miércoles, 24 de octubre de 2012
Justicia para todos los refugiados
La iniciativa del viceministro del Exterior, Danny Ayalon, de abrir el tema de los refugiados judíos de los Estados árabes al debate público encontró, tal como se esperaba, reacciones árabes de enojo. Una fue la acusación de que el tema es un “invento”. La razón de esas reacciones es que este tema fue, hasta ahora, desconocido: sucesivos gobiernos israelíes lo ignoraron y la prensa lo desatendió. Fue tratado con desprecio en medio de la preocupación de que hacerlo surgir podría despertar reclamos palestinos y dañar el proceso de paz.
Por Tzvi Gabay
Ex embajador y subdirector general del Ministerio del Exterior del Estado de Israel.
De manera que el mundo se acostumbró a referirse sólo a la Nakba palestina, que dio como resultado 650.000 refugiados, de acuerdo con la UNWRA, la agencia de las Naciones Unidas creada para atenderlos.
Los gobiernos árabes son cuidadosos en perpetuar la miseria de los refugiados palestinos, no permitiéndoles su rehabilitación o la posibilidad de convertirse en ciudadanos de sus países, debido a la ideología que se mantiene: que rehabilitar a los palestinos podría ser una ventaja para Israel.
Los líderes árabes ubicaron, una y otra vez, toda la responsabilidad de la creación del problema de los refugiados palestinos en Israel. Al mismo tiempo, éste nunca hizo un serio esfuerzo por liberarse de esa acusación, incluso a pesar de que la Resolución 194 de las Naciones Unidas (1948) no hace responsable a Israel del problema.
Otro reclamo realizado por los árabes es que los judíos no fueron forzados a huir de los Estados árabes, donde vivían en paz y armonía. Acá, una lección de la historia del conflicto sería el fin, ya que descubrirían que durante los debates en las Naciones Unidas (1947) acerca de la propuesta de partición de Palestina en un Estado judío y un Estado árabe, sus representantes (Heykal Pasha, de Egipto; Dr. Fadhil Jamali, de Irak; Jamal al-Husayni, líder de la delegación árabe palestina; y otros) no sólo declararon que “la línea de partición será una línea de fuego y sangre”, sino que anunciaron que al partir Palestina, las comunidades judías en Estados árabes se colocaban en un peligro mortal. De inmediato después del 29 de noviembre -día en que se aprobó el plan de partición-, los ejércitos árabes y las bandas árabe-palestinas atacaron a la comunidad judía (el Ishuv) en Palestina y, simultáneamente, atacaron a los judíos en los países árabes.
La guerra, comenzada por los árabes, llevó a asesinatos, destrucción y una terrible tragedia humana. Ochocientos cincuenta y seis mil indefensos judíos huyeron hacia Israel y otros países, dejando atrás sus propiedades personales y comunitarias, mientras que seiscientos cincuenta mil palestinos abandonaron sus posiciones de disparo y sus hogares y fueron a países árabes. En efecto: un intercambio de población ocurrió entre el Estado de Israel y los países árabes, similar al ocurrido entre India y Pakistán. Sin embargo, los Estados árabes, siguiendo las instrucciones de la Liga Árabe, rechazaron reconocer esta situación y evitar la resolución humana del problema que crearon.
A pesar del hecho que las dimensiones humanas de la catástrofe sufrida por los judíos de los países árabes fue mayor que las dimensiones de la catástrofe padecida por los palestinos, la atención del mundo siempre se focalizó en esta última. En 1957, el Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas reconoció a los judíos de los países árabes como refugiados, pero la Asamblea General no aprobó una sola resolución en ese sentido. Por el contrario, sancionó más de 160 resoluciones y declaraciones en apoyo a los refugiados palestinos. Ese enfoque parcial no resolvió el problema y exacerbó el conflicto palestino-israelí.
Podría ser que los refugiados judíos fueran ignorados porque los judíos de los países árabes se rehabilitaron en Israel y otros países y las condiciones de su vida en los campos se convirtió en algo del pasado. Todas las resoluciones de las Naciones Unidas y los billones de dólares donados a los refugiados palestinos por la comunidad internacional no mejoraron su situación y continúan viviendo en condiciones espantosas.
Llegó el momento de que los Estados árabes sepan la realidad creada por su guerra a Israel y dejen de jugar con la posibilidad de volver la historia atrás; olviden el slogan del “derecho al retorno” para los refugiados palestinos y dejen de sembrar ilusiones en sus corazones.
Una solución a la tragedia de los refugiados en Medio Oriente -palestinos y judíos- sólo puede encontrarse mirando toda la fotografía. Cualquier recurso debe ser compartido por los Estados árabes, Israel y la comunidad internacional. Debe basarse en la propuesta del presidente Clinton, del año 2000, de establecer un fondo internacional para compensar a los refugiados palestinos y judíos.
En el conflicto de Medio Oriente, los palestinos no fueron los únicos que sufrieron, los judíos también. Se debe hacer justicia y considerar que debe ser para ambas partes, por el bien de una paz verdadera en Medio Oriente.
Fuente: CIDIPAL, 12/10/12.
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