martes, 11 de septiembre de 2012

El País recupera la idea del "judío nazi"

El País recupera la idea del "judío nazi" por Masha Gabriel 6 de Setiembre de 2012 El 1 de septiembre de 2012, el diario El País publicaba el artículo Conmoción en Israel ante la deriva racista de su juventud, firmado por la periodista Ana Garralda. La crónica aprovechaba el brutal ataque por parte de 20 jóvenes israelíes a un palestino, para ofrecer una lectura personal de lo sucedido y desprovista de un contexto objetivo. El artículo incurre en varios errores: 1- No fue un linchamiento El más que reprobable acto de esos jóvenes israelíes, no fue técnicamente un “linchamiento”. Según la Real Academia Española (RAE), linchar a alguien es: “ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo”. En este caso, el joven palestino ni fue ejecutado, ni era un prisionero, ni era sospechoso de delito alguno. Como mucho, se podría hablar de “intento de linchamiento”, tal y como han hecho otros medios. 2 – Un artículo de opinión no es un termómetro de toda la sociedad El artículo hace especial hincapié en que: “El revulsivo y controvertido oxímoron de “judeo-nazis”, acuñado hace décadas por el polémico filósofo Yeshayahu Leibowitz (1903-1994), ha sido recuperado estos días en algunos editoriales de la prensa liberal israelí. " No fueron varios editoriales. Quien recuperó dicha expresión fue el columnista del diario israelí Haaretz, Yoel Marcus en su artículo del 24 de agosto de 2012 Back to Zion Square. Llama la atención la necesidad de la periodista de apelar a ese artículo y de unificar para los lectores hispanos los conceptos de “nazi” y “judío”, como si ese debate estuviera realmente teniendo lugar en el seno de la sociedad israelí. Pero eso no es así. Más allá de la voluntad de Marcus de escandalizar a la audiencia, todo el mundo en Israel sabe qué es ser “nazi”. La “deriva racista” de las sociedades occidentales no es algo exclusivo de Israel, y es un fenómeno que afecta a países como España, en el que según Amnistía Internacional se producen 4.000 ataques racistas al año. Pero en el caso de Israel, resulta demasiado apetitoso no incidir en el término “judeo-nazi”, más allá de que ni corresponde al debate social, ni es éticamente inocuo. 3- El Día de Jerusalén no es un concierto de grupos neo-nazis Según Ana Garralda la celebración del Día de Jerusalén “contribuye a fomentar la xenofobia y la violencia hacia los palestinos”. Sin embargo, el Día de Jerusalén es el festejo que para los israelíes conmemora la “liberación” y unificación de la ciudad tras la guerra de los Seis Días. Hasta esa fecha, la zona conocida como Jerusalén Oriental estaba en manos de los jordanos, que prohibían a los judíos acceder a sus lugares sagrados. Desde el 93 de marzo de 1998 Yom Yerushalaim es una fiesta nacional. Evidentemente, las fiestas de exaltación patriótica pueden ser un escaparate para grupos extremistas que aprovechan para lanzar su mensaje de odio, especialmente en un contexto de confrontación y conflicto pero eso no convierte dicha fecha en una fábrica de odios y violencia. En España, por ejemplo, los festejos del triunfo español de la reciente Eurocopa abrieron las puertas a varias agresiones neonazis a lo largo del territorio y nadie se planteó si la conmemoración de un logro deportivo engendraba la xenofobia. A menos que la periodista considere que es reprobable que Israel conmemore sus victorias. Pero eso es una cuestión de opinión y no de observación de la realidad. 