domingo, 25 de diciembre de 2011

Un hecho social visto por un psicoanalista



1. El hecho.

Una de mis notas dice: "El holocausto impregna casi todos los aspectos de la vida en Israel: lo cotidiano y lo excepcional, lo familiar y lo personal, lo social y lo histórico, lo político y lo literario". Lo médico y lo científico no podía escapar a la significación derivada de ese acontecimiento doloroso e irracional, como vi en casi todos los historiales de pacientes a mi cargo.

Tomaré en consideración un acontecimiento social con amplia difusión, en su momento, en los medios masivos, como los diarios y la televisión. En lo aparente fue un episodio personal y aislado. La repercusión pública surgida hablaba de fuertes mecanismos de identificación con el personaje. Frecuentemente una persona se convierte en un personaje cuando ayudado por la realidad concreta, opera una modificación de la misma coincidente con impulsos, fantasías inconscientes, levantamiento de prohibiciones que el común de los mortales tiene en estado reprimido o desmentido. Una vez hecho público pueden surgir poderosos elementos emocionales provocando encendidas y enconadas discusiones a favor o en contra.

Toda identificación se basa en rasgos comunes. Para la comunidad judía el Holocausto es un rasgo común. Casi todos hemos perdido algún familiar. Algunos han perdido casi todos. Perduran integrantes del grupo directamente atacados, sus hijos y actualmente sus nietos, la segunda y tercera generación.

Este artículo contiene el análisis de un personaje y no de una persona. No la conocí directamente, me faltan sus datos biográficos. Para el personaje en cambio, he recurrido a datos de otras fuentes, y al resultado de discusiones con colegas médicos y psicólogos.

El psicoanálisis como teoría es un instrumento único. Me he valido de algunas de sus formulaciones para hacer inferencias válidas. Un análisis del tipo emprendido aquí es de utilidad para profundizar sobre las consecuencias psíquicas de la agresión, considerando el Holocausto como un trauma social masivo provocado por el hombre, también para entender algunos mecanismos de la transmisión de la irracionalidad.

El hecho ocurrió en mayo de 1979 en la ciudad de Naharía, en el norte de Israel. Eran frecuentes las incursiones de terroristas árabes provenientes del sur del Líbano. Ese día, mejor dicho, esa noche, lograron desembarcar tres de ellos. Amparados por la oscuridad entraron a la ciudad y quisieron tomar una casa de departamentos. Sus integrantes, posiblemente alertados por los desusados ruidos nocturnos respondieron a tiros, por lo cual los terroristas se alejaron. Trataron de entrar a otra casa de donde luego se alejaron para intentar hacerlo a" una tercera casa de departamentos. En uno de éstos vivía la familia Harán, compuesta por Dany, casado con Smadar, pareja joven, alrededor de veintiocho años, y dos hijas, la mayor, cuyo nombre no recuerdo, de cinco años e Yael, la menor, de dos años y medio. Una vecina entró al departamento para advertirles del peligro y la proximidad de los atacantes. No pudo volver porque ya subían por las escaleras. Decidieron esconderse en una bohardilla, pero como la pequeña lloraba, al parecer Smadar pidió al marido que buscara el chupete. Dany y la hija mayor así lo hicieron y Smadar, la hija menor y la vecina lograron esconderse. Mientras esperaban al marido y a la hija mayor oyeron la entrada de los terroristas a la vivienda. Se los llevaron a ambos y luego se escucharon disparos. Los habían matado.

Smadar posteriormente contó lo ocurrido en la bohardilla. Yael asustada por la oscuridad preguntó donde estaban. La madre respondió para tranquilizarla: "Estamos viajando en un tren". Respuesta extraña y espontánea, por lo tanto producto cercano a lo inconsciente. Yael lloraba y constituía un serio peligro porque podía denunciar la presencia de las tres personas. La madre trató de callarla tapándole la boca, hasta que dejó de llorar primero y de respirai después. Había matado a su hija para poder sobrevivir

2. Destino y significación.

El ser humano recurre a la noción de destino para explicarse lo inexorable, lo que no puede cambiar, lo repetitivo, la falta de opciones. Optar equivale a elegir por lo menos entre dos posibilidades de acuerdo al significado otorgado a cada uno de ellas. La elección de una opción y la no elección de otra configura el acto de dar significado. Destino es la oposición semántica de significación y desde ésta se define y ubica aquel. Destino equivale a asignificación y falta de opciones. Significación implica elección entre dos opciones diferentes sobre lo que tienen de semejante. El destino es una marca semántica próxima a la compulsión de la repetición, la huida de la significación, la desagregación de las cualidades, la desestructuración o en términos psicoanalíticos de mayor nivel, de especulación, la fusión instintiva a predominio del instinto de muerte. Opuesto a la compulsión repetitiva se establece el principio de placer y la entrada en la significación, el establecimiento de opciones, primero próximas al deseo, luego mediatizada por el principio de realidad, la agregación de cualidades, la fusión instintiva al predominio del instinto de vida.

Los relatos basados en la noción del destino como inexorable, por lo general se desenvuelven en la mera descripción, aparentemente no explicativa. Reservan la ilusión de que los hechos hablan por sí solos. La realidad es incognoscible en sí misma, solo es posible conocer distintas aproximaciones a la misma mediante los instrumentos interpretativos, los cuales abren sucesivas significaciones. Cada interpretación plantea opciones diferentes. Toda descripción interpreta los hechos y permite la apertura y el acceso de nuevos niveles de realidad. La interpretación depende del interpretador, siempre incluido en el mundo de los fenómenos, quien dispone de una mayor gama de opciones y que a su vez abre otras nuevas.

El destino se describe ligado a lo biológico por una parte y por la otra a los grandes, acontecimientos sociales. Como si la significación del ser humano ligado a su propia historia se moviera entre esos dos más allá: la biología y la cultura.

La noción de significado y de opciones se relaciona íntimamente con la de historia. Nada hay fuera de la historia, a pesar de ser ésta escrita después de ocurridos los hechos, cuando desde el momento actual es posible interpretar y reordenar los hechos pasados de acuerdo a su significación. La historia, mejor dicho los hechos históricos no se repiten, se establece entre ellos una relación de transformación: Contienen un invariante constituido por el sistema de relaciones devenido inconscientemente, solo sujeto a reconstrucción a partir de signos perceptibles en la superficie de los hechos. Lo mencionado es una estructura cuya materialidad se conforma según acontecimientos pasados o hechos actuales. El invariante es suceptible de experimentar mutaciones dentro del sistema de relaciones. Hay transformaciones de la historia, tanto de la historia individual como de la historia de las sociedades, aunque se trate de fenómenos de distinta dimensión.

3. El Holocausto.

El Holocausto es un hecho histórico social y, naturalmente también histórico individual, por participación o por identificación. Cierta vez asistí a una discusión entre dos colegas, uno de los cuales había sufrido de pequeño y en carne propia la masa de acontecimientos denominada como Holocausto y el otro había tenido la suerte de solo haberlo leído y oído. Ambos postulaban conductas diferentes respecto a la necesidad de recordar esos acontecimientos. El primero afirmaba la necesidad de recordar y no olvidar, porque el olvido conduce a la supresión, primer paso hacia la represión y ésta deja abierto el camino a la repetición. El segundo postulaba la necesidad de no tener presente ya un hecho irreversible por lo pasado. En su criterio la culpa no era un buen criterio o recurso mental, además los hijos tenían una historia diferente a los padres. El primero le respondió: "El Holocausto ocurrió a nuestros padres, a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos aún por nacer".

Nada de lo que ocurre al ser humano puede sernos ajeno. Referido a los efectos humanos de las explosiones atómicas, dice Lifton que todos somos sobrevivientes de Hiroshima y el vínculo entre Hiroshima y nosotros no es simplemente metafórico. Tiene componentes psicológicos específicos que pueden ser explorados en relación a la psicología general del sobreviviente.

Holocausto es la palabra castellana, semejante al inglés Holocaust y al francés Holocauste. Traducen el término hebreo Shoáh, de amplio uso en Israel. Conocí este término en la mayoría de las historias clínicas, individuales y familiares. Denomina al exterminio sistematizado de alrededor de 6.000.000 de judíos, ocurrido poco antes y durante la segunda guerra mundial, realizada por los nazis de Alemania y sus satélites.

