viernes, 15 de marzo de 2013

El Guggenheim de Bilbao explora el efecto de la ocupación nazi en el arte y los artistas en Francia

Francia, tras firmar el armisticio con los nazis en 1940, fue ocupada en un 60% de su territorio nacional por el ejército alemán e instauró un régimen colaboracionista en la llamada “zona libre” con sede en Vichy. Tanto el gobierno títere de Hitler como el regimen nazi comenzaron con la persecución de judíos, extranjeros, comunistas, masones y cualquier persona que resultara sospechosa de tener ideas políticas contrarias a la cooperación con el Tercer Reich. Los artistas —algunos de ellos exiliados de centroeuropa al comienzo de la II Guerra Mundial— se encontraban con una reproducción a la francesa de la opresión nazi. El Museo Guggenheim de Bilbao inaugura el 16 de marzo L’Art en guerre. Francia, 1938-1947: de Picasso a Dubuffet, en cartel hasta el 8 de septiembre, una muestra que explora al completo la bullente producción artística en uno de los periodos más oscuros de la historia del país. Más de 500 piezas entre obras, documentos, fotos y películas de la época atestiguan la reacción, la resistencia o el silencio de los creadores que vivieron la apocalíptica realidad francesa. La exposición, dividida en una docena de secciones, repasa la producción de autores como Picasso, Dalí, Duchamp, Max Ernst, Henri Matisse, Joan Miró, Pierre Bonnard, Alexander Calder, Vasily Kandinsky, Paul Klee, Fernand Léger, René Magritte y Francis Picabia. Cuando el surrealismo adivinó el horror de la guerra Los autores más famosos se intercalan en el recorrido con otros desconocidos e incluso anónimos, supervivientes que con su trabajo comunican la desesperación y el terror. Jacqueline Munck y Laurence Bertrand Dorléac, comisarias de la muestra, destacan que la muestra no es sólo un gran recopilación de obras de figuras consagradas, sino que busca desvelar “todo lo que quedó en la intimidad de las viviendas, de los talleres, de los refugios, de los campos de internamiento y de concentración, de las cárceles y de los hospitales psiquiátricos, a la sombra de la historia”. Los surrealistas, en auge en los años anteriores a la ocupación, protagonizaron en 1938 una muestra —organizada por André Breton y Marcel Duchamp— que auguraba con una extraña atmósfera de oscuridad y miedo los horrores de la guerra que estaba por llegar. Con el régimen de Vichy, dos años después, muchos de ellos vivieron escondidos y se exiliaron. Hans Bellmer y Max Ernst fueron enviados a campos de internamiento. En un contexto de inestabilidad y amenaza, la exposición dedica también especial atención a la labor de Varian Fry, periodista estadounidense enviado por su gobierno como representante del Comité de Rescate de Emergencia, que sacó de Francia a artistas e intelectuales extanjeros, antifascistas y judíos. Marc Chagall, Fernand Léger, Moïse Kisling, Joan Miró, Marcel Duchamp, Max Ernst y Salvador Dalí fueron algunos de los que tuvieron la suerte de huir. La producción del artista alsaciano Joseph Steib representa la opresión de los que tuvieron que quedarse y pasar desapercibidos escondiendo o disfrazando sus obras más críticas. Arte en los campos de internamiento Los maestros de referencia como Picasso, Matisse y Bonnard se atrincheraron en sus estudios en el sur del país evitando la zona ocupada. Los pintores, marginados en un panorama cultural de tendencias nazis que los tachaba de “degenerados” se encontraban con que apenas podían hacer circular sus obras y los encargos eran cada vez más infrecuentes. La esperanza sólo residía en pequeños gestos, como el de la galería Jeanne Bucher, perteneciente a una valiente alsaciana que promovió a los autores marginados por la ocupación en su modesto local del Boulevard Montparnasse de París. Una sección especialmente emotiva y reveladora de la muestra es la dedicada a los campos y las cárceles. Los reclusos expresaron en dibujos y pequeñas esculturas sus ansias de libertad y documentaron sus tragedias personales con escasos recursos y materiales poco convencionales como trozos de madera, latas, papel de embalar, cerillas, hierro y huesos. Algunos de los trabajos son los últimos que elaboraron Felix Nussbaum, Horst Rosenthal y Charlotte Salomon, deportados a campos de concentración alemanes, donde fueron exterminados. Como contraposición de quienes sufrieron, el museo también tiene lugar para el “gusto oficial” en la Francia de la ocupación. La exposición recopila una colección de obras que se exhibían en el Museo Nacional de Arte Moderno (inaugurado en 1942). Contenedor de arte bien visto por el régimen, “estrictamente francés”, el centro alejaba de sus salas cualquier manifestación fauvista, cubista, dadaísta, expresionista, surrealista o mínimamente abstracta para dar paso a canónicas escenas religiosas, desnudos y retratos consensuados con la censura a la que se plegaron Paul Belmondo (padre del actor Jean-Paul), Charles Despiau, Raoul Dufy, Kees Van Dongen, Henry de Waroquier y otros afines al poder alemán.