Vaigash(Génesis 44:18-47:27)
Las Carretas de la Asimilación
“…y él [Yaakov] vio las carretas que Yosef había enviado para transportarlo, luego el espíritu de su padre Yaakov revivió”. (Génesis 45:27)
De este verso pareciera ser que Yosef envió carretas a Yaakov. Y de hecho el Midrash relata que Yosef utilizó carretas para recordarle a Yaakov acerca del último tema sobre el que ellos estaban estudiando cuando él dejó su casa ese fatídico día 22 años antes, la “eglá arufá” – el becerro que es decapitado por los ancianos de la ciudad lo más cerca al lugar donde se encontró un cuerpo asesinado sin ninguna pista que apunte hacia al asesino. La palabra becerro (egel), está insinuada en la palabra carreta (agalá).
Pero esto es altamente problemático, porque la Torá afirma explícitamente que fue el Faraón quien le ordenó a Yosef que enviara carretas para transportar a su familia y que Yosef envió carretas “de acuerdo a la palabra del Faraón”. A pesar de que el Midrash dice que las carretas que mandó el Faraón estaban adornadas con idolatría y que Yehuda las quemó y Yosef mandó otras carretas, esto también presenta dificultades, porque posteriormente la Torá se refiere a las carretas en las que la familia de Yaakov fue transportada como aquellas enviadas por el Faraón.
Si las carretas fueron enviadas por orden del Faraón, ¿dónde estaba la insinuación a la eglá arufá? Y dado que las carretas se necesitaban para transportar a la familia de Yaakov, ¿dónde vio Yaakov la insinuación que unía las carretas con los becerros? Después de un análisis más detallado de la orden del Faraón de llevar carretas y de la respuesta de Yosef, la respuesta a todas estas preguntas se hace evidente.
El Faraón le dijo a Yosef:
“Y ahora yo te ordeno hacer lo siguiente: Tomen de la tierra de Egipto carretas para ustedes y para sus esposas y transporta a tu padre y vengan aquí. Y no se preocupen por sus posesiones, porque lo mejor de la tierra de Egipto será de ustedes” (Génesis 45:19).
El Faraón deseaba enormemente que toda la ilustre familia de Yosef fuera a vivir a Egipto, especialmente después de haber atestiguado los grandes beneficios que Yosef trajo al reino.
El Faraón buscó derribar cualquier barrera que existiera para la llegada de Yaakov. Él razonó que Yaakov podía ser disuadido por las dificultades de aclimatarse a una nueva cultura y sociedad, y por eso le ordenó a Yosef que le dijera a su padre que no se preocupara de traer sus vestimentas, muebles o utensilios de Israel. A él se le daría lo mejor que Egipto tuviera para ofrecer para que pudiera incorporarse cómodamente a la sociedad egipcia. Por eso el Faraón instruyó a Yosef que mandara carretas para las personas pero no para sus posesiones.
Yosef sin embargo, sabía que si le planteaban este plan a Yaakov, él nunca descendería a Egipto. Por el contrario, Yaakov necesitaría garantías de que se iban a tomar todas las precauciones para combatir la posibilidad de asimilación. Por eso Yosef mandó carretas “de acuerdo a la palabra del Faraón” – no exactamente de acuerdo a la orden del Faraón, sino de acuerdo a la intención del Faraón de atraer a Yaakov a Egipto. Yosef agregó carretas para sus posesiones para que ellos pudieran recrear totalmente su ambiente de Israel en Egipto y mantenerse aislados de la cultura y la sociedad egipcia. Por eso, la familia de Yaakov bajó a Egipto con todo “su ganado y todas sus posesiones que adquirieron en la Tierra de Canaan…” (Génesis 46:6).
Cuando Yaakov vio las carretas que el faraón había enviado y fue informado de las carretas extras agregadas por Yosef para sus posesiones, se revivió su espíritu. Él reconoció que Yosef entendió la importancia de cuidarse contra la posibilidad de asimilación y la necesidad de mantenerse aislados de la cultura egipcia.
No fue coincidencia que el último tema que Yaakov y Yosef estudiaron juntos fue la eglá arufá. Los comentaristas Daat Zekeinim y el Maharal, explican que cuando Yaakov envió a Yosef a observar a sus hermanos, él se despidió y lo escoltó tal como lo indica la ley judía. Yosef, un niño de 17 años, le rogó a su padre, entonces de 108 años, que no lo acompañara por la empinada montaña de Hebrón, que requeriría una dificultosa escalada de regreso. Yaakov contestó que la mitzvá de escoltar a las personas es de gran importancia.