Shoáh o Hashoáh (Ha es artículo definido y equivalente a el o la) significa literalmente catástrofe, calamidad, hecatombe, y también ruina o destrucción. Holocausto proviene del griego 'holos' = entero y 'kaio =yo quemo y significa el sacrificio en el cual se quema a la víctima por entero.
El holocausto es una modalidad del ritual de los sacrificios, como el sacrificio de comunión, los sacrificios expiatorios, las ofrendas y otros. Está reglado en el Antiguo Testamento, en el libro tercero del Pentateuco, llamado Levítico y relacionado con el servicio de Dios. Hay precisas prescripciones referidas al tipo s de animales a ofrecer en holocausto con sus rituales correspondientes. R. de Vaux, en su bosquejo de una teoría del sacrificio, sostiene que éste es el acto esencial del culto externo, acción simbólica en la relación entre el hombre y Dios. Da tres características del sacrificio. La primera es el don, a través del cual el oferente otorga parte de si mismo simbolizado por la ofrenda, animales domésticos o productos vegetales necesitados por el mismo hombre y de los cuales se priva para otorgarlos a Dios. La ofrenda se destruye totalmente y en ese sentido el holocausto t era el sacrificio por excelencia. R. de Vaux da dos razones para explicar porque la necesidad de hacer desaparecer la ofrenda. La primera es que la destrucción es el único medio para hacer a la víctima inutilizable y de esa manera convertirse en un don irrevocable. Esto es, retirarla de la circulación, sustraerla al uso profano. La segunda razón se relaciona con el pasaje de lo visible a lo invisible. Desde ambos puntos de vista el holocausto se relaciona con la simbolización y participa de sus cualidades, relación entre lo simbolizado y el símbolo mediante el cual el segundo se refiere al primero por representación. En ese sentido lo simbolizado se torna invisible, manera de denominar la desaparición de la conciencia para mantener solo un registro inconsciente. También el símbolo al ser retirada su significación del circuito general de la significación convencional y social, adquiere una característica altamente individual.

Conocemos ampliamente en el funcionamiento psicótico de la mente, un tipo de transformación por lo cual lo simbolizado se equipara al símbolo. A la vez lo simbolizado deja de ser singular y pasa a ser de uso general. En psicoanálisis se llama a esta transformación ecuación simbólica, y es propio de los estados mentales donde se produce la desestructuración de la función simbólica.

La segunda característica del sacrificio es la comunión: referido a la aspiración de unión con Dios. R. de Vaux dice: "los israelitas no pensaron nunca que ' pudiesen unirse físicamente con Dios mediante la manducación de una víctima ni mediante el traspaso a la esfera divina de una víctima identificada con el oferente. Pero existe una unión que procede de la participación de los mismos bienes, de una comunidad de vida, de relaciones de hospitalidad". Traspaso es una operación concreta y comunión es una transformación simbólica. La comunión es el término religioso del mecanismo de identificación, el cual consiste en la apropiación mental de las cualidades del objeto con el cual se identifica, apropiación que modifica al yo. La desestructuración de la identificación produce una confusión entre las cualidades y el objeto cualificado, sustituyendo la apropiación de cualidades por la del objeto concreto o partes de él, mediante la incorporación oral; la cual lleva a la destrucción y desaparición del mismo. La identificación implica su persistencia en el nivel simbólico.

La tercera característica es la expiación, modo de reparación por un agravio cometido contra la divinidad tendiente a lograr su perdón. Se relaciona con la alianza concluida entre los israelitas y Yahveh, por la cual deberán cuidar todas las prescripciones del contrato. Según Haag y col., expiar muy rara vez entraña la significación de aplacar. También la teoría psicoanalítica de Melanie Kelin establece una clara diferencia entre reparar, acción referida a un largo proceso de cuidado del objeto dañado en la fantasía y en la realidad mental y material, y aplacar, proceso propio de las ansiedades persecutorias tendientes a calmar al objeto en lugar de cuidarlo auténticamente.

El holocausto bíblico forma parte de una intrincada red de prestaciones y contraprestaciones entre el hombre y la divinidad, Yahvéh, incluidos en un sistema de intercambio donde la reciprocidad está definida por la alianza, el 'brit' de los hebreos. Holocausto es un concepto propio y característico del Antiguo Testamento. El término hebreo Shoah incluye en su significado la implicación de una destrucción proveniente de la naturaleza o por fuerzas de la fatalidad. Sin embargo ambos términos están ampliamente difundidos en Israel y en el resto del mundo contemporáneo, para denominar "la aniquilación de gran parte de la judería europea a través del nacional socialismo" según la definición adoptada por el concilio de la Iglesia Protestante de Alemania.

Como psicoanalista cabe preguntar por qué se ha producido ese corrimiento semántico entre lo que se llamó en alemán: "die Endlösung der judenfrage in Europa", la solución final de la cuestión judía en Europa, oración eufemística de "Judenvernichtung", aniquilación de los judíos y los términos "Shoáh" u "Holocausto".

La supresión de un nombre es el comienzo del retiro de la representación consciente y los afectos ligados a ella en el recuerdo, vía para el alejamiento del significado de un suceso penoso, motivado por la culpa y la vergüenza. La humanidad no tolera hacerse cargo del monto de destructividad surgido en ella sin haber podido neutralizarla. La culpa es el sentimiento surgido cuando se toma conciencia del daño realizado y la vergüenza surge cuando aquello que debería permanecer oculto súbitamente se hace visible. La defensa primera es no nombrarlo y responder a la fantasía de eliminar junto con el nombre al objeto nombrado. Este mecanismo se refuerza efectuando un corrimiento de sentido motivado por el deseo, algo así como que en lugar de aniquilación hubiera sido Shoá, catástrofe, calamidad, con mucho de natural. Proyección de los impulsos agresivos, específicamente humanos y derivados del instinto de muerte, sobre la naturaleza. Ciertamente no están sujetos a la ley, al orden, a la significación mediante la cual se fusionan con los instintos de vida. Se acercan más a la noción de destino. Como la aniquilación es la ruptura del circuito de reciprocidad y la caída en la falta de significación, surge encubridoramente para nombrarla el término Holocausto, paradigma de reciprocidad. Ahora es un término restitutivo de la anterior caída en la carencia de significación.

El mecanismo empleado es el de usar un término vinculado a lo sagrado, término característicamente judío, para denominar la aniquilación de los mismos. En este mecanismo pareciera haber un acuerdo inconsciente, en el cual participan también los mismos sobrevivientes y sus descendientes. La elección de la denominación Holocausto contiene la ambigüedad encubridora que permite usarla para otras aniquilaciones humanas, con lo cual aquella pierde especificidad. La falta de especificidad produce una regresión del significado a la cantidad, de la cultura a la naturaleza, de lo psicológico a lo biológico. Lo que el hombre no tolera en si mismo es tratado mediante la inespecificidad y luego reubicado proyectivamente en la biología o en la naturaleza.

El Holocausto fue una manifestación de agresión social masiva, cuyos efectos se prolongan ya muchos años y se prolongarán varias generaciones más. El ser humano tiene poca defensa frente a la agresión, propia o ajena. Los fenómenos derivados de la agresión operan en la mente del agresor tanto como en la mente del agredido. La agresión se relaciona con los sentimientos derivados del desamparo. Toda situación actual tendiente a recrear el estado de desamparo tiene el efecto de un acto agresivo y probablemente la peor forma de agresión es inducirlo, a través del ataque tendiente a destruir la identidad. Cohén y otros autores relatan que en el Holocausto, la humillación mayor consistía en que después de serle privado de todo, había otra privación aún, la pérdida del nombre y su reemplazo por un número. Regresión de la cualidad a la cantidad. Ataque y privación de la identidad, recurso extremo que precipita la caída en la situación de desamparo. Está asociado a la vivencia de despojo.

