lunes, 19 de diciembre de 2011

"Un clérigo islámico egipcio sostuvo que la “cara de la mujer es como su vagina”

"Un clérigo islámico egipcio sostuvo que la “cara de la mujer es como su vagina”

La perspectiva que aguarda a la sociedad egipcia secular y a las mujeres en particular, considerando los resultados obtenidos en la primera vuelta de las elecciones legislativas de Egipto, donde los partidos islamistas obtuvieron el 65% de los votos, se puede columbrar por las declaraciones efectuadas recientemente en un vídeo por el famoso predicador salafista y jeque Abu Ishaq al-Huwaini, quien en una charla con un grupo de personas refiriéndose a la necesidad de las mujeres de usar el niqab -el ominoso velo islámico similar al burka- en una insolente comparación dijo, que “la cara de la mujer es como su vagina”

El clérigo Huwaini hace casi 18 años había hecho manifestaciones estremecedoras que fueron traducidas por la escritora egipcia -norteamericana y activista de los derechos humanos- Nonie Darwin:”Si sólo podemos llevar a cabo una invasión yihadista por lo menos una vez al año o si es posible dos o tres veces, entonces mucha gente en la tierra se convertirá en musulmanes. Y si alguien impide nuestra Dawa (llamado a seguir el Islam) o se interpone en nuestro camino, entonces tenemos que matar o tomarlos como rehenes y confiscar sus bienes, mujeres y niños. Estas batallas llenarán los bolsillos de los muyahidín, (combatientes de la yihad contra los infieles) quienes pueden regresar a casa con 3 o 4 esclavas mujeres y 3 o 4 niños. Esto puede ser un negocio rentable si se multiplica cada cabeza en un 300 o 400 dirham. Esto puede ser como un refugio financiero por el cual un yihadista, en momentos de necesidad financiera, siempre puede vender una de estas cabezas.”

En mayo de 2011 el periodista Raymond Ibrahim escribió en FrontPageMagazine que Huwaini, en virtud de sus escandalosas declaraciones efectuadas casi dos décadas atrás, fue invitado a “aclarar” su posición en Hikma TV. Sorprendentemente, a pesar de que empezó diciendo que sus palabras fueron “sacadas de contexto”, al rato reafirmó, en un lenguaje aún más virulento, que el Islam justifica el saqueo, la esclavitud y violar a los infieles.

Citando al Corán como su guía y autoridad, Huwani se jactaba de tener todo un capítulo llamado “botín” y la Sunna de Mahoma, expresamente registrado en el famoso Sahih Muslim, un hadiz en el que el Profeta ordenó a los ejércitos musulmanes ofrecer a los infieles tres opciones: conversión, subyugación o muerte. Huwaini dijo que los prisioneros infieles, el “botín de guerra”, se distribuirá entre los combatientes musulmanes (es decir, los yihadistas) y llevado al “mercado de esclavos, donde esclavas y concubinas se venden.” “En otras palabras, cuando yo quiero una de esas esclavas sexuales, voy al mercado, elijo la mujer que quiera y la compro.”

Cuando el periódico online en árabe Elaph, difundió el vídeo -que también se pudo ver en YouTube- del jeque Huwaini en donde éste parangonaba al órgano genital femenino con el rostro de la mujer, se generó un estado de ira en los círculos de mujeres en Egipto, que canalizaron a través de Twitter y la red social Facebook, un aluvión de críticas a los salafistas. Como contrapartida, grupos radicales islámicos hicieron la apología del fanático clérigo.

El día jueves 15 de diciembre finalizará la segunda fase de la primera vuelta de las elecciones legislativas en Egipto, que comenzó un día antes y culminará en los primeros meses del año próximo. Merced al enrevesado proceso electoral egipcio, la próxima semana se celebrará la segunda vuelta, sólo en el caso de las listas de candidatos individuales. Casi 19 millones de egipcios están en condiciones de acudir a las urnas en nueve provincias del país y la incógnita a develar es si las fuerzas islamistas ratifican la amplia ventaja obtenida en la primera instancia. En esta ocasión se elegirán 180 escaños en la Cámara Baja o Asamblea del Pueblo, de los cuales dos tercios saldrán de listas cerradas de partidos políticos y otro tercio resultará de listas abiertas con candidatos individuales.

La Hermandad Musulmana a través de argumentos engañosos para no asustar a los sufragantes o usando la molicie con los carenciados, asoma como la triunfadora en los comicios. El partido salafista Al Nur- al que pertenece el extremista jeque Hawaini- que obtuvo sorpresivamente el segundo lugar, no le va en zaga en argucia y falseamiento al anterior. Su presidente Al Nur, Emad Abdel Gafur, aseguró que aboga por un sistema parlamentario semejante al de Turquía, el Líbano o el propio Israel, donde la situación política “es estable”. Inmerso en un océano de contradicciones, el líder salafista explicó que su formación no cree que el nuevo Egipto deba ser un Estado religioso gobernado por los clérigos, aunque tampoco acepta que sea laico, sino un “Estado moderno civil cuya referencia sea el Islam”. “Creemos en la necesidad de establecer un Estado moderno que se base en mecanismos democráticos, la alternancia de poder, la separación de los Poderes, la independencia de la Justicia y la protección de las libertades”, explicó. Abdel Gafur enfatizó que Al Nur defiende la conservación del segundo artículo de la actual Constitución egipcia, que considera el Islam como religión del Estado y la “Sharia” la severa ley coránica, como fuente principal de la legislación.

Desde la revolución que derrocó a Hosni Mubarak, la violencia y la inestabilidad política, han hecho estragos con el turismo de Egipto, que representa el 10% de su producto bruto interno y es la mayor fuente de divisas extranjeras. Los anuncios de los radicales salafistas que abogan por prohibir el alcohol, las playas mixtas y el bikini, agravan la situación de la industria sin chimenea que registra una caída del 35% y profundiza la crisis económica del país.
La tenue esperanza de Egipto recae en el Bloque Egipcio, la coalición laica y principal oposición a los partidos islamistas. Aunque todo indica que la mayoría de sus ciudadanos, decepcionando a miles de jóvenes idealistas que soñaron con obtener la anhelada democracia, sucumbirán al canto de las sirenas -como el que escuchó prevenido Ulises atado al palo mayor de su barco- entonado por La Hermandad Musulmana y los salafistas de Al Nur.


Rubén Kaplan
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