martes, 9 de octubre de 2012

¿Nace la alianza China - Israel?

Existe, en China, gran interés por Israel y los judíos. Lo descubrí durante un viaje patrocinado por SIGNAL, la Red Global Chino-Israelí y Liderazgo Académico. La razón más obvia es aquello que un importante funcionario chino denomina a Israel "la pequeña superpotencia" - en particular y el pueblo judío en general, con sus historias de éxito. Hace diez o veinte años hubiera algo sido menos excepcional en el mundo. Pero, ahora, es triste decirlo, sobresale más porque Estados Unidos y Europa - quizá sólo temporalmente - no están funcionando demasiado bien. A nivel estratégico, Israel y China tienen intereses diferentes, aunque son poco significativos. China quiere comerciar con todo el mundo (incluyendo con Irán) y está protegiendo a Siria en el marco internacional. Sin embargo, China redujo, significativamente, sus importaciones de energía iraníes para mostrar su apoyo a los esfuerzos internacionales contra el programa nuclear iraní, y envió señales claras a la República Islámica. Es evidente que los intereses chinos no se benefician con que Teherán posea un arsenal nuclear y sea una fuerza desestabilizadora en la región. En cuanto a Siria, la posición de Israel sobre si el régimen debe ser derrocado no fue muy clara. Los chinos argumentan que un gobierno, en Damasco, islamista radical peor que el actual podría llegar al poder. Eso no está claro pero, la preocupación, es razonable, sobre todo porque la política de EE.UU. apoya a los islamistas en Siria. Israel y China tienen intereses paralelos, entre ellos el deseo de estabilidad en Oriente Medio y la esperanza que, el Islam revolucionario, no se propague. Además, la política de China con respecto al trato con todos los países tiene otra cara ya que no permitirá que, sus relaciones con Israel, se vean afectadas por las posibles exigencias árabes o iraníes. De hecho, si China decide convertirse en el principal cliente de gas natural y petróleo que Israel exporte; la relación entre Jerusalén y Pekín puede ser el eslabón más importante del Estado hebreo, sólo superada por la de los Estados Unidos. Otro factor que no debe subestimarse, es la falta de prejuicios de China contra los judíos e Israel, que es un enorme obstáculo en las relaciones de Jerusalén frente a Occidente. Lo más importante, es el énfasis de China en el desarrollo económico y social, la prioridad de aumentar los niveles de vida y alcanzar el éxito nacional (en lugar de los tan lamentables objetivos de ampliar el territorio, o vengarse de los agravios sufridos del pasado). Además, prefiere las soluciones pragmáticas en vez de imponer la rigidez ideológica a los problemas. Hay una enorme cooperación, mucho mayor que lo que se cree, en proyectos conjuntos. Mientras que la alta tecnología es el área más evidente de esa actividad, hay muchos otros temas. Las cuestiones energéticas son primordiales. China comparte con Israel gran interés en la búsqueda de fuentes alternativas de energía, no tanto por consideraciones medioambientales, sino a raíz de apreciaciones financieras y de seguridad. Algunas ideas y programas piloto que se llevan a cabo parecen ser sólo imaginación pero con grandes probabilidades de éxito que lo que se ve en el debate estadounidense. Varios planes de estudios judaicos y de Israel se abrieron en diferentes universidades. Los estudiantes aprenden hebreo y otros temas relevantes; las librerías chinas contienen varios volúmenes sobre los logros judíos e israelíes sin exhibir antisemitismo (a diferencia de otros países asiáticos). El número de personas interesadas en estas cosas es, proporcionalmente, pequeño en el país más poblado del mundo. Sin embargo, ese sector alcanzó un tamaño importante como para sostenerse a sí mismo e influir en la sociedad en general. A nivel humorístico, cuando un colega chino me dijo - ya sea con o sin exactitud - que la cultura de su pueblo implica ser siempre optimista y creer en un futuro mejor, le respondí que la característica de Israel y los judíos es ser pesimista y, luego, bromear al respecto. Hay un número importante de puntos en común, tal como los chinos lo creen. Entre los temas que figuran en esta lista están la experiencia mutua de una larga historia de civilización, amplia dispersión, énfasis en la importancia de la educación, disposición a trabajar duro, focalización en la familia, y el sufrimiento de la persecución. Si los israelíes y los judíos contemporáneos perdieron algunos de estos valores, tal vez podrían aprender algo de China para renovarlos. Podemos tener objeciones a la política actual de China, pero es importante no aferrarse a nociones obsoletas. Desde luego, no pretendo ser un experto en China - aunque alguna vez pensé en seguir esa carrera-; pero mis visitas al país se remontan a 1974, cuando la palabra totalitaria podía ser aplicada con precisión. Pero China ya no es más el país de la Revolución Cultural y del período de la gran represión. Se volvió hacia el capitalismo y abrió un margen mucho más amplio de libertad. El verdadero poder de la iniciativa personal fue liberado y los resultados son impresionantes. Dudo que, algún país, haya hecho progresos en el desarrollo social y económico tan rápidos en la historia. Si bien estos cambios son, en teoría, reversibles, al igual que un montón de gente en China - no creo que sucedan. Se pusieron en marcha en un camino en el que, parece, las libertades continuarán expandiéndose durante las próximas décadas. Del mismo modo, parece que hay un verdadero aprecio - como pasó en Occidente- pero no en Medio Oriente de que las viejas estrategias de guerra (para apoderarse de territorio y la construcción de un imperio en el extranjero) quedaron su vigencia. Hace unos años, un amigo egipcio visitó China y preguntó a un colega, "China fue víctima de gran opresión e imperialismo. ¿Cómo lidian con eso? ". "Lo superamos", fue la respuesta. El egipcio estaba sorprendido pero, como árabe liberal, se dio cuenta que su propia sociedad estaría mejor si se evitara la política de la venganza, el odio amargo y la afirmación de la superioridad sobre la base del complejo de inferioridad. El mundo árabe parlante, por desgracia, se mueve en la dirección opuesta, con resultados previsiblemente espantosos. En contraste, Israel y China se concentran en la construcción nacional positiva, elevando los niveles de vida, y buscando la paz. Lo importante para Israel es trabajar con ese proceso de sucesos en China, más que subestimar lo que no está pasando o centrarse, sólo, en un aspecto negativo que se está volviendo más pequeño con el tiempo. Dado la lamentable decadencia y hostilidad de Europa, que no debería sobreestimarse ( por el contrario, debería ser seriamente evaluada mirar hacia el este parece ser la estrategia global sensata para Israel en las próximas décadas). [1] El autor es director del Centro Global Research in International Affairs (GLORIA) y editor de la revista Middle East Review of International Affairs (MERIA). http://www.cidipal.org/index.php?option=com_content&task=view&id=9326&Itemid=106