En varios relatos de los campos de concentración se exalta la imagen de los soldados SS, abrumadoramente armados, que ejercitaban un poder capaz de destruir a cada uno y cada cosa. No había medio físico para poder defenderse de ellos. Una defensa mental extrema era el repudio, la despersonalización o el estado denominado por Lifton "psychic closing off", clausura psíquica, como observar sin emoción. Este autor compara a los sobrevivientes de los campos de concentración con los de la explosión atómica de Hiroshima, en el sentimiento de pertenencia a un grupo selecto que ha sido tocado por la muerte. Alguna vez oí decir que eran personas cuyo estado mental era de pertenencia a otro planeta.

En ambos grupos se encuentra el temor a la repetición de lo sufrido, pérdida de la confianza o fe básica en Dios, en la sociedad y en otra gente.
Es difícil imaginar con nuestras categorías, las que operan en la mente bajo el efecto de los fenómenos psicóticos, referentes a la vivencia del tiempo y del espacio ilimitado, un tiempo y un espacio previo a la significación dada por el asistente, previo al amparo del desamparo inicial. En realidad, la vuelta al temible estado de desamparo provoca la pérdida de la confianza interna en los objetos protectores, los buenos padres internos asistentes. Los sobrevivientes frecuentemente no tienen deseos de tener progenie por el temor a que los hijos pasen por la misma experiencia. Frecuentemente han perdido toda su familia. No hay tumba para visitar ni lugar externo ni interno donde hacer el duelo.

4 . ?Quién eres, Smadar Haran?"
Volvamos al episodio de Naharia.

Smadar se presentó luego en un impactante y tremendo reportaje televisivo. El material siguiente es un extracto de la nota aparecida en el diario Haaretz, suplemento semanal del 31 de mayo de 1979. El artículo se llama: "?Quién eres, Smadar Harán?".
Smadar dijo en relación a la entrevista televisiva:

"Lo que dije fue fuerte. Mucho más los fueron los hechos. No les di satisfacción a quienes gustan balancear la cabeza diciendo: Pobre!, y con eso sientan que hicieron lo suyo. Quise que todos nosotros, todo el pueblo de Israel, se enfrente con las cosas tal cual sucedieron y no escondan sus cabezas en la arena. No me desbordo, no desgarro mis ropas ni me arranco mis cabellos. Esa no soy yo.

"Yo, Smadar, veo mi hondo dolor como algo personal e intimo y mi conducta honra a mi familia desaparecida. Todo lo que yo hiciera sería criticado. Seguramente muchos aceptarían más fácilmente otro tipo de reacción, como suicidio, internación en algún hospital psiquiátrico, etc. Es el final casi esperado de toda tragedia. A todas esas personas les digo que no soy más que un pedazo (párrafo) de la vida, una mujer sobre la que cayó una terrible desgracia, para quien nada ni nunca podrá borrar las amargas huellas..."

"...La pregunta que ocupo a muchos fue cómo murió Yael Tengo una pregunta para cada madre que en este momento lee esta carta abierta. Piensa tú, madre: ?es que existe en el mundo una madre amante y abnegada, tal como yo lo fui, que no querría salvar a su hija, a cualquier precio? Todo lo que hice fue tratar de darle vida cuando oí y también vi a los saboteadores armados, entregados a un éxtasis de balas y muerte debajo de mi escondite. Hice todo lo posible por guardar su vida...

..."Quién sabría que la cosa se alargaría innecesariamente un tiempo tan largo?" Yael hubiera muerto de todos modos, si hubiera caído dentro del escondite una granada. Esos terribles momentos no se borrarán jamás de mi recuerdo. Pero al saber luego que Yael respiraba y estaba aún viva y si hubiese llegado ayuda en forma más rápida, como debió ser en este caso... eso me duele mucho. ?Alguien tuvo en cuenta que salvé la vida de otra persona? Si no hubiese gritado a mi vecina de ir a la bohardilla, también ella hubiera sido asesinada. ?Sobre eso se habló?

...Y a todos los honorables señores de salón, a quien estas cosas movilizan su delicado espíritu, no deseo para ninguno de ustedes una desgracia tan desgarrante, terrible y aterrorizante.

... A todos aquellos que intentaron saber por qué usé la expresión. "Sentí que estoy pasando la Shoá (Holocausto)", deseo agregar algunas explicaciones. No opuse la muerte de mis tres seres queridos a la muerte de 6.000.000 de judíos. Comparo I mi familia, padre, madre y dos hijos en Israel 1979 con una familia judía, padre, madre y dos hijas en Alemania 1941. ?Qué le pasó a la familia israelí y qué le pasó a la familia alemana cuando llegaron los asesinos a sus casas? Para mí esta es una 'shoá' privada, mía. ?No es así acaso como se desarrollaron las cosas en Alemania? Mi niña, su cabeza reventada. Mi marido, baleado y muerto. Mi otra hija murió por falta de atención médica. ?Es acaso así como deben darse las cosas en mi país?

A mi pesar esta no es la primera tragedia y temo que no sea la última. Por eso hay que aprender de la experiencia para evitar a cualquier precio un hecho como éste. Por eso me adjudiqué el derecho absoluto de comenzar por lo menos un tratamiento radical, a pesar de lo doloroso".

En la entrevista, Smadar Harán describió la entrada de los terroristas. Habló de su actitud de esconderse y luego salvarse a través de taparle la boca a su hija Yael, dijo no guardar duelo a la forma tradicional (Shivá), mencionó también su proyecto de abrir una nueva hoja en su vida tratando de rehabilitarse.

En lo personal puede decirse que nació y se crió en un Kibutz. Sus padres fueron de los primeros fundadores. Tiene un hermano de veinte años y una hermana de quince. Buena alumna, se distinguía en dibujo. En el ejército se desempeñó como soldado maestra de jóvenes marginados. Era una buena docente. Allí conoció a quien sería su marido, Dany Harán, instructor de deporte, estudiante de sociología. Se casaron después de seis meses de haberse conocido. El siguió estudiando. Ella, al terminar el servicio militar comenzó a estudiar pintura. Smadar recuerda los primeros años de matrimonio...

En 1977 se mudaron a Naharía Dany fue nombrado director de una fábrica importante. Durante su gestión mejoraron notablemente las relaciones entre la dirección de la fábrica y los obreros. Smadar comenzó a actuar en la organización social del lugar. Organizó un grupo de trabajo de pintura, y un taller en la propia casa. Meses atrás expuso sus propios trabajos con éxito. Sus temas de lectura eran: filosofía, sociología, sistemas de vida distintos. Se autodefinía entre sus propios amigos como liberal, defensora de la libertad individual y preocupada por mejorar la sociedad israelí.

Es notable en ella, la influencia de su madre. De ella recibió el significado del Holocausto, la muerte y el dolor. La madre, durante la segunda guerra mundial, estuvo durante tres años en un campo de concentración. Toda su familia fue exterminada.

Dice la madre de Smadar:

"Me es difícil entender a aquellos que se consternaron cuando oyeron a Smadar comparar el Holocausto con la sensación que tuvo durante su permanencia en la bohardilla. ?Y qué es el Holocausto? Es la muerte de 6.000.000 de personas. 6.000.000 de Holocaustos. A Smadar le aconteció el Holocausto 6.000.001. La entiendo perfectamente. El Holocausto no es solo la muerte, es la impotencia, el desamparo. Esconderse y el terror y la incertidumbre. También yo me escondí más de una vez sobre el techo, escuchando los pasos de los alemanes yéndose. ?Eso es Holocausto!".

Sigue la madre:

"Los espectadores esperaban ver una mujer histérica, confundida, gritona, amargada. Ellos esperaban que mostrara su dolor en público. Pero Smadar es como yo; ?jamás permití que los que me rodeaban compartieran mi dolor, jamás! ?Por qué lo haría? Mi dolor lo llevo dentro mío. Nadie tiene derecho a escarbar en mí dolor. Quien piensa que Smadar no está dolida, se equivoca. Ella es sensible, es conciente de lo que le sucedió. Llora por las noches. Mira retratos de sus hijas, como toda madre. Pero en público jamás mostrará su dolor. ?Por qué la gente no lo entiende?".

Dice el padre:

"Smadar permitió que la entrevistaran para hacer llegar un mensaje al pueblo de Israel. Señalar deficiencias y hoy sabemos que las hubo. Ella transmitió la sensación de desamparo del ciudadano israelí del año 1979".

