lunes, 19 de noviembre de 2012
EL UNICO RINCON DEL MUNDO QUE NOS CUIDARA DEL HOLOCAUSTO
Fuente: Tiempo Argentino
19/11/12
por Matias Garfunkel
El pueblo de Israel atraviesa hoy una de sus mayores amenazas desde el Holocausto. Producto de la crisis mundial, en especial de la europea y la norteamericana, en antisemitismo cobra fuerza cada vez con mayor entusiasmo y fanatismo en países en que jamás hubiese ocurrido.
Las crisis económicas van aparejadas con las sociales que, por lo general, conllevan odios raciales irresueltos por centenares de años.
Desde los días de los egipcios en adelante, los judíos hemos sido objeto de distintos tipos de persecusiones. Y el único país que tenemos, que nos alberga y nos protege con certeza, es el Estado de Israel.
Lograr la paz con Palestina parecía un ideal que casi se logra cuando Isaac Rabin, Bill Clinton y Yasser Arafat firmaron el acuerdo de paz. Recordemos que tanto Rabin como Arafat fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz, aun a sabiendas de los actos terroristas que cometió Arafat a lo largo de su vida. Fue tal vez sobre el final de sus días cuando, con la muerte cercana, se dio cuenta de los horrores y errores que había cometido y quiso llegar a un acuerdo de paz con Israel. Pero al mismo tiempo, la misma paz que él había ideado se le escurrió de las manos cuando tuvo que aflojar frente a las tensiones y presiones de sus propios compatriotas, la mayoría de ellos terroristas financiados por Libia, Irán y Siria, los que terminaron ganando la pulseada y la paz jamás fue lograda.
A continuación vinieron las intifadas con sus miles de muertos y los continuos atentados terroristas perpetrados contra suelo israelí por misiles de Hamás, provistos por los países vecinos al Estado judío. Pensar que esa paz sea tomada en serio sería ridículo. Casi o más que pensar que el gobierno argentino termine negociando con fondos buitre. En un caso hablamos simplemente de dinero, que si bien es mucho, es dinero. En el otro, de vidas humanas.
El odio sólo engendra odio y el rencor, intenso rencor. A la pérdida de vidas humanas en los conflictos armados, con un abismo de diferencia, se agrega el odio cotidiano. En Europa, las agrupaciones nazis, todavía (ayer), recitan versos de extrema derecha y despliegan sus banderas con símbolos despreciables en las tribunas, durante los partidos de fútbol. Imposible de sostener que en el siglo XXI se permita la reivindicación de la ideología más nefasta de la historia de la humanidad.
Que quede claro: condeno el terrorismo, lleve la forma que lleve y quien lo lleve adelante. Con un escenario adverso, ya que los países limítrofes en su mayoría son enemigos de Israel, con los Estados Unidos que han hecho poco y nada por tratar de encontrar una solución a un conflicto que inventaron los ingleses al concluir la Segunda Guerra Mundial y con el presidente iraní y su amenaza de borrar a Israel del mapa, saludo con grandeza la actitud que ha tomado el gobierno israelí en las últimas semanas de llamar a sus militares de reserva para proteger el único rincón del mundo en el que los judíos sabemos que, pase lo que pase, nos cuidará de que jamás se vuelva a repetir un Holocausto.
El rey David, en el salmo 79, escribió acerca del momento en que tenía que enfrentarse a los enemigos "Un Salmo de Asaf: ¡Dios! Naciones han venido a tu dominio, profanaron tu santo templo, pusieron en ruinas a Jerusalén. Entregaron los cadáveres de tus sirvientes como alimento para los pájaros del cielo, la carne de Tus piadosos para las bestias de la tierra. Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y no hay quien [los] sepulte. Fuimos objeto de vergüenza para nuestros vecinos, ridículo y escarnio a quienes nos rodean. (Hasta cuándo, ¡Adonái! estarás enojado para siempre?) ¿Tu celo arderá como fuego? Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre, pues devoraron a Iaacov y asolaron su morada. No recuerdes nuestros pecados anteriores; que tus misericordias vengan rápidamente hacia nosotros, pues hemos caído muy bajo. Ayúdanos, Dios de nuestra salvación, en aras de la gloria de tu Nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados en aras de tu Nombre. Por qué han de decir las naciones: "¿dónde está su Dios?" Sea conocida entre las naciones, antes de nuestros ojos, la vindicación de la sangre derramada de Tus sirvientes. Que el clamor del cautivo llegue ante Ti; conforme a la grandeza de tu fuerza, libera a los condenados a muerte. Retribuye a nuestros vecinos séptuplemente en su seno, por la injuria con que Te avergonzaron, mi Señor. Y nosotros, Tu pueblo, el rebaño de Tu pastura, Te agradeceremos para siempre; por todas las generaciones narraremos Tu alabanza."