Los palestinos no están exentos de culpa por el fracaso de las conversaciones de paz
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Hace varias décadas, cuando Francia conmemoró los 200 años de la Revolución Francesa, se le pidió a un líder chino su opinión acerca de la revolución. “Es un poco temprano para decirlo”, respondió. Ha pasado una década desde la retirada de Gaza, y ya lo sabemos. Estos son días de auto-examen. Los resultados demuestran que quienes se oponían a la medida tenían razón. Hubo quienes afirmaban en ese entonces, y esta declaración ha sido atribuida a A.B. Yehoshua también, que la retirada le daría a Israel la legitimidad de defenderse, y para bombardear sin piedad a la Franja de Gaza. Han pasado los años, y resulta que fueron los partidarios de la retirada, en realidad, los primeros en aprovechar la oportunidad de llamar un crimen de guerra a cualquier intento israelí para defenderse.
Aquellos que se opusieron a la retirada tenían razón, pero una situación en la que una minoría judía – ya sea en Gaza o en Judea y Samaria – viva dentro de una mayoría árabe, está condenada al fracaso. La alternativa para la retirada, tanto entonces como ahora, podría ser un gran estado. Ni democrático ni judío, sino binacional. Así que tuvieron la idea correcta, pero la ejecución fue un desastre.
No hay soluciones fáciles. Si otra retirada significa que Hamas se apoderaría de Judea y Samaria – entonces la actual situación es mejor. Esta posibilidad existe. No es pequeña. El extremismo islámico está alzando su cabeza en todos los rincones del mundo musulmán. Es una ilusión pensar que no ocurrirá también en Judea y Samaria. Pero ay de nosotros si estamos condenados a la maldición de un estado binacional.
La necesidad de una separación demográfica, para dos pueblos, se mantiene. Los Parámetros de Clinton, con la adición de garantías de seguridad a la luz del fortalecimiento de la jihad islámica, podría ser la solución correcta. También podría ser posible llegar a un acuerdo con la comunidad internacional sobre un acuerdo provisional, hasta que los palestinos se dignen a aceptarlo. Al mismo tiempo, hay necesidad de una medida unilateral. Una medicina provisional para una enfermedad crónica hasta que se encuentre una solución permanente.
Se la podría definir como una tercera opción: Separación, pero no retirada. Esto significa transferir más y más poderes a la Autoridad Palestina, reducir más restricciones sobre los palestinos, poner freno a la empresa de los asentamientos, mientras al mismo tiempo mantener el control de seguridad. Sin una iniciativa israelí, la presión internacional sólo crecería. La Unión Europea ya está enviándonos señales. E incluso más que señales. Así que es hora de actuar, esto es en nuestro interés nacional.
La división entre izquierda y derecha se ha vuelto cada vez menos relevante en los últimos años. Solía haber un “Campo de la Paz”. Ahora hay organizaciones de derechos, algunas de las cuales están ocupadas buscando cualquier pizca de evidencia para demostrar que Israel está cometiendo crímenes todo el tiempo. Otras promueven la afirmación de que Israel tiene la culpa por el fracaso del proceso de paz. En los últimos años, Tzipi Livni se encontró en el centro de dos rondas de conversaciones de paz con los palestinos, bajo los auspicios de Olmert y Netanyahu. Sabe lo que está pasando allí. Incluso se atrevió a señalar con el dedo acusador a Mahmoud Abbas, diciendo que en el momento de la verdad “se echó atrás”.
Resulta que culpar por el fracaso también a Abbas es el problema. ¿Por qué está en declive el apoyo israelí a la paz? Por “las interminables necias campañas de gente como Ben-Dror Yemini, Dan Meridor y Tzipi Livni”, afirmó Raviv Drucker esta semana. Los hechos siguen siendo que los palestinos rechazaron generosas iniciativas de paz una y otra vez. Rechazaron la iniciativa de Clinton a fines de 2000, la iniciativa de Olmert en 2008, e incluso el proyecto que Kerry y Obama presentaron en marzo de 2014. El gran crimen de Livni, tal vez también el de Meridor y el de su servidor, es el hecho de que nos atrevemos a afirmar que los palestinos no son niños, y ciertamente tampoco retardados. Pueden ser considerados responsables. Sí, incluso ellos. Esto no es una “campaña”. Estos son los hechos.
Resulta que, he aquí, en sus raros destellos de decir la verdad, esto es lo que el propio Drucker ha afirmado. Él escribió en el pasado acerca de la propuesta de Clinton que Israel dijo que sí, y que “los palestinos admitieron decir que no”. Y acerca de la propuesta de la administración Obama de marzo de 2014, el mismo Drucker escribió un artículo titulado “La propuesta secreta de Obama a Abbas”, que se basaba en los Parámetros de Clinton. “Los estadounidenses esperaban”, escribió Druckman, “que a esto, Abbas no puede decir ‘no’. El líder palestino los defraudó”. Entonces, ¿cuál es exactamente el problema con la afirmación “se echó atrás” de Livni? ¿Ha olvidado tan rápidamente el Actual Drucker lo que el Pasado Drucker escribió?