Hasta aquí el reportaje periodístico.
Para comenzar a abrir la significación de este episodio no podemos recurrir a la protagonista, por una imposibilidad material. Pero tenemos a nuestra disposición otros relatos con una estructura semejante.

Veamos uno, de Elie Wiesel, de su libro La noche, el alba, el día: "Eran unos diez en el bunker. Noche tras noche, escuchaban a los perros de policía alemanes que, entre las ruinas buscaban a los judíos escondidos en sus refugio subterráneos, Shumel y los otros vivían casi sin agua y sin pan, casi sin aire. Pero resistían. Sabían que allá abajo, en su estrecha prisión, eran libres: arriba era la muerte. Una noche, estuvo a punto de ocurrir una catástrofe. La falta fue de Golda. Había llevado a su hijo consigo. Un bebé de pocos meses. El bebé comenzó a llorar poniendo así en peligro la vida de todos. Golda trató de calmarlo, de hacerlo dormir. En vano, Entonces los otros, a los cuales la misma Golda se unió, se dirigieron a Shmuel diciéndole: "Hazlo callar. Ocúpate de él ya que tu oficio es degollar pollos. Sabrás hacerlo sin que sufra demasiado. Y Shmuel se rindió a estas razones: la vida de un bebé contra la vida de todos. Agarró al niño. En la oscuridad, sus dedos tantearon hasta encontrar el cuello. Y el silencio se hizo en el cielo y en la tierra. Sólo los perros continuaron ladrando a lo lejos".

Lo protagonizado por Smadar y el relato de Wiesel son transformaciones de una misma estructura, de un i tipo de relato conteniendo una misma secuencia de acontecimientos. El punto alrededor del cual opera la transformación es la mente de Smadar identificada con la mente de su propia madre, a través de la cual se transmitieron los significados. Transformación es en matemáticas, un tipo de traslación posible mediante la existencia de un invariante. Lo expresa claramente Smadar cuando compara lo ocurrido a su familia en Israel 1979 y a una familia judía en Alemania 1941. Traslación en el tiempo y en el espacio. Ambas son familias semejantes por correlación y ambas son diferentes por oposición. ?Dónde ocurrió la traslación? En la mente de Smadar y el invariante es la identificación con el relato de la madre.

5. "Estamos viajando en un tren". 1941-1979

Con referencia a la respuesta espontánea de Smadar a Yael cuando le preguntó donde estaban:

"Estamos viajando en un tren".

Tomaré como asociaciones algunos párrafos de dos libros. Uno de Elie Wiesel:

"Apiñados por los gendarmes húngaros en vagones para ganado, lloraban sordamente. También nosotros llorábamos en el andén su partida. El tren desapareció en el horizonte: detrás de él quedó una humareda espesa y sucia".

Más adelante:

"A la mañana siguiente, caminamos hacia la estación donde nos esperaba un convoy de vagones para ganado. Los gendarmes húngaros nos hicieron subir a razón de ochenta personas por vagón. Nos dejaron algunas hogazas de pan, algunos baldes de v agua. Controlaron los barrotes de las ventanillas para verificar si eran fuertes. Los vagones fueron sellados. En cada uno se había designado un responsable: sería fusilado si alguien escapaba.

En el andén se paseaban dos oficiales de la Gestapo, muy sonrientes; en resumidas cuentas, todo había salido bien.

Un silbido prolongado atravesó el aire. Las ruedas comenzaron a chirriar. Estábamos en camino.

Ni pensar en acostarse, o tan siquiera sentarse todos. Se decidió sentarse por turno. El aire estaba enrarecido. Felices aquellos que se encontraban cerca de una ventana y veían desfilar el paisaje en flor.

Al cabo de dos horas de viaje, comenzó a torturarnos la sed. Después el calor se volvió insoportable.

Liberados de toda interdicción social, los jóvenes se entregaban abiertamente a sus instintos y, a favor de la oscuridad, se unían en medio de nosotros, despreocupados de todo, solos en el mundo. Los demás simulaban no ver nada. Nos quedaban provisiones. Pero nunca se comía hasta satisfacer el hambre. Economizar era nuestro lema, economizar para el día siguiente. El día siguiente podía ser peor todavía.

El tren se detuvo en Kashau, una pequeña ciudad en la frontera checoslovaca. Comprendimos entonces que no nos íbamos a quedar en Hungría. Nuestros ojos se abrieron demasiado tarde.

La puerta del vagón se corrió. Se presentó un oficial alemán acompañado por un teniente húngaro, que traduciría sus palabras:

"Desde este momento ustedes están bajo la autoridad del ejército alemán. Aquel que todavía posea oro, plata, relojes, tendrá que entregarlos ahora. Aquel a quien después se le encuentre cualquiera de estas cosas será fusilado inmediatamente. Segundo: aquel que se encuentre enfermo puede pasar al vagón-hospital. Eso es todo.

El teniente húngaro pasó entre nosotros con una canastilla y recogió los últimos bienes de aquellos que no querían sentir el gusto amargo del terror.

"Ustedes son ochenta en el vagón" agregó el oficial alemán. "Si falta alguno, todos serán fusilados como perros..."

Se fueron. Las puertas volvieron a cerrarse. Habíamos caído en la trampa hasta el cuello. Las puertas estaban clavadas, el camino de retorno definitivamente cortado. El mundo era un vagón herméticamente cerrado.

Volvió a reinar el silencio. El niño, sentado junto a su madre, lloraba. Yo volví a respirar normalmente. Se oían las ruedas que marcaban sobre los rieles el ritmo monótono del tren atravesando la noche. Podíamos volver a dormitar, a descansar, a soñar...
Así transcurrieron una hora o dos. Un nuevo grito nos cortó la respiración. La mujer se había liberado de sus ataduras y aullaba más frecuentemente que antes:

- ?Miren ese fuego! Llamas, llamas por todas partes...

Otra vez los jóvenes la ataron y amordazaron. Hasta le dieron algunos golpes. Algunos les aprobaban:

- ?Que se calle, esa loca! ?Que cierre esa boca! ?Aquí no está sola! ?Que cierre el pico!
Le asestaron muchos golpes en la cabeza, golpes como para matarla. Su hijito se aferraba a ella, sin gritar, sin decir palabra. Ya no lloraba siquiera.

Una noche que no tenía fin. Al alba, la señora Schächter so había calmado. Acurrucada en su rincón, con la mirada atontada o escrutando el vacío, ya ni nos veía.

Durante todo el día permaneció así, muda, ausente, aislada de todos. Al caer la noche, volvió a aullar: ?Ahí, el incendio! Señalaba un punto en el espacio, siempre lo mismo. La gente se había cansado de darle golpes. El calor, la sed, los olores pestilentes, la falta de aire nos ahogaban, pero todo eso no era nada comparado con esos gritos desgarradores.

Unos días más y nos habríamos puesto a aullar también.

Pero llegamos a una estación. Los que estaban cerca de las ventanas nos dieron el nombre de la estación:

- Auschwitz.

Nadie había oído jamás ese nombre.

El tren no siguió. La tarde pasó lentamente. Luego se descorrieron las puertas del vagón. Dos hombres podían bajar para buscar agua".

Más adelante el autor relata parte de su mundo de fantasías, construidas con evocaciones de sus años infantiles, respeto del tren.

.. ."Es la estación donde el niño olvidado en el andén ve a sus padres que se alejan en un tren. Y, en lugar de ellos, está ahí el humo negro del tren. El humo son ellos. ?La felicidad? La felicidad para el niño sería que el tren diera marcha atrás. Pero tú conoces los trenes: siempre van hacia adelante. Sólo el humo va hacia atrás"....

"No saben que el planeta está vacío y que un tren se ha llevado todo el cielo"...

Más adelante el tema del tren vuelve.

