martes, 12 de noviembre de 2013

La noche de los cristales en Leipzig

“La noche de los cristales en Leipzig” Informe sobre Kristallnacht por el cónsul americano en Leipzig, David Buffum. El hacer añicos de las vidrieras, saqueo de los negocios y domicilios de judíos que comenzó en las tempranas horas del 10 de noviembre de 1938, fue aclamado luego en la prensa nazi como una ola espontánea de justa indignación a través de toda Alemania, como resultado del cobarde asesinato judío del Tercer Secretario von Rath en la embajada alemana de París. Hasta allí en lo que refiere a un muy alto porcentaje del populacho alemán, un estado de indignación popular que espontáneamente conduciría a que tales excesos pudieran ser considerados como no existentes. Por lo contrario, en vista de las ruinas, y medidas concomitantes implementadas, todas las multitudes locales observadas se paralizaron lo que había sucedido y permanecieron atónitas ante la furia sin precedentes de los actos nazis que habían tenido o estaban teniendo lugar con una rapidez desconcertante por toda la ciudad. A .las 3 a.m, el 10 de noviembre de 1938, se desató una andanada de ferocidad nazi que no había tenido igual en Alemania ni en ningún otro lugar del mundo desde que la violencia comenzó. Edificaciones judías fueron destrozadas y sus contenidos destruidos o saqueados. En uno de los sectores judíos un chico de 18 años fue arrojado desde la ventana de un tercer piso para aterrizar con ambas piernas quebradas sobre una calle llena de desperdicios con camas ardiendo y otros muebles de la casa y efectos de su familia y de otros apartamentos. Esta información fue suministrada por un médico. Se informa desde otro barrio que entre otros efectos domésticos arrojados desde un edificio judío, un perrito bajó 4 pisos de escalera hacia la calle con la columna rota. Aunque aparentemente centralizado en distritos pobres, la redada no estaba confinada en las clases humildes. Un apartamento de ocupantes excepcionalmente refinados conocidos de su oficina fueron violentamente desvalijados, presumiblemente en búsqueda de valores que no fue en vano, y uno de los intrusos atravesó un bastón por una pintura medieval que ilustraba una pintura bíblica. Se sabe que otro apartamento de la misma categoría fue dada vuelta en la loca búsqueda de lo que fuera que los invasores buscaban. Se reportó la pérdida de efectivo, plata, joyas y todo artículo fácilmente canjeable. Vidrieras judías por cientos fueron sistemática y caprichosamente destruidas a través de toda la ciudad a una pérdida estimada en varios millones de marcos. Hay informes de que pérdidas importantes ocurrieron en el famoso Leipzig “Bruehl”, ya que muchas de las vidrieras en ese momento de la demolición estaban llenas de caras pieles que fueron tomadas antes de que las vidrieras fueran tapiadas. En proporción con la destrucción general de los bienes inmobiliarios, sin embargo, se estima que las pérdidas de bienes fueron relativamente menores. Los espectadores que vieron los destrozos una vez que llegó la luz del día estaban en su mayoría en un estado de tal confusión que no había peligro de actos impulsivos, y los perpetradores estaban probablemente demasiado ocupados llevando a cabo su agenda para tomar demasiado tiempo para un beneficio personal. De todas formas, las calles principales constituían un lugar de desperdicios de placas de vidrio en añicos. Según testimonio confiable, el debacle fue ejecutado por hombres SS y Storm Troopers (tropas de la tormenta) que no estaban en uniforme, cada grupo provisto de martillos, hachas, palancas y bombas incendiarias. Tres sinagogas de Leipzig fueron incendiadas simultáneamente con bombas incendiarias y todos los objetos sagrados y registros profanados y destruidos, en muchos casos arrojados por las ventanas e incendiados en las calles. No hubo intentos de ningún tipo para aplacar el fuego, la actividad de los bomberos confinada a rociar agua sobre los edificios linderos. Todas las sinagogas fueron irreparablemente consumidas por las llamas y las paredes de las dos que están cerca del consulado están ahora siendo arrasadas. Los marcos ennegrecidos han sido centros de atención en la última semana de terror de elocuente silencio y multitudes confundidas. Una de las tiendas de ropa más grandes del corazón de la ciudad fue destruida por las llamas de bombas incendiarias, solamente las paredes quemadas y los techos destruidos permanecen de pie. Tal como fue el caso de las sinagogas, no hubo intentos de parte de la brigada de bomberos para extinguir el fuego, aunque aparentemente hubo una cierta aprehensión hacia las propiedades adyacentes, ya que las paredes de una cafetería lindera fueron cubiertas con amianto y rociadas por los aguerridos bomberos. Es difícil de creer, pero a los dueños de la tienda se les acusó de comenzar el incendio y sobre esa base fueron sacados de sus camas a las 6 de la mañana y puestos en prisión. Tácticas, que se acercaban de cerca de lo macabro, tuvieron lugar en el cementerio judío donde el templo fue incendiado junto con un edificio ocupado por cuidadores, las lápidas desarraigadas y las tumbas violadas. Testigos consideran confiable el informe de que diez cuerpos fueron dejados desenterrados en el cementerio durante toda una semana porque los enterradores y ayudantes del cementerio habían sido encarcelados. Feroz como era la violación de la propiedad, la etapa más espantosa de la así llamada acción “espontánea” ha sido el arresto al por mayor y transporte a los campos de concentración de judíos alemanes masculinos entre las edades de 16 y 60, así como de judíos sin ciudadanía. Esto ha estado teniendo lugar diariamente desde la noche del horror. Esta oficina no tiene manera de verificar con precisión los números de tales arrestos, pero casi no hay duda de que han llegado a varios miles sólo en Leipzig. Habiendo demolido hogares y arrojado efectos movibles a las calles los perpetradores insaciablemente sádicos tiraron a muchos de los temblorosos habitantes a un pequeño arroyo que corre a través del parque zoológico, ordenándoles a los horrorizados espectadores a que los escupieran, ensuciándolos con barro, y burlándose de su terrible situación. Este último incidente ha sido repetidamente corroborado por testigos alemanes que sintieron náuseas al contar la historia. La más leve demostración de lástima evocaba una gran furia por parte de los perpetradores y la multitud se sentía impotente para hacer algo excepto sacar la vista horrorizada de esas escenas de abuso o abandonar la vecindad. Estas tácticas fueron llevadas a cabo toda la mañana del 10 de noviembre sin intervención policial y fueron aplicadas a hombres, mujeres y niños. Hay mucha evidencia de violencia física, incluyendo varias muertes. Por lo menos media docena de casos fueron víctimas personalmente observadas, con caras sangrientas, serios hematomas que llegaron velozmente a esta oficina, creyendo que como refugiados sus deseos de emigrar podrían ser expedidos aquí. De hecho este consulado ha sido una algarabía de humanidad durante los últimos diez días, la mayoría de estos visitantes siendo mujeres desesperadas, ya que sus maridos e hijos habían sido llevados a los campos de concentración. Un procedimiento violento similar fue aplicado a través de este consulado, el número de estragos perpetrado dependiendo del número de establecimientos judíos o personas involucradas. Se entiende que en muchas de las más pequeñas comunidades aún más implacables métodos fueron empleados que en las ciudades. Informes han sido recibidos desde Weissenfels acerca de que las pocas familias judías que residen allí, están teniendo dificultades para comprar comida. Se informa que tres profesores Aryan de la Universidad de Jena han sido arrestados y llevados a campos de concentración porque habían verbalizado su desaprobación acerca de este impulso insidioso contra la humanidad. Fuentes de información: Observación personal y entrevistas.