jueves, 13 de septiembre de 2012

Mursi contra Siria. Ahmadinejad contra Occidente

"La revolución en Siria es contra el régimen represivo sirio", dictaminó el Presidente de Egipto, Mohammed Mursi, durante su mensaje ante la Cumbre de Países No Alineados. La declaración, que provocó el abandono de la sala por parte de la delegación siria y que el régimen sirio diga que, el presidente de Egipto, aporta al derramamiento de sangre en su país, dejó en claro, desde el principio, que Egipto no se propone respetar la "delicadeza diplomática" y otorgar a Irán, país anfitrión, el apoyo que demanda. "Los pueblos sirio y palestino piden libertad, respeto y justicia humana", continuó diciendo Mursi. "Egipto está dispuesto a actuar con todas las partes a fin de frenar el derramamiento de sangre". No solo a Siria, Mursi logró enojar, al decir que "La revolución en Egipto fue la piedra fundacional de la Primavera Árabe, pocos días después de la revuelta en Túnez, luego en Yemen y Libia, ahora en Siria contra el régimen represivo". Dio vuelta la versión del régimen iraní según la cual, la Primavera Árabe es continuación de la Revolución Islámica. Parece que, quien esperaba, en Irán o Israel, que la presencia de Mursi en la cumbre acercase a Egipto con Irán, u ocurriera una vuelta en las desconectadas relaciones diplomáticas, deberá esperar la siguiente oportunidad. Mursi, que en tres semanas visitará la Casa Blanca no se propone, por el momento, modificar la política exterior egipcia hacia Irán. Se trata del primer intento, por parte de Mursi, de llevar adelante una política exterior destinada a restituir a Egipto su status en la región. En corto tiempo, Mursi se vio a sí mismo obligado a enfrentar presiones norteamericanas en relación a Irán y Sinaí. Con el Fondo Monetario Internacional (sobre préstamos indispensables para la reconstrucción de su economía) y con China (para sumar inversiones a su país). Debió decidir la posición de Egipto hacia Irán mientras, su país, depende masivamente de la ayuda saudita, gran enemigo de Irán, de tal modo que su margen de maniobra se hace cada vez más angosto. La aparición pública en Irán y sus palabras, dan cuenta de un reconocimiento del hecho que Egipto, miembro de la organización de Países No Alineados, resolvió sobre la orientación de sus identificaciones. El Secretario General de la ONU, Ban kee Moon, no ahorró fuertes críticas hacia el régimen iraní. Con su hablar pausado, mientras a su lado permanecía sentado Ahmadinejad con el rostro corroído, habló Moon sobre la "Situación de los derechos humanos en Irán como fuente de preocupación"; sobre que Irán "Debe despertar credibilidad en el mundo, en que no se propone desarrollar armas nucleares y debe actuar con mayor transparencia", cooperar con las organizaciones internacionales y con el grupo 5+1, que mantiene negociaciones para frenar el enriquecimiento de uranio. "Irán puede cumplir un importante rol en la solución de la crisis en Siria". Ban, al igual que Mursi, presentó la revolución en Siria como aquella "Surgida dentro de Siria y del seno del pueblo sirio" y no como una revolución importada, es decir, una iniciativa occidental, tal como lo sostienen Siria e Irán. Moon transmitió una señal a Israel al llamar a Teherán a limpiar el Medio Oriente de armas nucleares.Esa posición, común a todos los países de la región, preocupó siempre a Israel que teme el condicionamiento del desmantelamiento nuclear iraní al desmantelamiento de su poder nuclear, tal como informan sobre ello las fuentes extranjeras. Los discursos de Mursi y Moon trazan los límites de acuerdo entre: Irán, Siria y quienes le brindan protección: Rusia y China, con respecto a las posiciones de la mayoría de los países árabes que ven en Irán y sus aliados una amenaza a la hegemonía árabe en el Medio Oriente. Si bien Irán puede esperar que, con el fin de la Cumbre, la mayoría de los países llamen al levantamiento de las sanciones en su contra, en el tema sirio se ubica enfrentando al mundo. Frente a los concretos discursos de los representantes de países, Ali Kahmenei, el líder supremo y Ahmadinejad presidente, eligieron transmitir mensajes de líderes de una potencia que pretende cambiar la agenda mundial. Ahmadinejad llamó a modificar la estructura de la ONU, que otorga derecho de veto a los cinco miembros fijos. Esa estructura "no permite a ningún país en el mundo lograr sus derechos", sentenció Ahmadinejad, olvidando que justamente el derecho al veto de Rusia y China, salvó a Irán de sanciones mucho más graves. "Debemos crear un mundo nuevo" en el que algunos países, no aprovechen los recursos de la mayoría de los estados del mundo. "La globalización debe respetar la deidad y los derechos humanos y no fijar el gobierno de pocos". Los discursos de Ahmadinejad y de Khamenei, parecen como si hubieran sido escritos por líderes de un país ocupado, que se esfuerza por liberarse de los lazos de la vieja colonización. Sin embargo su contenido, anticuado, exhibe bien la concepción reinante, en especial en las capas de la tradicional conducción en Irán; una concepción de Estado que aún se siente amenazado, perseguido y al que su derecho de desarrollar tecnología nuclear, le es negado por los mismo países que, en el pasado, conquistaron o controlaron los recursos de Irán. http://www.cidipal.org/index.php?option=com_content&task=view&id=9145&Itemid=106