- "Entonces, aceptas? - preguntó Kathleen.
- Acepto qué? - me asombré.
- El trato que te propongo.
- Por supuesto - respondí distraído. Acepto.
- Y dejarás que te haga feliz?
- Dejaré que me hagas feliz.
- Y me prometes olvidar el pasado?
-Te prometo olvidar el pasado.
- Y sólo pensarás en nuestro amor?
- Sólo pensaré en él.
Había agotado su cuestionario. Calló para recuperar el aliento y preguntó con voz cambiada:
- Dónde estás ahora?
- En la estación - respondí.
- No comprendo.
- En la estación - dije -. La estación era pequeñita. Una estación de una modesta ciudad de provincia. El tren iba a partir. Me quedé solo en el andén. Mis padres estaban en el tren. Me habían olvidado.
Kathleen no dijo nada.
En el primer momento, se lo reproché a mis padres. No debían haberme dejado atrás, solo en el andén. Pero, un poco másmás tarde, vi de pronto una cosa extraña: el tren abandonaba los rieles y comenzaba a subir hacia el cielo gris ahumado. Desconcertado, ni siquiera pude gritar a mis padres: "?Qué hacen ustedes? Vuelvan! Tal vez si hubiera gritado, habrían regresado".

La siguiente es una cita distinta, esta vez de Viktor E. Frankl.

"Unas 1500 personas estuvimos viajando en tren varios días con sus correspondientes noches, éramos en cada vagón unos 80. Todos teníamos que tendernos encima de nuestro equipaje, lo poco que nos quedaba de nuestras pertenencias. Los coches estaban tan abarrotados que sólo quedaba libre la parte superior de las ventanillas por donde pasaba la claridad gris del amanecer. Todos creíamos que el tren se encaminaba hacia una fábrica de municiones en donde nos emplearían como fuerza salarial. No sabíamos dónde nos encontrábamos ni si todavía estábamos en Silesia o ya habíamos entrado en Polonia. El silbato de la locomotora tenía un sonido misterioso, como si enviara un grito de socorro en conmiseración del desdichado cargamento que iba destinado a la perdición. Entonces el tren hizo una maniobra, nos acercábamos sin duda a la estación principal. Y, de pronto, un grito se escapó de los angustiados pasajeros: "Hay una señal, Auschwitz!" Su solo nombre evocaba todo lo que hay de horrible en el mundo: cámaras de gas, hornos crematorios, matanzas indiscriminadas. El tren avanzaba muy despacio, se diría que estaba indeciso, como si quisiera evitar a sus pasajeros, cuanto fuera posible, la atroz constatación: ?Auschwitz!"

Podemos usar las hondas y terribles descripciones de Elie Wiesel y las de Viktor E. Frankl como un modelo del tipo de relato transmitido, contado o no, por los padres de Smadar, investido emocionalmente con un sentido y significado altamente perseguidor, con lo cual se organizó un sistema de representaciones mentales de cuyas huellas surgió la respuesta inconsciente cuando ia propia hija preguntó dónde se encontraba.
El tren del pasado se transformó en la ocurrencia actual, merced a la semejanza del sistema de las relaciones, configurando una situación altamente peligrosa. Sabemos que la madre estuvo tres años en un campo de concentración, durante la segunda guerra mundial. Los significados se dan a conocer mediante relatos, los cuales transmiten aspectos parciales de los sucesos y acontecimientos, modificados por la memoria. Cada relato contiene una marca mediante la cual se los define como recuerdos, o sea, hechos referidos al pasado. Hay circunstancias que no permiten gastar los recuerdos de los acontecimientos. Es su imposibilidad de ser transmitidos por representaciones de palabras, en cuyo caso persisten como lenguaje motor apto para su transmisión mediante hacer sentir al otro, el hijo por ejemplo. Para este registro inscripto en la representación de la motórica, no transcurre el tiempo cronológico. Se hallan cerca del tiempo inconsciente, para el cual se agrupan en una misma unidad de tiempo lo ocurrido en épocas distintas y lugares diferentes. Por identificación primaria se aúnan también dos personas diversas merced a una comunidad mental. Ocurren en un mismo tipo de dimensión, lo vivido por la madre de Smadar aproximadamente desde 1941 a 1944, su relato hecho a los hijos, en el kibutz en períodos posteriores a 1951 (añoen que nació Smadar) y la respuesta de Smadar a la pregunta de su hija Yael cuando se encontró a oscuras en la bohardilla.

6: Las amargas huellas.

Los relatos de acontecimientos altamente traumáticos se asemejan al del sueño, el mito y la poesía. Como ésta última, es un relato altamente individual y difícil de ser transmitido como traducción actual de los intensos acontecimientos pasados. No admite la traducción sin perder parte de su sentido original. La disminución del sentido inicial es el costo de la singularidad.

Pero los relatos también se aproximan a los mitos, tienen una estructura transmisible y conservada a pesar de las sucesivas versiones y traducciones. El mito también transmite la conexión entre los acontecimientos, como un sistema de relaciones y lo hace a pesar de la traducción. En ese elemento se basa su impacto, fuerza y vigor a pesar del pasaje del tiempo.

Dijo Smadar: "Nada ni nunca podrá borrar las amargas huellas". En esta frase figuran ambos elementos representacionales. "Huella" es el término representante, mediante el cual alcanzó la conciencia y usó para referirse a impresiones registradas en el sistema de la memoria, grabadas en forma indeleble, permanente y siempre dispuestas a la evocación cuando un conjunto relacional actualizaba su significado. Por ejemplo, la presencia de los terroristas en la casa de Smadar fue un signo del mismo sistema de relaciones que la presencia de los alemanes próximos a la casa de la madre de Smadar. Esta dijo: "También yo me escondí más de una vez sobre el techo escuchando los pasos de los alemanes yéndose".

Una estructura es un modelo con las características de un conjunto sistemático de relaciones inconscientes y por lo tanto representable por signos. Los "árabes" se transformaron en "alemanes" en la mente de Smadar porque ésta se transformó por identificación en la madre, mejor dicho con relatos de la misma. No diríamos que hizo como la madre sino que en ese momento se hizo madre. Hubo una regresión a la indiferenciación entre ser la madre, tener la madre y hacer como la madre. Luego se podría decir de Smadar que toda su familia fue exterminada. Se dice de la madre de Smadar: "Toda su familia fue exterminada". Dice la madre de Smadar: "?Y qué es el holocausto? Es la muerte de 6.000.000 depersonas. 6.000.000 de holocausto. A Smadar le aconteció el holocausto 6.000.001". Desde el significado, está en relación de continuidad con la madre y sus relatos y sin haberse establecido la discontinuidad necesaria. Esa parte de la personalidad se basa en las semejanzas y no en la diferencia, y la identidad se apoya en el registro indeleble y persistente.

"Amargas" es el representante efectivo y nos remite a la zona erógena oral y su conexión con los objetos tempranos cuyo modelo es el pecho.
En Exodo 15, dice, cuando los israelitas marcharon por el desierto a la salida de Egipto:

Exodo 15, 22. Moisés hizo partir a los israelitas del mar de Suf y se dirigieron hacia el desierto de Shur: caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua.
???????????????? 23. Luego llegaron a Mará, mas no pudieron beber el agua de Mará, porque era amarga. Por eso se llama aquel lugar Mará.
?????????????? 24.El pueblo murmuró contra Moisés diciendo: "?Qué vamos a beber?". Entonces Moisés invocó a Yahveh, y Yahveh le mostró un madero que Moisés echó al agua, y el agua se volvió dulce. Allí dio a Israel decretos y normas y allí le puso a prueba.

Estos versículos se refieren al necesario papel del padre en la transformación de una relación amarga con el pecho en una dulce, pero a este aspecto me referiré más adelante.

Desde la psicopatología psicoanalítica conocemos que en los pacientes depresivos, el sentimiento de amargura es la manera de semantizar fantasías de envenenamiento donde se junta pesimismo, desconfianza y resentimiento en lugar del optimismo y confianza en la capacidad del objeto y del yo.

Dice el reportaje: "Es notable en ella, la influencia tic su madre. De ella recibió el significado del Holocausto, la muerte y el dolor". Poco más adelante dice: "El Holocausto no es la muerte, es la impotencia, el desamparo".

