domingo, 28 de octubre de 2012

RECORDAR LA CAPTURA DE NUESTRA EMBAJADA EN TEHERAN POR PARTE DE IRAN

Fuente: Cartas de lectores de The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba 22/10/12 "La guerra de Ben Affleck contra los ayatollahs" de Sohrab Ahmari (articulo de opinion del 17 de octubre) y la pelicula "Argo" inundaron mi mente con recuerdos de hace 33 años. Yo era gerente general de la Camara de Comercio americana y desde mi oficina en el septimo piso que oteaba el complejo de la embajada americana en Teheran, yo observe a la muchedumbre reunirse en la calle en la cual estaba localizada la embajada y vi a los jovenes revolucionarios escalar el muro y violar la santidad de la misma embajada. Seis diplomaticos americanos se escabulleron de nuestra embajada a la embajada de Canada. Yo escape por la escalera trasera de mi oficina al dia siguiente a un lugar en la clandestinidad, donde permaneci hasta que pudo ser arreglada mi partida de Iran. Durante mi reclusion de 10 dias, el oficial politico de la embajada britanica descubrio mi lugar de escondite, y en nombre del Departamento de Estado de Estados Unidos, pidio que yo me aproximara al Gran Ayatollah Sayyid Mohammad Kazem Shariatmadari, con quien yo habia estado trabajando durante la primera parte de la Revolucion Islamica, para que interviniera con el Ayatollah Khomeini con respecto a la liberacion de los 52 rehenes americanos. Yo no podia, de buena fe, pedir al ayatollah que intervenga ya que su pedido anterior por apoyo para iniciar un golpe de estado contra el regimen de Khomeini habia sido puesto a un lado sin la revision apropiada o investigacion del interes entre el personal militar irani en intentar derrocar al regimen. Mi experiencia en el Aeropuerto Mehrabad la noche de mi partida de Iran reflejo, en una medida, la de los seis del personal de la embajada. Mi pasaporte habia sido retenido por los iranies durante unos 10 dias; no se sabia si mi nombre habia sido colocado en la lista de extranjeros que tenian prohibido partir. El empleado en el mostrador de control me hizo sentir como que yo iba a ser arrestado antes de poder salir del pais. Finalmente, con mi pasaporte en mano, yo corri por el transportador, llegue al avion y pedi un whisky. La asistente de vuelo me explico que ella no podia hacer lugar a mi pedido hasta que el avion de Swiss Air abandonara el espacio aereo irani. Yo disfrute minuciosamente el whisky cuando fue servido y llore durante dos horas. Franklin Burroughs Walnut Creek, Calif.