ue Antón Patiño Regueiro, librero y escritor monfortino, el encargado de desenterrar la vieja historia de las hermanas Touza, -Lola, Amparo y Julia-, vecinas de la localidad de Ribadavia (Ourense). El relato llegó a sus oídos a través de Amancio Vázquez, un exiliado gallego a quien un judío residente en Nueva York le había encomendado la tarea de trasladar su más profundo agradecimiento a las hermanas.
Fue así como, tras años de investigación y pactado silencio, en el ocaso de la vida de su autor, vio la luz 'Memoria de Ferro'. Corría el año 2005 y la obra de Patiño daba a conocer, tras más de 60 años en el anonimato, una gesta de dimensiones extraordinarias, ambientada en el corazón de la comarca del Ribeiro en pleno fragor de la Segunda Guerra Mundial. Su historia, la de ellas, la desinteresada labor de tres heroínas de carne y hueso; pero también la de ellos, la de cientos de judíos anónimos que fueron ayudados a huir, a continuar huyendo.
Ribadavia era entonces el penúltimo enclave en el éxodo de los judíos que atravesaban España para buscar asilo en Portugal, perseguidos por la Gestapo, tratando de dejar atrás la alargada sombra de la 'shoah', el más cruento holocausto perpetrado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Desde el paso fronterizo francés, en los Pirineos, hasta Medina del Campo, para retomar después el camino del norte, vía Monforte de Lemos para llegar a Ribadavia.
Allí, Lola y sus hermanas ya estaban aguardándolos. "Regentaban una cantina que, en realidad, era como un quiosco situado en la estación del ferrocarril. Los trenes se detenían para repostar agua. Eran paradas de larga duración y cuando los viajeros bajaban al andén, mi abuela aparecía con rosca, licor café y melindres, para los que tenía una receta que no compartía con nadie", recuerda María Inés Touza, nieta de Lola.
El modus operandi
La sabrosa receta de los melindres no era, sin embargo, el más importante secreto que guardaban las hermanas. "La cantina tenía un zulo excavado en el terreno y en la casa donde vivían, el antiguo casino de Ribadavia, había también un viejo sótano. Era allí donde ocultaban a los judíos y donde llegaron a esconder también a republicanos durante la Guerra Civil", confiesa el arquitecto Julio Touza, hermano mayor de María Inés y portavoz de la familia.
Lola, Amparo y Julia ofrecían manutención a los judíos evadidos en su propio domicilio antes de tramitar su fuga, "cruzando el río Miño en la penumbra de la noche", hasta alcanzar territorio luso.
Precisamente a raíz de una de esas travesías en barco, las hermanas Touza entraron en contacto con Ramón Estévez, quien participó en la huída de los judíos y quien, por suerte, todavía vive para contarlo.
"Ramón Estévez trabajaba de barquero ayudando a su padre, que colaboró con mi abuela para auxiliar a un hombre que había llegado a Ribadavia procedente de Mauthausen. Todos prometieron guardar silencio", explica Julio Touza.
'El Evangelista'
La red clandestina de la que las hermanas Touza formaban parte, probablemente la más importante de toda la península ibérica en aquellos años, estaba integrada también por otros vecinos de la localidad y de los alrededores de la comarca. De entre todos ellos, sin cuya participación la empresa hubiese resultado irrealizable, la contribución de Ricardo Pérez Parada, 'El Evangelista', resultaba determinante.
"Ricardo había emigrado a Nueva York en torno al año 1904, en donde había trabado amistad con un polaco que vendía picadura y tabaco de mascar. Aprendió el oficio de tonelero y, a su regreso, como sabía inglés y un poco de polaco, hacía las funciones de traductor. Se había convertido al protestantismo y pasaba inadvertido porque hablaba muy poco. Era una persona honesta y brillante", relata el nieto de Lola Touza, antes de agregar que los restos mortales de su abuela "yacen en el panteón familiar, situado pared con pared con el lugar donde reposa 'El Evangelista', en un panteón civil".
El número total de judíos auxiliados por las hermanas Touza no ha podido aún, ni probablemente jamás, ser clarificado. "Se habla de más de 500 pero con uno solo hubiese suficiente para reconocer su enorme labor", sentencia Julio Touza, en un alarde de honestidad.
Lola Touza murió en la habitación de su domicilio en 1966 a causa de un derrame cerebral que propició un fallo cardíaco irreparable. Tenía el corazón demasiado grande.
El merecido reconocimiento
Lola, Amparo y Julia ayudaron a huir a 500 judíos en la II Guerra Mundial
Están un paso de ser consideradas 'Justas entre las Naciones' por Israel
El 7 de septiembre de 2008, la labor humanitaria de las hermanas Touza fue conmemorada en su Ribadavia natal, con un sencillo y emotivo homenaje póstumo brindado por amigos y vecinos, auspiciado por el Centro de Estudios Medievales de la localidad. Una placa grabada en su nombre, con el enunciado 'Loitadoras pola liberdade', mantiene viva la gesta de las hermanas en la fachada de la que fuera su casa, una casa en donde, en palabras de Julio Touza, "siempre había pan para todo el mundo".
La tremenda magnitud de esta hazaña también ha sido reconocida por el estado de Israel. En su capital, Jerusalén, un árbol evoca la labor de Lola, Amparo y Julia, mientras continúan adelante los trámites para otorgar a las hermanas de Ribadavia el título de 'Justas entre las Naciones', una distinción que equivale a la beatificación cristiana y para cuyo reconocimiento efectivo el testimonio en primera persona de Ramón Estévez se antoja determinante.
Como ya hiciera Steven Spielberg en 1993, con su oscarizada cinta 'La Lista de Schindler', en la que Liam Neeson encarnaba en la gran pantalla al empresario alemán que, entre los años 1943 y 1945, había logrado salvar la vida a más de 1.000 judíos, la historia de las hermanas Touza también ha llamado la atención de diferentes productoras cinematográficas.
"Un emisario de Spielberg se interesó por la historia y luego preguntaron desde Francia pero siempre dijimos que el tiempo nos diría cómo y cuándo habría que contarla. Ahora nos hemos decidido a dar el paso y hay una productora gallega a la que le hemos pedido la máxima seriedad a la hora de emprender el proyecto", revela Julio Touza quien, por el momento, prefiere ser prudente.
Se especula que 'Claqueta Coqueta', del actor y director gallego, Rubén Riós, podría ser una de las productoras inmersas en un proyecto cinematográfico del que no se conocen aún más detalles.
Lo único que resulta, por el momento, del todo cierto, es la voluntad de trasladar al cine una historia tan real como la vida misma, una radiografía del altruismo en una época artificialmente deshumanizada, "un ejemplo de entrega, generosidad y valentía".
Para el filósofo alemán Theodor W. Adorno, escribir poesía después de Auschwitz podría ser considerado un acto de barbarie. Sin embargo, ¿no es acaso éste un poema, un sentido canto de amor hacia el conjunto de la humanidad?
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/12/17/galicia/1324117895.html
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