Cuando el objeto materno calma al bebé, se inscribe en él como una experiencia integradora relacionada con el amparo, la certidumbre y la confianza para esperar la culminación y terminación de las malas experiencias. Cuando el objeto está ocupado con una situación traumática y la imposibilidad de elaborar un duelo, puede establecerse una inversión donde la madre requiere del bebé la certidumbre, el amparo y la confianza que debería otorgarle. Mediante el mecanismo de identificación primaria el hijo se convierte en un sector no diferenciado de la madre, lo cual implica no diferenciar los recuerdos propios de los del objeto, configurándose un sistema y una sola memoria.

Los relatos maternos con los elementos correspondientes al lenguaje de acción se introducen como si fueran propios del oyente. Hay dos conductas posibles. O el niño es usado como depositario de los recuerdos y relatos traumáticos, y hace suya la necesidad de reivindicar todo el daño sufrido. Inconscientemente es instado a vengar a los padres, indentificándose con el daño, no sufrido sino oído. Pasa a ser el héroe de una epopeya de otro.

La otra conducta es el silencio y la exclusión de las comunicaciones verbales. En esta situación se halla el germen de ls distorsiones perceptivas y la posibilidad de eclosión de la psicosis.
Cuando cualquiera de ambas ocurre, no se puede instalar la persona de la madre como una entidad semejante y simultáneamente diferente a la persona del hijo, ni de la persona del padre.
Una parte de la personalidad contiene estas "amargas huellas" y otra parte de la personalidad continua un desarrollo más acorde al principio de realidad. Smadar tuvo una serie de logros y actividades sublimatorias en el campo de la pintura y como docente para jóvenes marginados o en su lugar de trabajo.

Podemos inferir dificultades en la separación de Smadar infantil respecto del objeto, vivido como un destete difícil al no permitir establecer firmemente la sensación de "dulzura", sustituyéndose por la de "amargura" como representación afectiva ligada al objeto. En esta circunstancia es posible suponer la falta de una figura paterna. El relato lo menciona escasamente y haciendo referencia al desamparo. La influencia notable fue de la madre. Podemos suponer la falta de un padre diferenciado que pudiera desintoxicar los relatos maternos, indigeribles para la mente de la niña. Cabría saber si Smadar tuvo o no al padre, como Moisés tuvo a Yahveh, para transformar las amargas aguas de Mará en aguas dulces y desde ahí establecer otra norma, otra ley reguladora. La desgracia y la hecatombe comenzó cuando Smadar solicitó al marido que buscara el chupete para calmar a Yael. Sería fatal. Lo que debería calmar la angustia a través de un sustituto del pecho se convirtió en una terrible circunstancia susceptible de adquirir la cualidad de aniquilación y luego "de amargura.

7. El desamparo originario.

La noción de desamparo es una referencia permanente en Freud y es origen de variadas consideraciones. También la conozco por el tratamiento de los pacientes" psicóticos.

Si trato de sintetizarlo, el desamparo resulta de la percepción de sensaciones corporales y mentales referidas a un extremo desaliento y a la dificultad de contenerlo, lo cual provoca en el aparato mental del paciente y/o del terapeuta una sobrecarga difícil de tolerar. Desamparo del terapeuta ante la no posibilidad de colaboración del paciente pudiendo amparar la comprensión del terapeuta. Perplejidad y desamparo ocurrían cuando nos encontrábamos en una alteración del vínculo caracterizada por la emergencia de conductas no previstas ni indicadas para el contexto terapéutico, definido por el encuadre. Al estudiar estas reacciones más detenidamente, recordamos que en las sesiones el paciente emitía mensajes incongruentes sin decir que lo eran. Lo recordábamos y entendíamos cuando el paciente ya no estaba con nosotros, por lo que no actuaba ni estimulaba la perplejidad y el desamparo. Otro elemento era la dificultad de captar el sentido de los mensajes verbales y corporales para poder entender el significado de los mismos. Por los materiales a nuestra disposición pudimos reconstruir en la historia infantil de estos pacientes una situación crónica de desamparo y de perplejidad asociada a la conducta incongruente de los objetos primarios. Situación ésta que, previa a la adquisición o más allá de la adquisición de la palabra, no era hablada sino hecha sentir, recreando las condiciones donde esa respuesta fuera posible.

La historia se reencuentra en la estructura. La historia infantil se reencuentra en la estructura del vínculo terapéutico.

El desamparo está asociado a la indefensión frente a las necesidades de autoconservación y también frente a los propios impulsos agresivos, ligados luego a la representación de objetos destructivos desmesuradamente poderosos. Creo que el registro del desamparo nunca abandona al ser humano y retorna en situaciones extremas de gran infortunio o de pérdida significativa.

El desamparo deriva de la impotencia del recién nacido para una acción eficaz a fin de satisfacer necesidades elementales. La impotencia motora se correlaciona con la impotencia o desamparo psíquico frente a una tensión imposible de ligar y dominar mediante representaciones.

La relación con el pecho materno transforma el desamparo en amparo. En psicoanálisis se llama pecho a la representación en el mundo interno, de un objeto con el cual hay un máximo de proximidad, cuando funciona sobre el modelo de una fuente alimenticia. Permite el logro del placer derivado de la cesación del hambre asociado al conjunto de cuidados y sostén, lo cual brinda sensaciones de contacto y de tener el peso del cuerpo sostenido desde abajo para contrarrestar la acción de la fuerza de la gravedad, que atraería violentamente el cuerpo a la tierra como ocurre en las caídas.

La satisfacción del hambre y de la necesidad de sostén así como la presencia de la madre y del padre como objetos primarios, son simultáneas desde el comienzo de la vida. El pecho es el representante primero parcial y luego total de la madre. Su constitución como categoría está apoyada en modelos derivados de la asimilación, por medio de la boca, de sustancias alimenticias derivadas del cuero materno, capaz de configurar la mencionada vivencia de satisfacción y el alivio de la tensón producida por el hambre. Como no pecho denomino el objeto encargado del contacto con la piel, contención y sostén y su imagen son los brazos sosteniendo por debajo al bebé, proveyéndole sensaciones propioceptivas, cenestésicas y grativacionales.
Por extensión de la boca, los ojos funcionan con una modalidad incorporativa para las imágenes derivadas de los padres. También los oídos en su doble función de escuchar el discurso y los relatos de la madre y/o padre y simultáneamente oir los elementos tonales de la voz. El relato de un acontecimiento feliz se puede contar con tono apagado y depresivo o un relato pesaroso con sobretonos divertidos y maníacos.
Los significados derivados del pecho como fuente de alimento corporal y mental son luego asociados a la madre y los derivados del no pecho como fuente de sostén muscular y emocional son incluidos en la representación del padre.

Este modelo puede funcionar con ajustes y reajustes dependientes de la dotación constitucional del bebé y de la composición disposicional y situaciones traumáticas sufridas por los padres. Widson trata de ciertos trastornos obsesivos y de un tipo particular de disociación, entre el alimento materno y lo que llama consuelo parental, cuya carencia se relacionaría con el alejamiento prematuro de la madre después de nutrir al bebé. El fracaso en la discriminación entre el pecho externo y la representación interna del pecho haría sentir al primero como inútil y al segundo como dañado. El consuelo aparece cuando el niño se siente recuperado después de haber estado intensamente hambriento y no haber sido calmado por un tiempo. Si la madre lo alimenta pero se aleja antes del tiempo, no se sentirá consolado ni tomada en cuenta su sensación interna de daño. En la fantasía del niño, puede sentir a la madre externa alejándose después de la mamada como resultado de su agresión. La necesidad del bebé de ser abrazado después de mamar puede ser para reasegurarse que la madre sigue viva, después de haberla mamado o mordido.
Esto puede conectarse con las sensaciones de 'dulzura' o 'amargura' anteriormente mencionadas. La amargura sería el sentimiento acompañante a una experiencia de alimentación pero asociada a un alejamiento físico o emocional de la madre.

