación seria entre Israel y la Autoridad; pedazo de proyecto para el gobierno norteamericano que aspira, justamente, a disminuir su intervención en la región. América de Obama no pretende resolver sola los problemas del mundo. Por ese motivo, decidieron, en Washington y Moscú, repartirse la tarea pero no necesariamente, las dos partes, persiguen los mismos intereses. Tras el encuentro entre Kerry y el Ministro del Exterior ruso, Sergei Lavrov, decidieron que Moscú sería quien tome, para sí, la tarea de aclarar a Assad la compleja situación en la que se encuentra. El gobierno declara que quiere que Assad se vaya. El problema es que varios personajes complejos: jihadistas, al-Qaeda y el movimiento de Los Hermanos Musulmanes, persisten en Siria como cuervos. Y por supuesto, Irán brilló ésta semana durante la convención. El vicepresidente, Joe Biden, vinculó en su discurso, como el Primer Ministro Netanyahu lo hiciera, entre la Shoa y la amenaza nuclear iraní. “A pesar que, a veces, nos diferenciamos en la táctica, nunca discutiremos sobre la estrategia. Se trata del derecho de Israel a auto-defenderse con sus propias fuerzas y debemos posicionarnos en su retaguardia”, dijo Biden. “Entendemos que si cometemos un error, eso no representará una amenaza a nuestra existencia, pero si Israel se equivoca, eso puede convertirse en una amenaza a la existencia de Israel”. Biden fue más lejos, hasta los encuentros que mantuvo su padre con Golda Meir, para así destacar su firme apoyo al pueblo de Israel. Hubo quienes vieron en el discurso, su anticipado tiro de gracia en la carrera presidencial de Estados Unidos, en 2016. ¿Será demasiado grande para ello? Tampoco Reagan era un joven. En AIPAC, entre los 13 mil participantes de éste año, hubo 2000 jóvenes presentes. Joe Biden se dirigió a ellos y les explicó que constituyen el futuro. En la actual realidad cambiante, solo una cosa permanece estable en la organización: la absoluta lealtad y el enorme amor hacia Estados Unidos. http://www.israelhayom.co.il/article/77521 #interes#-cidipal