viernes, 26 de octubre de 2012
Generosidad y Egoísmo Generosidad
El mundo es un gran recipiente donde cada ser humano tiene que adaptarse a el, cuanto mas lo hacemos mas forma de recipiente tomamos, cuanto mas rígidos seamos, mas sufrimientos obtendremos por la terquedad de no encajar dentro del molde, el cual fue hecho para residir en el con alegría.
Dentro de cada receptáculo hay dos elementos que se unen como por milagro, el hombre y la mujer, el cuerpo y el alma. Dos creaciones diferentes pero unidas al fin.
Lo interesante de este razonamiento es saber como juntar algo que jamás hubiésemos imaginado, que se relacionan entre si.
.En este mundo que vivimos vamos a tomar como ejemplo al patriarca Abraham. Según sus enseñanzas, cuanto más damos, mas agrandamos el círculo de receptores, y mas achicamos el del egoísmo, es decir el recibir mucho es achicar nuestro circulo, hasta perdernos en la impersonalidad de nosotros mismos.
La sociedad cree que lo ideal es achicar el círculo, con computadoras, ya no como herramientas de trabajo, sino como parte esencial de nuestras propias vidas.
El judaísmo en cambio busca agrandarlo, aprendiendo cada vez más a vivir mejor y a brindarnos una mejor calidad a nuestra existencia.
El dilema es: ser esclavos del círculo egoísta, perdiendo nuestra identidad; o agrandar el círculo, desarrollando nuestra personalidad.
La disyuntiva parece sencilla, pero en la práctica requiere de un esfuerzo que bien vale la pena invertir fuerzas para poder lograrlo.
Agrandar el círculo es crear vínculos y alimentarlos de generosidad y alegría.
Achicarlo, en cambio es ser victimas de la sociedad que nos fagocita para quitarnos el poder de elección que aparentemente creemos que tenemos.
Los medios de comunicación realizan este trabajo, al cual en mayor o menor escala, estamos sometidos.
No cualquiera tiene esa capacidad de agrandar el circulo, sino solo aquellos capaces de visualizar una vida plena de sentido, como Abraham Abinu, lo pueden lograr.
Vivimos 70 u 80 años, algunos se dan cuenta a tiempo, otros sobreviven como pueden, tomando un momento de reflexión para saber donde están parados y hacia donde se dirigen. Si lo logran estarían avanzando hacia su propia existencia, y entonces verían lo que antes era imperceptible, ahora agrandarían el campo visual.
Nosotros tenemos el entendimiento con nuestra voluntad de acceder a la claridad donde otros permanecen en la oscuridad, por mantener los ojos cerrados, y no investigan, por no querer ver; no escuchan, porque no quieren oír. Es por ende el ejemplo de Abraham nuestro patriarca una guía y un camino a transitar.
Elías Dayé