lunes, 4 de noviembre de 2013
Turquía es enemiga de Israel – Por Eli Abidar
La entrega de los agentes del Mossad a Irán, por parte de los turcos, no nos deja lugar a dudas sobre la relación del primer Ministro Erdogan hacia Israel. Ha llegado el momento de abrir los ojos (una crónica publicada en Maariv el 19-10-2013).
El prestigioso periodista David Ignasius del Washington Post publicó el último jueves una información que recibió de fuentes confiables en temas de seguridad: El gobierno de Ankara entregó a Teherán a agentes del Mossad iraníes que se habían reunido con sus operadores israelíes en Turquía.
Los servicios de inteligencia a lo largo del mundo aspiran a realizar sus encuentros con sus agentes en países en donde las relaciones con la inteligencia local son buenas, por las dudas que alguna cosa se complique. La maldad de los turcos demuestra que ellos realizaron un seguimiento de los agentes del Mossad en su territorio, revelaron a los ciudadanos iraníes que llegaron a encontrarse con sus operadores, y entregaron una lista completa como un regalo a los servicios de inteligencia iraníes.
Si la información es exacta, los agentes del Mossad pensaron que ellos se encontraban en suelo de un país amigo, pero de facto éste país colaboraba con el más grande de los enemigos de Israel. Es difícil subestimar la gravedad del asunto. Los servicios de seguridad de países amigos nunca hacen cosas como éstas e incluso los servicios de espionaje de países con los cuales no hay relaciones diplomáticas suelen colaborar entre sí.
Las actividades de los servicios de inteligencia turcos, que trabajan posiblemente bajo las directrices de Erdogan, transforman a Turquía en un país enemigo en todo el sentido de la palabra.
El comportamiento de Erdogan desde su ascenso al poder nos demuestra una y otra vez que no se trata de un líder impulsivo o de fácil ira, sino que se trata de un fanático poseedor de una doctrina que ve en Israel como un oponente religioso e ideológico. En sus acciones ha quemado Erdogan sus relaciones no sólo con Israel, sino también con otras agencias occidentales. Mirando hacia atrás, está claro que no había ninguna razón para disculparse ante Turquía (nota: por el Marmara), proveniente de una lectura incorrecta de la realidad por parte de administración estadounidense y la siguiente presión por parte de Washington.
Ninguna disculpa modificará la postura de Erdogan. El tono radical de sus mensajes es totalmente compatible con su política. Las relaciones Israel-Turquía mejorarán sólo después del cambio de gobierno en Ankara. El romance israelí-turco fue corto y caliente, pero han pasado suficientes años de rehabilitación para dejar atrás la ilusión de que vivimos una relación especial entre los dos países.
Hay que regresar y cultivar las relaciones con otros aliados abandonados por nuestro vano intento de apaciguar a los turcos esperando el siguiente momento oportuno para establecer una alianza desde una posición de fuerza y dignidad. En un Oriente Medio cambiante esto puede llegar más rápido de lo esperado. El acorde final, triste y doloroso, de la cooperación con Turquía también nos ofrece una enseñanza más profunda. El Oriente Medio valora solamente a aquel que se valora a sí mismo. Esto no es un tema carente de ego o un tema de “honor nacional”, sino que se tratan de las condiciones básicas en la conducción de las relaciones internacionales de una manera racional en un ambiente “no occidental”. Israel no puede reconstruir una relación a través de disculpas y suplicas.
Se debe dañar los intereses de la otra parte y adoptar una posición decidida frente a él, y esa es la única manera para mantener nuestros intereses vitales y esa será, también, la mejor forma que a largo plazo se prepare el terreno para la reconciliación.
Compartir