Aprendemos la importancia de escoltar a las personas de la mitzvá de eglá arufá. Como parte de la mitzvá de eglá arufá, los ancianos de la ciudad proclamaban que ellos no derramaron su sangre. El Talmud (Sota 45b) pregunta: ¿Acaso alguien tenía realmente una sospecha de que los ancianos de la ciudad hubieran derramado su sangre? El Talmud responde que el significado del juramento de los ancianos es que ellos no permitieron a sabiendas que el difunto abandonara la ciudad sin ser escoltado, dado que esa escolta es una protección para la persona que se embarca en un viaje.
El Maharal explica que a pesar de que uno debe acompañar a su amigo no más de cuatro amot (aproximadamente dos metros), incluso eso es suficiente para demostrarle al viajero que él no está solo, sino que está conectado con otros. Esta conexión espiritual le da al viajero un mérito comunal, que es una potente protección contra cualquier daño.
La mitzvá de escoltar nos muestra que la ubicación física de una persona no es tan significativa como la posición espiritual a la cual está ligado. Uno puede estar físicamente solo, y aún así, espiritualmente conectado al cuerpo del pueblo judío a través de su conexión con el que lo escoltó en el principio de su viaje. Igualmente, uno puede estar físicamente en el exilio, lejos de Israel, pero espiritualmente conectado. El entendimiento de Yaakov de que Yosef aún vivía de acuerdo a este concepto fue la causa de que su espíritu se reviviera.
Cuando Yosef entrenó a sus hermanos antes de su primera reunión con el Faraón, él les dijo que enfatizaran el hecho de que eran pastores desde tiempos inmemoriales para que fueran enviados a vivir separados en Goshen, dado que los pastores eran una abominación para los egipcios. En vez de tratar de esconder que eran pastores para poder ser aceptados inmediatamente, Yosef enfatizó este hecho. Él se dio cuenta que su posibilidad de sobrevivir al exilio egipcio dependía de su capacidad de mantenerse aparte y Goshen era un buen lugar para cumplir con este propósito. Yosef le dijo a sus hermanos que él le informaría al Faraón, “Mis hermanos y la casa de mi padre, que están en la Tierra de Canaan, han venido a mí”, insinuándole que ellos aún “estaban” en la tierra de Canaan, a pesar de estar residiendo temporalmente en Egipto.
Antes de descender realmente a Egipto, Yaakov mandó a Yehuda adelante para preparar el camino. Los Sabios dicen que su función fue establecer una Ieshivá en Goshen. Aparentemente esta tarea debió haber sido dada a Levi, el maestro del pueblo judío, no a Yehuda, el rey - Pero esta Ieshivá no era simplemente un lugar de estudio de Torá, era el medio para transferir la santidad de Israel a la tierra egipcia. Goshen debía convertirse en una región espiritual soberana dentro del entorno de Egipto. Las áreas adyacentes a Israel conquistadas en la guerra adquieren cierto estatus espiritual de Israel. Por eso el rey, Yehuda, necesitaba conquistar Goshen como una extensión espiritual de la tierra de Israel.
Fue Yehuda el que ejerció su poder real al llevar las carretas extra a Yaakov para todas sus posesiones. Con eso él anuló el propósito del Faraón de promover la asimilación de Yaakov. Cuando los Sabios dicen que Yehuda quemó la idolatría de las carretas del Faraón, ellos quieren decir que él las destruyó al negar su supuesta función.
Los Sabios nos dicen que las salas de estudio y los shuls en el exilio son partes de Israel trasplantadas a tierras extranjeras. Es en ellas y a su alrededor que debemos construir un lugar de residencia físico temporal que está espiritualmente enraizado en la santidad y pureza de Israel. Mientras la persona esté físicamente impedida de estar en Israel, ella debe trasplantar Israel al suelo extranjero. De esta forma los judíos se aíslan a sí mismos de la asimilación a la cultura y a la sociedad que los acoge.
Que podamos fortalecer nuestras casas de rezo y estudio en las tierras de la diáspora, para que todas ellas puedan prontamente ser trasplantadas a su ubicación adecuada en la Tierra de Israel.
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