domingo, 21 de octubre de 2012
Francia descubre el peligro de una nueva generación de terroristas
e terrorismo
Francia acaba de descubrir los peligros del terrorismo islámico de tercera generación. Doce jihadistas detenidos en los últimos días formaban parte de una célula de "extrema peligrosidad" que operaba como un electrón libre, sin vínculo orgánico aparente con la dirección de Al-Qaeda, y que resultaba casi imposible de detectar o controlar.
Una serie de allanamientos realizados entre el sábado y ayer en la periferia de París, Cannes y Estrasburgo permitió descubrir que los sospechosos almacenaban productos químicos para la fabricación de explosivos artesanales.
"Es evidente que se preparaban para cometer un atentado en forma inminente", explicó el alto funcionario que dirigió la operación conjunta a cargo de la Dirección Central de Inteligencia Interior y la Subdirección Antiterrorista.
El líder de ese grupo era al parecer Jérémie Louis-Sidney, de 33 años, que murió en un tiroteo el sábado pasado, cuando las fuerzas del orden allanaron su domicilio en la ciudad de Estrasburgo.
Louis-Sidney había nacido en Francia, purgó una pena de prisión por delitos menores y fue en la cárcel donde se convirtió al islam y se radicalizó. Su conversión data de una fecha reciente, lo que explica el típico fenómeno de fanatismo que se produce en muchos conversos.
Todos los miembros de la célula desmantelada presentan un perfil similar, que no difiere demasiado de los rasgos y la carrera del terrorista Mohamed Merah, el terrorista que en marzo último cometió una serie de crímenes contra judíos y militares en Toulouse y Montauban, y murió en un tiroteo con la policía.
La única diferencia es que Merah, considerado un prototipo de la "segunda generación" islamista, después de salir de la cárcel -donde se radicalizó- viajó a Afganistán, Paquistán e Irak, donde recibió entrenamiento militar y fue instruido en técnicas terroristas.
Esta tercera generación descubierta por la policía está integrada por jóvenes que nacieron en Francia. Con escasa educación y sin continencia familiar, son víctimas de la crisis y del desarraigo social, que derivan rápidamente hacia la pequeña delincuencia y terminan en la cárcel. Las prisiones francesas se convirtieron en un auténtico vivero del extremismo islámico, según Samir Amghar, autor de El Salafismo hoy y Los salafistas frente al desafío del poder .
En Francia, el extremismo salafista está integrado por un núcleo duro de 150 militantes, a los cuales hay que agregar otros 3000 que forman la periferia del movimiento.
La mayoría sólo posee un rudimentario conocimiento del islam, pero respetan todos los aspectos externos del practicante: barba larga, visten chilaba blanca hasta los tobillos y respetan las cinco plegarias diarias. "Los convertidos son los más peligrosos", reconoció el juez Jean-Louis Bruguière, que dirigió la lucha antiterrorista entre 1986 y 2004.
A diferencia de la anterior, esta nueva generación no sale a entrenarse a campos extranjeros y aprende las primeras nociones de terrorismo recorriendo los sitios islamistas que proliferan en Internet.
Como no tienen enlaces orgánicos con Al-Qaeda y actúan en una órbita cerrada, se transforman en elementos incontrolables. Los especialistas están convencidos de que esta nueva generación de terroristas está "desarrollando en Francia un auténtico islam de guerra".
http://www.lanacion.com.ar/1516084-francia-descubre-el-peligro-de-una-nueva-generacion-de-terroristas