jueves, 4 de julio de 2013
Una de cal y otra de arena
Una de cal y otra de arena
En los últimos días hemos sido sorprendidos por dos noticias, que no por inesperadas, van a alterar la vida de los israelíes a corto plazo. Por un lado la noticia que el Gobierno ha decido terminar con el interminable problema del cambio de horario de verano que año a año se instala en los múltiples conflictos que separa a los habitantes del país.
A partir de ahora, y por ley nacional, el reloj estival se modificará el último fin de semana del mes de octubre, en concordancia con lo que sucede en Europa.
El beneficio será grande y se aprovechará la luz solar durante más tiempo, mejorando la calidad de vida y el bolsillo de los habitantes. Además, el cambio, repercutirá en un menor daño al medio ambiente y al manejo internacional de los negocios.
Desde que los judíos ortodoxos, no más del 10 % de la población total, chantajean al gobierno de turno, el cambio del reloj se realizaba la semana anterior al de las fiestas de Año Nuevo y Día del Perdón. La excusa que se argumentaba era que, durante los días previos y posteriores a las Altas Fiestas se debían realizar rezos en horarios más adelantados y que, por otro lado, el Ayuno del Día Sagrado resultaba más fácil con el cambio del horario. Puede que ello sea cierto, pero como ya hemos dicho los judíos que se "beneficiaban" con esa medida, no son ni remotamente, la mayoría del país.
Con los modernos sistemas de aire acondicionado, con los que cuentan todas las sinagogas del país, los relojes automáticos que se prenden y apagan solos y otros artilugios, hacen que el día de ayuno no sea tan sacrificado. No queremos entrar en este momento en disquisiciones como que si bien en Yom Kipur no se debe trabajar, y no debe "trabajar tu esclavo" porque eso es harina de otro costal. Que los aires acondicionados se prendan y apaguen solos, es suficiente. Si del otro lado del cable de electricidad hay obreros de mantenimiento y control, de la Empresa de Electricidad trabajando, no es cuestionable.
Este año, por caprichos del almanaque, las fiestas llegan con los primeros días de setiembre. Por consiguiente, el cambio horario se retrasará en casi dos meses y el ahorro de consumo eléctrico y lo que ello lleva involucrado, será más que considerable.
La mala noticia, para los que deseamos una Israel pluralista, justa, equilibrada y moderna, vino desde donde no se esperaba. Una resolución de la Suprema Corte ha dado la razón a un comerciante de la ciudad de Tel Aviv y ha convalidado una vieja disposición municipal en donde se obliga a los negocios a cerrar sus puertas los días sábados. La razón de la sinrazón. Justo en Tel Aviv, la ciudad turística por excelencia. La ventana del mundo de Israel deberá permanecer cerrada durante las 25 horas que dura el Shabat. El atraso mental puesto de manifiesto.
El recurso que ya llevaba seis años en el fuero judicial, fue convalidado justo en momentos en que los religiosos ortodoxos, que normalmente propiciaban esta medida, no están en el la coalición gobernante. Por ahora, y de acuerdo al fallo, el mismo tiene efecto sólo para la ciudad de Tel Aviv, pero nada puede prohibir que siguiendo el ejemplo, en otras ciudades se plantee un proceso semejante.
Por el momento todos los comerciantes de Tel Aviv y los habitantes de la misma, se verán perjudicados por la medida. Comentarios periodísticos manifiestan que el actual intendente de la ciudad, Ron Huldai, se encuentra ante difícil disyuntiva. No desea que en estos momentos, a cinco meses de las elecciones municipales, granjearse la antipatía de los religiosos. Por otro lado entiende que, una medida de estas características atentaría contra el buen nombre internacional de Tel Aviv, como ciudad turística llamada por la intendencia, la "Ciudad que nunca duerme"
La resolución ha caído de perillas para la situación y deseos del candidato opositor, Nitzan Horowitz. El valiente e inteligente diputado de Meretz, que manifestó su deseo de convertirse en el primer intendente gay de la ciudad es un liberal a ultranza y nadie duda que esta medida bajo su mandato no durará más de 24 horas.
Un nuevo conflicto interno que perturbará la paz del verano y que no hará más que crear diferencias y ocasionar nuevas heridas.
Es hora que se determine el carácter judío y laico del Estado de Israel. La mayoría de la población así lo indica. Respetar y ser respetados. Las personas que necesitan negocios abiertos los sábados deben tenerlos. Los que desean viajar ese día, deben poder trasladarse sin problemas. Los que deseen guardar las normas del descanso semanal, tendrán el derecho de estar tranquilos en sus hogares. Honremos las creencias de nuestros vecinos, pero no les impongamos nuestras normas. Un país moderno, en el siglo XXI debe ser libre, abierto a todas las ideologías. Sin traumas del pasado, respetando las leyes laborales, pero dando facilidades a los que desean realizar otro tipo de vida. La actual Kneset tiene la obligación de terminar definitivamente con este permanente problema. Debe dictar leyes claras. De acuerdo a las expectativas de la mayoría del país, para poner un fin definitivo y no dejar temas abiertos para que decidan las autoridades de turno.
Escrito por Cr. Víctor Vaisman Publicado en Opinión