Wisdom parece pensar que la función del padre es de ayudar a superar la fantasía de destrucción del pecho vinculada a la agresión oral. Dependería de si el niño tuvo ayuda temprana del padre y si fue capaz de usarlo cuando rabiaba por la comida durante los primeros meses de vida. También dependería de si el niño pudo reconocer al padre como una persona diferente de su madre, y si reconociéndolo como dotado de un papel diferente, en tanto otorga sostén, fuerza y contensión puede estar hambriento y furioso sin sentir que está destruyendo su mundo. Por otra parte si el niño no reconoce la diferencia entre sus padres, o no le reconoce al padre un papel especial, puede considerarlo como alguien sencillamente carente de significación o reconoer a su padre como una persona diferenciada pero cuyo significado es el de un objeto supernumerario de ese objeto omnipotente y omnipresente que es la madre.

8. Prohibido hablar del Holocausto.

Yael murió ahogada por las manos de la madre. Transformación de pecho-madre alimenticia en pecho-madre ahogante. Dar vida dejó su lugar a dar muerte, identificada con los perseguidores externos en ese momento. Manera de aplacarlos a través de la identificación proyectiva del aspecto desamparado y peligroso en la niña que la convirtió a su vez en un perseguidor hostil a la propia hija. Esto abriría la posibilidad para estudiar las relaciones de hostilidad entre los padres y los hijos.

Para Smadar, el tren es un representante materno. Lo oyó, posiblemente, en los relatos de la madre. No sabemos si en los relatos paternos. Era el tren de la muerte, es el tren imaginario en el cual viajaron Smadar y su hija Yael hacia el Holocausto propio, de donde sólo la madre se salvaría. Quizá la presencia de su vecina se constituyó en un signo de la presencia materna. No estaba el marido. La bohardilla se había convertido en un mundo de mujeres. Se activó la identificación primaria de Smadar, "fue" la madre, la única sobreviviente de la familia.

En ocasiones, la vida aparece como un bien escaso y no lo hay para todos. En esas circunstancias extremas, se ponen en juego los sistemas de opciones y la madre elige para quien ha de ser el don de la vida.

La contusión entre la circunstancia actual de Smadar y la historia de su madre está movili2ada por el proceso de idealización como recurso ante la ansiedad intensamente persecutoria. "Sentí que estoy pasando la Shoa (el Holocausto)" diría después Smadar para contar sus vivencias ante la presencia de los terroristas actuales. Una pregunta sería por qué el recurso inconscientemente surgido fue la idealización y una nueva identificación destructiva con la madre, en una fantasía de meterse dentro del objeto materno, confundirse con él y manejarlo desde el interior, con el aditamento necesario de la omnipotencia. Probablemente Smadar haya pensado muchas veces, en la madre como alguien indestructible e inatacable, exaltándola por haber pasado los tres años de campo de concentración, sobreviviendo la única de toda su familia. Smadar también sobrevivió la única de su familia. Extraña coincidencia. Algunos pacientes cuyos conflictos son preponderantemente con el superyo materno organizan su vida de manera tal de no tener más bienes que el superyo. Según un principio general de reciprocidad quien da un don se convierte en acreedor y quien lo recibe en deudor, por lo cual tendrá que devolverlo de una manera conveniente para el acreedor porque también fue conveniente lo recibido por el deudor.

Cuando el superyo se convierte en acreedor genera culpa y malestar en el yo y éste inicia una serie de maniobras para calmarlo o para restituirlo a través de entregas sucesivas de elementos del mismo yo. Ocasionalmente el yo se anticipa para tener "al superyo como deudor y asegurarse la dependencia permanente del mismo. En el primer caso, para disminuir la tensión generada por la .culpa surgen elecciones desacertadas de objetos conducentes a fracasos de pareja o al sentimiento de no ser merecedor de recibir los bienes del amor ni de tener dones propios como hijos. Son personalidades aquejadas por un crónico sentimiento de culpa.

Para los sobrevivientes del Holocausto la culpa fue uno de los factores más difícilmente elaborables, la culpa de haber sobrevivido registrada como haber recibido una vida de la que otros fueron privados. Si los recuerdos y la historia son transmitidos a Smadar, también lo fue la culpa. Estas serían algunas de las condiciones de la emergencia de las "amargas huellas".

Tenemos pocos datos del padre. Cabe suponer al padre como una figura poco significativa para crear las condiciones de hacer menos activa la persistente identificación materna y permitir el establecimiento de indicadores de otra ley, de otro contexto distinto al materno. La prolongación del mismo se relaciona con lo dicho por Smadar: "?Quién sabía que la cosa se alargaría innecesariamente un tiempo tan largo?". Luego dice: "?Alguien tuvo en cuenta que yo salvé la vida de otra persona?'. Cabe interrogarse por el significado adjudicado a esa persona. Pienso que el dilema inconsciente de Smadar puede haber sido: la hija o la madre. Las circunstancias externas asociadas a una particular estructura del mundo interno condujo, a través del desastre, a optar por la madre. En situaciones de extremo desvalimiento aún queda el recurso de la identificación con un objeto omnipotente.

Recuerdo a Ayalah, una paciente que conocí en el mismo período. Repetía algo oído a la propia madre y referido a una capacidad omnipotentemente reparadora o destructiva: "la mujer construye y la mujer destruye". La madre de Smadar es el representante de ese objeto omnipotente. En esto no se diferencia de cualquier temprana relación de objeto. La diferencia pasa por la persistencia, la fijeza derivada de la historia temprana y la ulterior regresión a ese período, desencadenada por un hecho traumático actual.
La omnipotencia materna basada en la función pecho' puede estar unida o disociada del sosten paterno, sosten para el cumplimiento de la función del pecho y sosten para el desamparo infantil.

La noción de desamparo se halla frecuentemente en las referencias al Holocausto. La madre de Smadar dijo elocuentemente: "El Holocausto no es la muerte, es la impotencia, el desamparo. Esconderse, el terror y la incertidumbre".

El padre de Smadar dijo: "Ella transmitió la sensación de desamparo del ciudadano israelí del año 1979".

Bruno Bettelheim a su vez escribe en el capítulo sobre La conducta en las situaciones críticas; la coerción, respecto de la conducta infantil. "La ira impotente es una situación frecuente en la infancia, pero desastrosa para la integración del adulto. Por tanto, la agresión de los reclusos debía manifestarse de algún modo, y uno de los medios más seguros era volverla contra el "yo". Esto aumentaba las actitudes infantiles masoquistas, la pasividad dependiente, que resultaban "seguras"; le evitaban al preso conflictos con los SS. Pero el mecanismo psicológico interior del prisionero coincidía con los esfuerzos de los SS para producir incapacidad y dependencia infantiles".

"Ya se ha mencionado que a menudo maltrataban a los presos, como un padre cruel y dominante puede hacerlo con los niños indefensos. Casi siempre el padre cruel amenaza con castigos físicos mucho más a menudo de lo que los aplica en realidad. Así, los sentimientos infantiles de desamparo resultan mucho más eficaces por la constante amenaza de golpes, que la tortura real. En una paliza real se podía sentir orgullo de sufrir con hombría y no rebajarse para no dar una satisfacción al capataz o al carcelero. Esta protección emocional no era posible contra la sola amenaza".

La madre de Smadar dijo: "jamás permití a los que irie rodeaban que compartieran mi dolor, jamás. ?Por qué lo haría? Mi dolor lo llevo dentro mio. Nadie tiene derecho a escarbar en mi dolor". Son conocidas en los medios psiquiátricos y psicoterapéuticos, las consecuencias en la segunda o tercera generación por el pacto de silencio en la primera generación, por el cual se prohibe hablar y comentar en el medio familiar las terribles experiencias de los campos de concentración.

Antes de ir a Israel traté a una familia de sobrevivientes del Holocausto. Era una familia compuesta por cuatro personas: el padre, José, de 60 años; la madre, Juana, de 57 años, Carlos y Rosa, de 21 años. Juana era de origen judío, vivió en Alemania y durante la Segunda Guerra Mundial estuvo internada en el campo de concentración de Auschwitz. Liberada en 1945 en estado de total inanición, salvó su vida pero se enteró que había perdido a toda su familia. En 1946 se casó con José, quien a su vez había perdido a su primera mujer durante la ocupación alemana. En 1947 tuvieron mellizos, Carlos y Rosa. Cuando los hijos tenían cuatro meses, inmigraron al país. Fueron traídos por un hermano paterno, quién además se encargó de traer a otros hermanos y fue quien les proveyó la vivienda donde viven en la actualidad. El grupo familiar se desenvolvió, durante largos años, en la durísima tarea de adaptación a la nueva tierra, después de haber pasado por el terrible trance de perder a casi todos sus familiares.