Y sólo se pone peor. No es sólo que Livni-Meridor-Yemini son los culpables de una campaña que reduce el apoyo a la paz, sino que afirma también que el terrorismo promueve el apoyo a la paz. El máximo del apoyo a los Parámetros de Clinton, afirmó Drucker, fue en marzo de 2002, que fue “el mes sangriento y más difícil, durante el cual se produjeron los atentados suicidas en el Park Hotel y en el restaurante Matza”. Drucker promueve la creencia de que los israelíes sólo pueden entender la fuerza. El terrorismo funciona. Esta afirmación me pareció inexplicable.
Kalman Gayer, consultor estratégico de Ariel Sharon, me mostró algunas encuestas. Bueno, entre el 12 y el 14 de marzo de 2002, el apoyo a los Parámetros de Clinton estaba en el 78,9 por ciento. Un record. El atentado suicida en el Park Hotel ocurrió el 27 de marzo, y el atentado suicida en el restaurante Matza ocurrió el 31 de marzo. En una encuesta realizada entre el 9 y el 10 de abril, después de los ataques, el apoyo se redujo al 68 por ciento. El rechazo, por su parte, aumentó de 12,2 por ciento al 25,7 por ciento. Esto quiere decir que el terrorismo dañó al apoyo a la propuesta. Drucker no estaba simplemente manipulando los hechos, los estaba distorsionando descaradamente.
Hay muchos en el “Campo de la Paz” de antaño que son demasiado ruidosos, como Drucker, que creen que hay que eximir de responsabilidad a los palestinos y culpar a Israel, sólo a Israel, e incluso justificar el terrorismo. Para ello, se permiten mentir incesantemente. Los que apoyan el terrorismo y la violencia, y se oponen a Abbas, leen sus comentarios mientras se frotan las manos con regocijo. Tienen Druckers, no necesitan un departamento de propaganda.
David Cameron, el primer ministro de Gran Bretaña, pronunció un discurso canónico, esta semana, acerca de un plan de cinco años para derribar el extremismo islámico, y dijo que era la “lucha de nuestra generación”. Renunció a tratar de ser políticamente correcto y habló no sólo de los que apoyan el terrorismo, sino también de los que se presentan como opositores a la violencia, pero promueven la radicalización. Por ejemplo, aquellos que promueven teorías de una conspiración judía o afirman que la cooperación entre Israel y Occidente tiene la intención de humillar a los musulmanes. “Tenemos que mostrar que si se dice que la violencia en Londres no se justifica, pero los ataque suicidas en Israel es un asunto diferente’- entonces se es también parte del problema”, dijo Cameron. Bravo.
El discurso, como era de esperar, provocó duras críticas por parte de las Fuerzas Progresistas. Están acostumbradas a culpar a Occidente, Israel, los sionistas, por todos los males del mundo creado por el Islam político. Entonces, ¿quién es Cameron para arruinar su tesis? Cientos de académicos firmaron una carta oponiéndose a las medidas que el gobierno británico decidió en el marco de su lucha contra el terrorismo.
Alegaron, por supuesto, que el problema no era la ideología islámica, sino la discriminación y la alienación. ¿Y qué diferencia hace que una gran parte de los radicalizadores son estudiantes, médicos, ingenieros? Una encuesta publicada después del ataque terrorista contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo mostró que el 27 por ciento de los musulmanes en Gran Bretaña se solidarizaron con los asesinos. ¿Y qué diferencia hace que los inmigrantes indios que vinieron a Gran Bretaña, a pesar del color de su piel y la discriminación contra ellos – y tal discriminación existe – no se radicalizaron, y no respondieron con un cinturón explosivo? Pero los hechos no pueden confundir a las Fuerzas Progresistas. No en Gran Bretaña, ni en Israel.
No hay necesidad de una mayoría de partidarios de la violencia para crear la atmósfera de terror y violencia. “Un puñado” de fanáticos del Beitar Jerusalén se ha convertido en un problema nacional. Es posible que hubiera belgas que los enfurecieron con burlas antisemitas. ¿Esto justifica sus disturbios hooligan? Los hooligans ya tenían los petardos cuando entraron al estadio. Planearon usarlos, independientemente de las burlas. Cameron se da cuenta de que hay un problema en Gran Bretaña. Es hora de que Netanyahu se dé cuenta de que hay un problema en Israel también. Y que nadie diga que estos fanáticos fueron ninguneados, discriminados y alienados, los pobres, y que por eso son racistas y violentos. No es cierto en Londres, y no es cierto en Jerusalén.
Fuente: Por Israel
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