jueves, 21 de noviembre de 2013
Muestra inédita sobre la Biblia en museo de Jerusalén
Las autoridades alemanas han decidido publicar una lista de 25 cuadros del llamado tesoro de Múnich, al considerar que hay fundadas sospechas de que se trata de arte robado a personas perseguidas por el nazismo. La reacción es tardía, sobre todo teniendo en cuanta que el hallazgo de los cuadros se mantuvo oculto durante años y medio, y muy parcial, ya que el volumen total de las piezas es de 1.400.
Las imágenes de las obras han sido colgadas en la página web Lost Art Internet Database después de que aumentaran las presiones a las autoridades y se les reclamara mayor transparencia ante el espectacular hallazgo de las obras de arte que se consideraban perdidas y fueron encontradas en un piso del muniqués barrio de Schwabing. La web tiene en estos momentos tal volumen de tráfico que resulta difícil acceder a ella.
Año y medio de silencio
El hallazgo de mantuvo en secreto durante un año y medio hasta que éste fue revelado por la revista Focus. Las razones para no sacar a la luz el tesoro, según la fiscalía de Augsburgo, fue el deseo de esclarecer con tranquilidad y sin presiones la procedencia de las obras.
Los cuadros estaban en poder de Cornelius Gurlitt, hijo del marchante Hildebrandt Gurlitt, quien durante el régimen nazi (1933-1945) recibió o compró obras del llamado arte degenerado, cuadros de las vanguardias de principios del siglo XX que eran decomisadas a museos y particulares por los jerarcas nacionalsocialistas, quienes en público acusaban a los creadores de ser contrarios a las tesis de la Gran Alemania, pero que en privado se dedicaban a venderlas en el extranjero y lograr pingües beneficios.
Compradas a bajo precio
Parte de las obras las habría recibió Gurlitt en comisión y parte las compró al régimen a bajo precio. Después de la II Guerra Mundial, el marchante aseguró que su colección había sido destruida durante los bombardeos aliados contra Dresde, por lo que el hallazgo de Múnich pilló por sorpresa a todo el mundo.
Los expertos consideran que parte de los cuadros hallados en Schwabing pertenecían a museos alemanes y fueron desterrados de ellos por los nazis, pero otros habrían pasado a ser propiedad del marchante de confianza de los nazis, por lo que la recuperación de las mismas por parte de los museos resulta difícil desde el punto de vista legal.
Impuesto de fuga a judíos
También se sospecha que otra parte de la colección de Gurlitt está formada por obras que coleccionistas judíos tuvieron que malvender por presiones del régimen nazi, para poder pagar el así llamado impuesto de fuga del Reich, o que les fueron sencillamente expropiadas. Los propietarios originales de esas obras, o sus herederos, tendrían derecho a la restitución.
Dix, Chagall, Matisse…
En la lista inicial de las 25 obras publicadas ahora algunas caben dentro de de los estilos reprimidos por los nazis, como dos acuarelas de Otto Dix y óleos de Marc Chagall y Henri Matisse, lo que sin embargo no quiere decir que no hayan podido ser arrebatadas a coleccionistas judíos. Además, hay otras obras, como un grabado de Antonio Canaletto o un dibujo de Eugène Delacroix, que no tienen ninguna vinculación con la neurosis nacionalsocialista contra las vanguardias. También aparecen en la lista obras de Max Liebermann, Auguste Rodin, Carl Spitzweg y Honoré Daumier, este último con un cuadro titulado Don Quijote y Sancho, datado en 1865.
Cornelius Gurlitt Otro de los misterios del caso es el paradero de Cornelius Gurlitt, quien está acusado de avasión de impuestos, pero al que la Policía alemana no ha detenido. El hijo del marchante nazi llevaba visitas a su casa y se jactaba de haber vendido alguno de los cuadros que atesoraba.