En 1965, Carlos era ya un joven de 18 años que venía estudiando con ciertas dificultades. En ese verano, para avanzar en sus estudios, trató de dar libre el último año del bachillerato, y fue reprobado en varias materias. Intentó de nuevo, y esta vez aprobó. Luego intentó dar el examen de ingreso en una facultad, no aprobó, pretendió ingresar entonces a otra facultad y también fue reprobado.
Al año siguiente, comenzó a sentirse más nervioso y ello se trasuntaba en sus largas caminatas, solo, por a ciudad. Circunstancias locales fueron el estímulo desencadenante y la partícula de realidad donde se ubicaron ideas de persecución con la policía. Ya no pudo andar solo por la calle. Se quedaba encerrado en su casa y su conducta cambió más aún. Se tornó un joven raro con soliloquios, manerismos, peleas con los padres. Tenía una clara idea de que la policía lo perseguía por su condición de judío. Sus síntomas empeoraron y al año siguiente, en febrero, fue encerrado por primera vez en un sanatorio psiquiátrico durante diez meses. Su estado mental se fue deteriorando. En 1968, fue internado por segunda vez. Su terapeuta individual indicó el tratamiento familiar.

En las entrevistas me llamó la atención al aspecto de Juana, desgreñada, despeinada, con ropa desusadamente grande. Los dientes y manos sucias de nicotina. Muy delgada y con la mirada extraviada, fumaba continuamente y hablaba con fuerte acento judio. Parecía salida de alguna de las fotografías, ya clásicas de los campos de concentración, aspecto que conservaba aún veinticinco años después de esa experiencia. Cuando analizamos detalles de la vestimenta, observé que siendo verano usaba mangas largas, a lo que respondió que era para ocultar el número grabado en el antebrazo, índice y evidencia de su humillante experiencia.

José parecía un típico hombre de negocios, vestido con correción, peinado, aseado. De aspecto ordenado, parecía optimista y un tanto desconcertado con su hijo y sin poder captar el sentido de las entrevistas.

Carlos tenía un aspecto físico parecido a la madre. Delgado, desgreñado, de mirada ausente. Hablaba de manera incoherente, con múltiples manerismos verbales y corporales, desplegando una conducta estrambótica en el consultorio, por ejemplo, cruzar y descruzar permanentemente las piernas, moviendo y oscilando el cuerpo de adelante hacia atrás durante largo rato. Por momentos, reía tontamente y sin relación aparente con lo que la familia hablaba. Fumaba mucho, como la madre.

Rosa era una muchacha bien vestida, un poco agresiva al hablar, fuertemente crítica de la relación entre la madre y el hermano y más inclinada al padre. Desde el punto de vista de la vestimenta, constituían dos subgrupos diferenciados con claridad.
Toda vez que el grupo intentó hablar de la experiencia de la guerra tropezaba con al férrea oposición, manifiesta y explícita de la madre. Esta sostenía que esos acotecimientos no tenían ya ninguna importancia e imponía la prohibición de hablar sobre el tema y si el grupo, a menudo por mi insistencia, lo hacía ella amenazaba con irse. El tratamiento concluyó abruptamente después de una sesión donde analizamos el significado de las ideas persecutorias de Carlos y su relación con la historia familiar. A la mañana siguiente, Carlos se dirigió a la habitación del padre y le pidió que le comprara el diario alemán. El padre se sorprendió, nunca leía ese tipo de periódico y se opuso a satisfacer el deseo del hijo, por lo cual éste ese enojó. Discutieron acerbamente, intervino la madre, pero no pudo poner freno a Carlos, que empezó a pegarles, primero al padre y luego a la madre. Este fue el motivo por el cual y antes de venir a la sesión siguiente, consideraron oportuno internarlo en un sanatorio psiquiátrico. Repetición del encierro, identificación con los perseguidores. Holocausto en la primera generación, psicosis en la segunda.

Volviendo a Smadar, quizá para contrarrestar la intesísima sensación persecutoria asociada a la posibilidad de ser aniquilada por los terroristas en su casa, tuvo una reactivación de "las amargas huellas' que la condujo a esa "desgracia tan desgarrante, terrible y aterrorizante'. Para sobreponerse a la vivencia de desamparo derivada de la agresión desmedida se identificó con la omnipotencia materna. Refiriéndose a su presentación pública en la televisión dijo: "Me adjudiqué el derecho absoluto de comenzar por lo menos un tratamiento radical, a pesar de lo doloroso".

Para poder sobrellevar el dolor mental, a veces es investido de una cualidad narcisística mediante la identificación con un ideal del yo elevado e inaccesible. La inaccesibilidad puede ser mantenida merced a la exclusión del circuito de las palabras y las significaciones. En esos niveles opera, como mecanismo mental, la identificación proyectiva. El pasaje al pensamiento verbal se halla obstaculizado por el poder y la fuerza del objeto interno narcisístico y omnipotentemente fuerte, como para prometer al yo la defensa contra el desamparo y la impotencia. Smadar, como la madre, dijo que veía su hondo dolor como algo personal e íntimo. Quizá la identificación con el ideal del yo funcione como una defensa contra el suicidio (por identificación con el objeto perdido o por hostilidad hacia el objeto materno) o la emergencia de un trastorno psicótico. Estas defensas demandan mucho esfuerzo del yo, en el uso del mecanismo de desmentida para tratar con el significado de las percepciones del mundo externo.

No es pertinente siquiera plantearse si la conducta de Smadar fue adecuada o no. Fue lo que fue. Durante mucho tiempo el tratamiento psicoanalítico de una persona se basa en la búsqueda de significados de los sucesos pasados, ocurridos solo después es posible establecer predicciones. Con la ampliación del mundo de las significaciones inconcientes y el restablecimiento del sistema de opciones es posible adentrarse en la motivación, en el porque de la elección de ciertas opciones y no elección de otras posibles. El intento de ampliar la comprensión del episodio de Smadar Haran se basa en la convicción de que ampliando la significación inconciente se está más cerca de las opciones y más lejos de las repeticiones.

BIBLIOGRAFIA

Berenstein I. - Familia y enfermedad mental. Editorial Paidos - Buenos Aires 1976.

Biblia de Jerusalén. Desclee de Brouwer. Bilbao 1975

Cohén, E. A. - The post-concentration campo syn- drome: a disaster syndrome. Mimiografiado.

De Vaux, R. - Instituciones del Antiguo Testamento. Editorial Herder. Barcelona. 1976.

Eckardt, Alice y Roy - Un análisis actual del Holocausto: Algunos dilemas de lenguaje y método. Rev. Coloquio. Año 1, I-Abril, 1979.

Frankl, V. - El hombre en busca de sentido. Editorial Herder. Barcelona, 1976.

Freud, S (1895) - Project for a scientific psychology.
(1915) - Pulsiones y destinos de pulsión. D.C. XIV. Amorrortu, Editores. Buenos Aires, 1979.
Lieblich, A. - Tin Soldiers on Jerusalem Beach. Pantheon Books. New York, 1978.

Lifton, R.J. - Death in life. Survivors of Hiroshima. Random House. New York, 1967.

Wiesel, E. - La noche, El alba, El día. Muchnik Editores S.A. Barcelona 1975.

Wisdom, J.O. - ?Cual es la teoría explicativa de la neurosis obsesiva? Rev. Uruguaya de Psicoanálisis. XIII, 1. 1971/1972

Summary

In 1979, an israeli woman drowned her two-year 1 oíd daughter in an attic, to prevent her whimpering from attracting terrorists who had already murdered the child's father and an eider sister. In 1941, that woman's mother had been the solé survivor of her entire family at the Holocaust.
Journalistic interviews and data from other sources have led psychoanalytical theory to some valid con- clusions. The Holocaust has tainted all aspects of life in Israel. "We are travelling in a train", the mother told soothingly to the child in the attic s darkness. A train like the ones carrying people to their deaths in concentration camps, in all testimonies of survivors.

Un hecho social, por Isidoro Berenstein

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.