4- Falta de contexto: la violencia no es unilateral Sin duda alguna, el ataque sucedido en Jerusalén merece todas las condenas y desde luego existe un debate en el seno de la sociedad israelí respecto a las preocupantes señales de racismo en ciertos sectores de la juventud. Sin embargo, no se puede comprender lo que sucede sin poner en contexto la información, algo de lo que carece la crónica. El artículo asegura que “se suceden los incidentes de carácter racista no sólo en Cisjordania, con los habituales ataques de los colonos hacia civiles y propiedades palestinas, sino también en el seno de Israel”, pero por una parte, el conflicto entre colonos y palestinos no tiene necesariamente un componente exclusivamente “racista”, sino que se enmarca en un conflicto armado, al que la periodista olvida hacer referencia a lo largo de todo el artículo: - Según el último informe respecto a la violencia en Cisjordania entre palestinos y colonos de la OCHA, organismo nada cercano a Israel y que la periodista conoce, ya que lo ha empleado en anteriores crónicas, esos encontronazos se cobraron en 2011 la vida de 3 palestinos y 8 israelíes. - Respecto a los ataques contra vehículos, que la crónica también menciona, hay que recordar que según el ejército israelí, en los 9 primeros meses de 2011, hubo 3.484 ataques con piedras contra soldados y vehículos, un promedio de 387 veces al mes. - Varias organizaciones, e incluso el departamento de Estado de los Estados Unidos han alertado de la incitación al odio contra los judíos que se lleva a cabo en los territorios, incluso en las escuelas en Gaza y Cisjordania. - No faltan muestras de “racismo” y de ataques contra los judíos por parte de los palestinos. Recientemente, por ejemplo, un habitante de Cisjordania era detenido por haber envenenado a una familia israelí porque según dijo: “odia a los judíos”. Obviamente nada de esto exonera a los agresores israelíes, sin embargo, sí ayuda a entender al lector en qué marco esa violencia se está desarrollando, y que, a pesar de lo que parece querer señalar la crónica de El País, la violencia no es unilateral, ni el “racismo” es un invento israelí. Olvida la autora mencionar también que la respuesta del ejecutivo fue unánime y de condena sin paliativos a lo sucedido, desde el presidente, pasando por el primer ministro y hasta el presidente del parlamento. 5- ¿Acciones impunes? Por otra parte, sorprende que hable de impunidad de las acciones cuando un día antes de que se publicara este artículo, ya habían sido detenidos e imputados 9 adolescentes por la agresión contra el joven palestino, y otros 2 habían sido detenidos por su vinculación con el ataque contra un vehículo en el que viajaba una familia palestina. Eso no es impunidad. 6- ¿Leyes discriminatorias contra palestinos? El artículo de El País señala: “Para algunos expertos los dos incidentes, eclipsados por la rutina en la que se ha convertido la destrucción semanal de olivos en tierras palestinas; la quema de pastos, o las pintadas xenófobas contra los árabes, constituyen la punta del iceberg de una violencia soterrada, alimentada por los mensajes incendiarios de algunos rabinos o incluso por las leyes discriminatorias hacia los palestinos, a menudo auspiciadas por los colonos.” Surgen varias preguntas respecto a este párrafo plagado de opinión, pero no necesariamente de información: - ¿Quiénes son esos expertos? - ¿La violencia no tiene nada que ver con el conflicto del que hablamos? - ¿Cuáles son esas leyes discriminatorias hacia los palestinos? - ¿Desde cuándo unas leyes son “auspiciadas” por unos colonos? Por otra parte, ¿cómo puede afirmar que los incidentes han sido “eclipsados” cuando precisamente la base del artículo es la “conmoción en Israel”? Eso sí es un oxímoron. 7 – ¿Cuáles son las fuentes del artículo? Concluye el artículo haciendo referencia a la ONG Jerusalem Fund y a “algunos intelectuales”. Al igual que en el párrafo anterior en el que se citaba a “algunos expertos”, habría sido interesante saber quiénes son “algunos intelectuales” a los que se refiere la periodista. También habría resultado esclarecedor saber que la ONG Jerusalem Fund es una ONG palestino-americana con una clara toma de partido anti-israelí. Un hecho que no la sitúa como el observador más objetivo. Ningún ataque de estas características puede ser justificado de ninguna de las maneras. Lo sucedido en Jerusalén merece las condenas más enérgicas, y las está recibiendo. Pero la labor informativa cumple otra función. En este sentido, el artículo adolece de la contextualización necesaria para ubicar al lector respecto a lo sucedido.